Capítulo 48

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Un mes después de aquellos sucesos

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Un mes después de aquellos sucesos...

Arisha estaba sentada en el sofá de su casa, con la mirada perdida. Igual que llevaba un mes. Comía por mera costumbre y dormía por lo mismo. No había vuelto a ir a trabajar. No había vuelto a ir a comprar. Es más, no había vuelto a salir de casa desde aquella fatídica noche.

Al principio, no paraba de caminar por el piso, hablando con Fyodor que iba todos los días a visitarla, a tratar de animarla un poco pese a todo lo que tenía encima. Al principio aún esperaba que Devlin entrase por esa puerta, como había hecho siempre, que entrase y le dijese que todo estaba bien, que él estaba allí para protegerla, que nunca le pasaría nada.

Aún esperaba ver entrar a Alexey por esa puerta, que le dijese una de sus bromas sarcásticas, que la llamase rubita, que dijese algo que consiguiese que ella quisiera matarlo pero que hacía que poco a poco lo fuera queriendo más.

Esperaba que la larga melena morada de Lena saliese de algún recoveco de alguna de las habitaciones de la casa y que se sentase con ella en el sofá a seguir comentando lo que habían sido sus vidas en el tiempo que habían permanecido separadas.

Conforme pasaban los días, Arisha cada vez se movía menos, cada vez hablaba menos, cada vez... Era menos.

Llevaba ya dos días sin moverse del sofá. Cierto era que no había derramado una sola lágrima desde hacía dos semanas, pero aquello era aún más preocupante. Sólo estaba todo el día con la mirada perdida en el vacío, sin mirar a nadie ni a nada en concreto, sin hablar, sin moverse de la posición en la que se había sentado, con las rodillas abrazadas por sus propios brazos y los pies apoyados en el sofá, al igual que su espalda.

Ya no comía. Ya no bebía. Ya no hacía absolutamente nada en todo el día. Se había rendido. Por fin había asumido lo que había pasado. Realmente ninguno de ellos tres iba a volver a su lado jamás. Ellos habían muerto. Habían desaparecido del mapa. Nadie nunca iba a poder sustituir ese gran vacío en el interior.

Esta historia iba a terminar exactamente igual que había empezado, con Arisha totalmente sola.

Sólo había una diferencia. La soledad era totalmente distinta. Antes, ella tenía a quien odiar, tenía a quien la había hecho daño, tenía rencor, odio, sed de venganza. Ahora mismo no quedaba absolutamente nada en su interior, no quedaba odio, no quedaba rencor, no quedaba amor, no quedaba nada más que el inmenso vacío que todos sus seres amados habían dejado.

Primero fue su madre, después su abuela, y ahora los dos amores de su vida y su hermana de otra madre. Ya ni siquiera se molestaba en preguntarse por qué, ¿qué habría hecho ella? Eso ya no tenía sentido.

Fyodor seguía yendo cada día a verla y la hablaba, le contaba cosas del mundo exterior, trataba de sacarla de aquel estado en el que se había sumido, pero no conseguía arrancar una sola palabra de la joven.

Entonces, ella misma fue la que, sin decir ni una sola palabra, se levantó del sofá. Estaba mucho más delgada. Estaba absolutamente demacrada, aquella no era la Arisha segura y fría que solía ser, ella era sólo un robot.

Cuando se levantó, se dirigió con pasos temblorosos hacia el calendario. Una marca roja en el mismo indicaba que hacía más de un mes y medio que no tenía su menstruación. La joven se llevó una mano a la boca recordando. No podía ser. Era imposible. Tenía que ser imposible.

Se dio media vuelta con todo su cuerpo temblando y, por primera vez en días, su boca emitió un sonido que se parecía vagamente a lo que había sido su voz.

—Fyodor. Por favor, necesito urgentemente un test de embarazo. —Su voz sonaba pastosa hasta para ella.

Fyodor, contento de que hubiese reaccionado aunque solo fuera un poco, salió apresuradamente por la puerta para comprar lo que la joven había pedido mientras ella volvía a sentarse en el sofá, nuevamente asustada.

No era posible, seguro que sólo era un retraso por los nervios, por no haber conseguido comer nada, por estar tan demacrada y haber perdido peso. No podía estar embarazada sin siquiera saber cuál de sus dos hombres muertos era el padre de su hijo. Debía ser una broma del destino, era imposible que una chica a su edad pudiese pasar por tanto. No podía ser que todo le pasase a ella.

Fyodor no tardo prácticamente nada en llegar con el test de embarazo en una mano. Arisha le miró suplicante.

—Fyodor, por favor, déjame sola.

—De acuerdo, volveré mañana.

El hombre se acercó a ella, depositando un suave beso en la frente de la chica. En cuanto él salió de la casa, la joven se dirigió al baño con esfuerzo. Estaba demasiado débil, estaba demasiado cansada, estaba harta de vivir, no quería vivir más en realidad, aunque cada día intentaba convencerse de que si ella moría, todo lo que habían hecho tantas personas por ella habría sido en vano.

Sin detenerse a pensarlo demasiado, rápidamente realizó el test de embarazo en el baño y se miró en el espejo durante el tiempo que tenía que esperar para que este ofreciese un resultado.

La joven lucía realmente mal, parecía mucho mayor. Unas marcadas ojeras se veían claramente debajo de sus ojos, sus labios, antes carnosos y de un bonito color rojo estaban agrietados y habían perdido color. Su piel estaba totalmente blanca y su pelo estaba hecho un revoltijo rodeando su cara. Ni ella misma era capaz de reconocerse en su propio reflejo. Pero tampoco era capaz de hacer nada para estar mejor, no sabía cómo hacerlo. Por eso siempre había creado barreras a su alrededor porque, al dejarlas caer y dejar entrar a la gente, había conseguido eso, estar absolutamente rota. Rota y sin posibilidad de reparación. Era como una vidriera, es hermosa, pero inalcanzable. Si esa vidriera cae, lo más fácil es que se rompa. Y eso había pasado con la joven Arisha Vólkova.

Un pitido proveniente de su móvil sonó, indicando que el test de embarazo ya se había realizado. Inspiró profundamente y observó el palito que reposaba sobre el lavabo de su baño.

Allí estaban. Dos rayas rojas perfectamente marcadas en el palito.

Era un test positivo.

Arisha se dejó caer al suelo del baño con la cabeza entre las manos y dejó escapar un par de lágrimas nuevamente.

Estaba embarazada.

¡Hoooooola! Pues aquí está el capítulo final

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¡Hoooooola! Pues aquí está el capítulo final. ¿Qué os ha parecido? Sé que me debéis de estar odiando, pero así es como yo quería que acabase aunque, esperad, aún queda el maravilloso epílogo. ¡Espero vuestros votos y comentarios!


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