Capítulo 12

302 61 20
                                    

Alexey bajó su vista al suelo al tiempo que empezaba a hablar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alexey bajó su vista al suelo al tiempo que empezaba a hablar.

—Hay muchas cosas que ni siquiera tú estás preparada para saber —chasqueó la lengua mientras veía de reojo como la joven se revolvía incómoda en el sofá que estaba en frente de él—. Demonios, ni siquiera yo estoy preparado para volver a pensar en ellos. Empecemos hablando de cómo conocí a Iván. Yo estaba solo, mis padres habían sido asesinados y yo había huido de mi casa y me encontraba viviendo en la calle, por entonces no tenía más que once años, era un niño. Mucho más niño que tú, querida —una sonrisa torcida, sin ni siquiera un poco de humor, conmovió sin saber por qué a Arisha—. Ya suponía que pensabas que siempre había sido un hombre sin corazón sirviendo a Iván por voluntad propia. Fíjate. Estás equivocada.

El hombre guardó silencio por algunos minutos, por lo que Ari habló, pensando que necesitaría un empujón para seguir o que no quería contarle más de su historia. Por si acaso, la joven preguntó.

—¿Y cómo te uniste a él, siendo tan joven? ¿Qué hizo para que un niño asustado fuera detrás suyo? —Arisha estaba absolutamente desconcertada, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de conocer aquella historia, era curiosa por naturaleza.

Una nueva sonrisa torcida se dibujó en los labios de Alexey y ahora sí subió sus ojos hasta los de la joven, con la mirada nublada, perdida en el pasado.

—Vamos a ver, querida, estaba en la calle, sin nada, asustado y apareció un hombre que me ofrecía dinero, comida y un techo bajo el que dormir. Un hombre al que no conocía, sí, pero no tenía nada que perder, y era tan sólo un niño, ¿qué iba a hacer? —Su voz sonaba como si tratase de justificarse y realmente trataba de hacerlo—. Al principio me odiaba a mí mismo cada vez que hacía algo de lo que me ordenaba, pero pronto aprendí que era mejor hacerlo —su risa grave resonó en los oídos de la joven, cuyos pelos se pusieron de punta. Su risa era fría—. Si no lo hacías, bueno, había consecuencias, como imaginarás. Es Iván e Iván no tiene piedad.

Los ojos de él en aquel momento lanzaban cuchillos. Era la primera vez que contaba aquello en voz alta y odiaba recordar la cantidad de veces que había recibido palizas y cosas mucho más graves por negarse a hacer un trabajo o bien por no haberlo podido hacer tan bien como su jefe quería que se hiciera. Cualquier mínimo error significaba dolor, así había llegado a ser él el mejor, no queriendo sufrir. Hasta que alguna joven rubia y alguna otra revelación hizo trizas su vida hasta entonces. Con un suspiro, siguió hablando, sabiendo que Arisha estaba demasiado impresionada como para pronunciar palabra.

—Así comencé a ser el mejor. Y por algún motivo, él se encariñó conmigo, no sé si porque me crió o porque realmente era bueno en todo aquello que él me mandaba. Hasta que me mandó ir a por ti, esa historia ya la sabes —la miró intentando transmitir con su mirada lo que se arrepentía de haber acudido a aquella misión, a lo que la joven bufó, recordando también la historia de la que él estaba hablando—. Después de aquello, él pensó que me estaba obsesionando contigo, no sé cuánto de verdad hay en eso que él piensa, pero empezó a vigilarme muy de cerca, a pesar de no haber fallado ni otra sola misión más. Estaba distraído, estaba intentando escoger misiones lo más lejos posible de donde sabía que estabas.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora