Capítulo 18

312 55 27
                                    

Varios días después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Varios días después.

Olya estaba saliendo de su casa. Devlin y Arisha la habían avisado que de momento parecía que Alex se estaba recuperando pero aún no había nada seguro. La joven había salido de su apartamento para poder ir a hacer unas compras. El sol lucía en la ciudad, aunque hacía frío en la calle, esta estaba abarrotada.

Al salir de su portal, alguien la agarró del brazo y se giró, con una sonrisa amable en la cara. Al instante, se borró, reconocía aquel rostro.

—Dasha —la voz de Olya sonó dura.

—Olya. Sé que me odias ahora mismo, pero necesito que me escuches, mi hermano no es tan bueno como parece —la joven lucía pálida y se llevó una mano a la herida que había hecho la bala en su cuerpo, que ya estaba bastante mejor, aunque vio las cosas muy negras en algún momento—. Déjame explicarte, por favor.

Olya la miró. Y la miró. Y la miró durante largo rato. Esperaba que no se atreviese a hacer nada con la calle tan llena como estaba en aquel momento. Clavó sus ojos verdes en los de ella, del mismo color azul que los de su hermano.

—¡Oh, por Dios! ¿Cómo piensas que te voy a creer? ¡Casi me matas, joder! Casi me matáis entre los dos —negó con la cabeza y se soltó de su agarre en el brazo, pero se quedó delante de ella.

—Olya, de verdad, nunca íbamos a hacerte daño, sólo necesito que me escuches unos minutos y verás como tengo razón. Ellos no son lo que parecen, ellos son los verdaderos malos.

Olya no supo si fue por la voz desesperada de Dasha o por curiosidad por lo que tenía que decir, que se quedó delante de ella y asintió con la cabeza.

—Habla. Tienes tan sólo diez minutos y me largo.

—Está bien, está bien —la joven cerró unos segundos los ojos, tratando de poner en orden sus ideas para transmitírselas a la morena—. Cuando Alex y yo éramos pequeños, nuestros padres murieron asesinados. Él se fue y me dejó sola en aquella casa, esperando que alguien viniese a por mí —la joven paró unos segundos y miró a Olya—. Esta conversación no es para tener aquí, ¿podríamos, por favor, ir a algún sitio donde nos pudiéramos sentar? —Una expresión de dolor cruzó el rostro de Dasha en ese momento, aquella herida dolía de verdad.

—Está bien.

Olya señaló un pequeño bar que había al lado de su casa. Allí estaría segura, hacía muchos años que conocía al dueño, de manera que entraron en el bar y se sentaron en una mesa alejada, donde nadie pudiese oír lo que estaban hablando. Tras pedir un café, Dasha siguió hablando.

—Bien. Él se fue de la casa y no volví a saber nada de él hasta que Iván me encontró. Me dijo que podía volver a encontrar a mi hermano y que él me llevaría hasta él. Todo esto ocurrió cuando Iván y Alex estaban persiguiendo a Arisha. La primera vez que nos vimos, todo fue genial, él me trató el primer tiempo como su hermana pequeña, lo que en realidad soy. Pero un tiempo después comenzó a cambiar —la joven suspiró sonoramente, dando un pequeño sorbo a su café—. Comenzó a cambiar cuando conoció a Arisha. Comenzó a tratarme peor y a huir de Iván, que nos había juntado y nos había dado casa y comida cuando nadie más lo había hecho. Un día le pregunté a Iván qué estaba pasando. Al principio no me creí todo lo que me contó, pero después él me enseñó pruebas. Los padres de Arisha fueron los que mataron a los míos, Olya, y su abuela nos estaba persiguiendo. No sé qué clase de trato habrá hecho Alex con Arisha, pero está claro que vuelven a tratar de matarnos, nosotros no les hemos hecho nada, te lo juro, Olya —la joven se quedó callada unos minutos y clavó sus ojos tristes en los ojos de Olya y se encogió de hombros—. Ellos son los que quieren acabar con nosotros, no nosotros con ellos, Iván y yo pensamos que es porque quieren terminar el trabajo de sus padres. No sabemos el motivo por el que quieren matarnos, nunca supimos por qué mataron a nuestros padres. ¡Y Alex se ha aliado con ellos! —Bufó suavemente y miró otra vez a Olya, sus ojos rezumaban sinceridad, de manera que Olya se quedó pensativa unos segundos, mirándola—. Necesitamos ayuda, Olya, y no sabemos a quién más acudir, por eso he venido a hablar contigo.

Olya se quedó mirándola, asimilando todo lo que acababa de escuchar. ¿Era posible que todo aquello fuese verdad? ¿Realmente cuánto conocía a Arisha? Nunca se había dejado conocer, siempre había sido fría y calculadora, así que aquello podía cuadrar perfectamente con ella, todo lo que Dasha había dicho podía ser totalmente cierto pero, ¿lo era? ¿Qué haría ahora ella? Tras unos segundos, oyó como Dasha volvía a hablar.

—Piénsalo, Olya. ¿Cuánto sabes de ellos? Nada, como todo el mundo, nadie sabe nada de ellos porque no les conviene. Les hubiese dado igual que te hubiésemos matado, sólo están haciendo un papel, para algo les sirves, aunque aún no sé para qué —negó frustrada, pensando en todo lo que les faltaba por saber—. Entiendo que no quieras creerme ahora, pero piénsalo. Sólo te pido una cosa, no les digas a ellos que has hablado conmigo, eso sólo hará que sepan que estoy viva y quieran volver a por mí, por favor.

La voz de la joven era suplicante, imploraba que no dijese nada, sus ojos mostraban un miedo tan absoluto que Olya no pudo por menos que asentir con la cabeza, prometiendo que no contaría nada de lo que acababa de oír y tampoco les diría que la había visto. No sabía por qué, pero todas sus palabras habían calado hondo en ella y, en parte, las creía, aunque tendría que reflexionar sobre ello.

—Bien, Dasha, no diré nada, pero no estoy segura de creerte. Ellos se han portado bien conmigo durante todo este tiempo, no puedo creerme que quieran matar a nadie, son buenas personas. Además, no fueron ellos los que me cogieron y casi me matan —Olya dejó que sus ojos se posaran sobre Dasha, esperando una explicación a lo que estaba pasando.

—Olya, realmente aún no te puedo decir más porque no lo sabemos. Iván nunca te hubiese hecho daño, sólo quería comprobar que ellos tres estaban aquí y que estaban juntos. Ellos, sin embargo, tiraron a matarme, ¡tú misma lo viste! Casi me matan, Olya —su voz ahora estaba cargada de ira, Devlin había disparado, acertando de lleno en un costado de ella. Uno de sus pulmones se llenó de sangre y estuvo a punto de morir por aquello, pero Iván y los suyos fueron capaces de salvarla a tiempo—. Sólo te pido que lo pienses —la joven habló mientras se levantaba con dificultad de la mesa y se acercaba a la puerta. Cuando estaba llegando a ella, se giró de nuevo y se acercó a Olya— y si decides creerme, llama a este número —le dio un trozo de papel con unos cuantos números apuntados—. Allí te diremos todo lo que sepamos. Nosotros no ocultamos cosas, no somos como ellos, te lo prometo.

Segundos después, Dasha se había ido y Olya se mantenía sentada en aquel bar, pensativa, tratando de encontrar la solución a aquello. ¿Quién decía la verdad? ¿Quién mentía? De todas maneras, ¿qué daño podía hacer si llamaba a aquel número y preguntaba? Al menos sacaría más información para decidir a quién podía creer y a quién no, de manera que, unos cuantos cafés después, cogió su teléfono y marcó los números, esperando, una voz de hombre contestó al otro lado.

—¿Quién es?

—Soy Olya Smirtnóva. Y quiero saber qué está pasando aquí. Quiero saber más.

 Quiero saber más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

MARATÓN 3/3

Y aquí concluye este maratón, espero que os haya gustado y ahora, ¿qué pensáis? ¿A quién creéis que va a creer Olya? Espero vuestros comentarios, ¡ya me diréis qué tal! Nos vemos pronto. ¡Besos!

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora