Capítulo 32

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Cinco años atrás, en algún lugar de San Petersburgo

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Cinco años atrás, en algún lugar de San Petersburgo

Arisha llevaba ya un tiempo en casa de Devlin. Llevaba días evitándole, desde que le había dado un beso y había huido. Se pasaba los días en la habitación de Lena, a la cual había decidido mudarse con el permiso de ella misma. Hablaban cada vez que tenían oportunidad y se estaba creando entre ellas un vínculo que era semejante al que tenían los hermanos. Realmente las dos muchachas se parecían bastante y habían comenzado a apreciarse de verdad entre ellas.

Arisha sabía que no podría evitar a Devlin durante toda su vida pero podría hacerlo el tiempo necesario como para que cuando lo viese no se le cayese la cara de vergüenza por lo que había hecho.

Había oído salir a Devlin de la casa, de manera que salió con cuidado de la habitación y se dirigió al jardín trasero de la pequeña casita para leer un rato al aire libre, llevaba días sin salir de la casa y realmente lo necesitaba.

—Hola, Arisha.

La joven pegó un bote sobre su asiento sobresaltada, no se esperaba que llegase tan rápido de donde había ido. Disimuladamente, miró el reloj y volvió a sorprenderse, no es que él hubiese vuelto rápido, es que ella llevaba horas sentada allí leyendo un libro, había perdido completamente la noción del tiempo. Lo miró durante un segundo sin querer y sus ojos grises se clavaban en los de ella, del mismo color. Se puso completamente roja y apartó la mirada de él, que sólo soltó una sonrisilla por lo bajo.

—Sólo venía a decirte que entrenarás. El motivo es sencillo —cortó él antes de que ella pudiese interrumpirle para decirle que no pensaba hacerlo—, te siguen buscando y necesitas saber defenderte.

El rostro de la joven pasó de estar completamente rojo a estar pálido, asustada. Miró a Devlin, ahora sin preocuparle ni lo más mínimo que le hubiese besado y esperó a que siguiese hablando, pues sabía que lo haría.

—Y vamos a empezar ahora. Sube a ponerte algo para ello.

La joven obedeció y subió rápidamente a ponerse ropa de deporte de aquella que Lena le había dejado. Cuando llegó abajo, Devlin la esperaba en el jardín trasero donde habían estado antes y estaba sin su camiseta, listo para entrenar.

"Está. Sin. Camiseta" aquello fue lo único en lo que pudo pensar la joven mientras observaba la tensa espalda de él, en la cual se marcaba cada uno de sus músculos cada vez que se movía. Y ella tan sólo tenía dieciséis años, no había visto en su vida un hombre desnudo y no había tenido delante un hombre como aquel sin camiseta. Estaba jodidamente sexy.

Con timidez, la joven rubia, tan dulce, se acercó a él y le sonrió ligeramente.

—Vamos a probar tu instinto, Arisha. Yo voy a golpear, primero será suave y tú tienes que tratar de esquivarme. ¿Lista?

La joven no había terminado de asentir con la cabeza cuando notó el primer impacto de su puño de pleno en su estómago. Se encogió ligeramente, pero vio cómo él no iba a dejarla descansar, de manera que se incorporó de nuevo como pudo y se dispuso a esquivar sus golpes. Tenía que conseguirlo.

Varios de ellos más tocaron su cuerpo en los minutos que siguieron. A pesar de ser un golpe, cada vez que la piel de Devlin tocaba la de ella, la chica sentía cómo las chispas saltaban entre ellos, pero no tenía demasiado tiempo para pensarlo, puesto que un instante después ya volvía a recibir otro golpe de él.

—Oh, vamos, eres toda una nena. —Devlin se echó a reír tras decir aquello, suponía que cabrearía a la muchacha y daría más de sí misma, aunque realmente no lo estaba haciendo mal para ser el primer día.

El hombre siguió repartiendo golpes suaves hasta que, en uno de ellos, la joven atrapó su brazo instintivamente y se acercó a él, con mirada triunfante mientras posaba un puño sobre su cara.

—Te di.

La joven no entendió por qué la mirada del hombre se oscureció de repente hasta que ella misma lo notó. Al esquivar su golpe, sus cuerpos habían quedado muy cerca y la piel del pecho del chico tocaba con la camiseta de deporte llena de sudor de ella. Subió sus ojos hasta los de él y lo miró con profundidad. Ninguno de los dos podía apartarse, aunque Devlin quería, puesto que ella era muy joven y acababa de pasar por un trauma, no quería aprovecharse de ella, a pesar de que días atrás había sido la joven la que lo había besado a él.

Sin darse cuenta ninguno de los dos, sus rostros fueron acercándose poco a poco hasta que sus labios se rozaron levemente. Ninguno de los dos se apartó tampoco entonces.

—A la mierda.

Fue lo último que oyó Arisha de los labios de Devlin antes de que estos atacasen sus propios labios. La cogió con fuerza por la nuca mientras acercaba su cuerpo aún más al de él. La joven suspiró, lo que dio permiso a Devlin para meter la lengua en su boca y explorarla a fondo, mientras Arisha hacía lo que podía por seguirle el ritmo. Aquel no había sido su primer beso, desde luego que no, pero tampoco había habido muchos más antes de él y Devlin sí que sabía besar realmente.

Al cabo de unos segundos, la joven estaba derretida entre sus brazos mientras peinaba el cabello de él con los dedos. Las manos de él bajaban por el cuerpo de la joven mientras ella temblaba, pues no sabía lo que estaba pasando. Poco tiempo después, Devlin cortó el beso con brusquedad y la miró a los ojos, soltando un sonoro suspiro. Cerró los ojos un segundo y besó con cuidado la frente de ella para después marcharse sin dirigirle ni una sola palabra más.

Para cuando la joven reaccionó, él ya se había ido y tampoco lo encontró dentro de la casa, de manera que se fue hacia la habitación de Lena cabizbaja. Realmente le había gustado lo que acababa de pasar y él simplemente se había ido y la había dejado allí, tirada, sin decirla ni una palabra. La había cogido, usado y tirado y ella no entendía que era lo que había hecho para conseguir esa reacción.

Cuando llegó a la habitación, Lena la miró con preocupación, al parecer se le notaba más de lo que ella habría querido. Soltó el libro que tenía en las manos y la miró con precaución.

—¿Qué ha pasado, Ari?

La joven se encogió ligeramente de hombros y la miró de vuelta.

—No tengo ni idea.

Y después rompió a llorar mientras Devlin lo oía todo desde su habitación y se maldecía a sí mismo, no sabía bien si por haberla besado o por haberla dejado tirada.

Y después rompió a llorar mientras Devlin lo oía todo desde su habitación y se maldecía a sí mismo, no sabía bien si por haberla besado o por haberla dejado tirada

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¡Super tarde en España! Les dejo aquí este capítulo y el otro que prometí lo dejaré aquí, pero mañana por la mañana. ¡Espero que os haya gustado! Se va conociendo algo más de la historia de Dev y Ari, a ver qué os va pareciendo. Ya está a punto de empezar la acción y con ello... ¿Quién sabe si las muertes? ;). ¡Espero vuestros votos y comentarios! ¡Besos!

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