Capítulo 37

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Mientras tanto, en una casa a las afueras de Moscú

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Mientras tanto, en una casa a las afueras de Moscú...

Ilya fumaba tranquilamente un cigarro sentado en la mesa de la casa cuando alguien llamó a la puerta. No tardó mucho en abrirse para dejar paso a un hombre moreno que se acercó a él.

—Van a venir aquí, ya tienen todo planeado, lo harán dentro de cinco días a medianoche.

Una sonrisa se extendió rápidamente por la cara de Ilya mientras giraba su mirada hacia la mujer que se encontraba en la sala con ellos, que mostraba una mueca muy similar a la suya.

—Bien, aquí les esperaremos. Tu información nos es muy útil, tu familia estará a salvo.

El hombre suspiró sonoramente y se dirigió con rapidez hacia la puerta de la casa. Cuando tenía un pomo sobre esta, notó algo frío posarse en su nuca. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras se quedaba totalmente quieto en el sitio.

—Más te vale no decirles nada o arrancaré trozo a trozo la piel de tu pequeña hija. Y no queremos eso, ¿verdad? Pero, ¡no te vayas aún! Siéntate con nosotros y escucha cómo sufrirá tu querida protegida.

El hombre tragó saliva sonoramente y se dio media vuelta, sentándose en la mesa en la punta más alejada de donde se encontraban los otros dos. Instantes después se abrió la puerta de nuevo, dejando paso a una, como era habitual, enfadada Dasha, que se sentó al lado de los otros dos.

—Bien, ahora tenemos que planear nuestra defensa. Sobre todo, recordad, nadie puede hacer daño a Arisha, la necesito —sus ojos se iluminaron momentáneamente—. Aún tengo unos cuantos meses de vida para ella.

El ceño de Olya se frunció ligeramente, aunque apartó la vista de él para que no la viese, puesto que no quería que pensase que se arrepentía de todo aquello, porque realmente no lo hacía, sencillamente creía que había mejores maneras que la que él planeaba para hacerlo.

—Si seguimos en esta casa, estaremos en nuestro terreno, nosotros la conocemos mejor que ellos y tenemos ventaja —ahora era Dasha la que hablaba—, simplemente tenemos que cubrir las entradas principales que son las que salen en los planos que pueden conocer y no tendrán ninguna oportunidad.

Ilya sonrió en dirección a la joven.

—Dasha, ¿sabes que tu hermano vendrá con ellos? Y... Tendrás que matarlo tú. Nadie podrá tocar al otro Ivanov por orden mía, sólo tú podrás matarle.

Tanto Olya como Dasha se quedaron un momento en silencio mientras el rostro del hombre espía se desencajaba. ¿Cómo era posible tanta crueldad? Estaba obligando a Dasha a matar a su propio hermano. Vale que eran de bandos contrarios, pero eso no implicaba que tuviese que ser justamente ella, su hermana, la que lo matase. Algo de cariño guardaría por él. Dasha dejó escapar todo el aire que contenía en una sola bocanada mientras levantaba su mirada hacia Ilya.

—Está bien. Lo haré.

Ilya sonrió complacido. Las dos mujeres que había en aquella habitación eran sus más leales servidoras, eran las únicas que siempre habían apostado por él, aquellas en las que podía depositar su confianza y pedirles cualquier cosa que quisiese, puesto que ellas no dudarían en hacerlo, aunque aquello implicase matar a su propio hermano, sangre de su sangre.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora