Capítulo 14

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En algún lugar de San Petersburgo, cinco años atrás

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En algún lugar de San Petersburgo, cinco años atrás.

Arisha salía riendo de su instituto con sus amigas, como todos los días. Tenía dieciséis años y vivía con su abuela. Tras unos minutos hablando con sus amigas de lo guapos que eran unos chicos y lo feos que eran otros, de las pocas ganas que tenían de estudiar y de todo lo que resulta importante para la cabeza de una chica de su edad, se separó de ellas con un beso y un simple "hasta mañana" y se dirigió a casa de su abuela.

La casa era grande, con un jardín en la parte delantera donde siempre la esperaba su abuela cuando llegaba del instituto con una sonrisa. Al acercarse a casa, vio que su abuela no había salido a recibirla. La ciudad estaba comenzando a oscurecer, ya que era pleno invierno y en esa época anochecía muy pronto en la ciudad. Al ver que su abuela no estaba, aceleró el paso esperando verla en cualquier momento, pero aquello no pasó.

Cuando llegó a la puerta del jardín, tiró la mochila al suelo y echó a correr asustada, gritando la palabra "abuela" esperando ver que todo eran imaginaciones suyas y no había pasado nada.

La joven entró en la casa, donde estaba todo oscuro, ¿dónde estaba su abuela? Rápidamente, totalmente desesperada, fue hacia la cocina donde siempre estaba la mujer, pero allí tampoco había ninguna luz, en cambio, había un charco en el suelo, sobre el que cayó la joven al toparse con algo que no solía estar allí. Conocía la casa como la palma de su mano.

En el suelo, tocándose la cabeza del golpe que se había dado, tanteó alrededor. No había caído sobre agua, eso era seguro, el líquido era demasiado viscoso para ser agua. Siguió tanteando tratando de descubrir qué le había hecho caer, hasta que dio con ello. Era un cuerpo y, de seguro, lo que había a su alrededor, el líquido donde había caído Arisha, era sangre. ¿Qué demonios había pasado allí?

Se levantó con cuidado y fue hacia el interruptor de la luz, que no había encendido antes por la desesperación que tenía. Lo primero que vio al encender la luz fueron sus ropas totalmente llena de sangre. Cerró los ojos unos segundos, no quería ver qué era lo que tenía delante, pero necesitaba hacerlo, de manera que, con determinación, abrió los ojos de golpe y lo que se encontró delante la hizo soltar un grito de verdadero dolor y caer de rodillas al suelo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente, haciendo que se le nublase la vista. El cuerpo con el que había tropezado era el cuerpo de su abuela, tenía varias heridas de arma blanca a lo largo de todo su abdomen y su pecho. La joven no entendía nada, ¿quién querría matar a su abuela?

Estaba con la vista tan centrada en el cuerpo de su abuela que no vio al hombre que estaba limpiando un puñal pequeño, con piedras incrustadas en su empuñadura, todas ellas rojas. El hombre tenía los ojos azules que hipnotizaban. No se dio cuenta de su presencia hasta que él habló, con su vista clavada en ella y una mirada divertida en sus preciosos ojos.

—Ya pensaba que no ibas a aparecer nunca, Arisha Vólkova —su grave voz sonó por encima de los sollozos de ella.

Inmediatamente, la joven levantó la cabeza para mirarle, absolutamente confusa. Dejó que su mirada se deslizara por él hasta que divisó el puñal con sus ojos, ahora rojos de llorar. Su mirada confusa se tornó iracunda y se levantó del suelo, con las manos apretadas en puños.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora