Capítulo 33

173 39 19
                                    

En una casa abandonada, a las afueras de Moscú

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En una casa abandonada, a las afueras de Moscú.

Ilya y su ayudante, Olya, se hallaban en una de las pocas habitaciones habitables de aquella gran casa a las afueras de la ciudad. Se daban la espalda entre ellos y ambos tenían el teléfono móvil pegado a la oreja. Estaban ideando un plan para acabar con las tres personas que más odiaban del mundo, para lo cual necesitaban aliados, ellos estaban en minoría y no podían infravalorar a Alex, ni tampoco a Devlin y, como había quedado claro, mucho menos a Arisha. Ella les quería demasiado y por amor es por lo que se hacen las mayores locuras. Una persona loca por dos de las personas que querían matar no era una buena combinación, sabían que ella haría cualquier cosa por ellos, por mucha fachada de dura que quisiera ponerse, no podría evitarlo.

Unos minutos después, colgaron los teléfonos y se miraron con una sonrisa en la cara. Habían conseguido reunir a una buena parte del antiguo grupo de Ilya, todos aquellos que seguían en libertad, claro, los peores criminales, los que menos escrúpulos tenían, habían respondido a la llamada de su líder. Sólo quedaba un pequeño detallito...

—Iván también va a venir. —Ilya había sido el que había hablado, con una sonrisa terrorífica extendiéndose por su dura cara, completamente cubierta de cicatrices—. Y tú, mi querida niña, vas a ser quien acabe con él.

El semblante de Olya no se alteró, se imaginó que tarde o temprano pasaría aquello, aunque lo que no sabía es que sería tan pronto. Ilya había atado al fin los cabos y se había dado cuenta que dejó escapar a Arisha por la razón que todos conocían... Excepto la misma Arisha. Había sido un gran aliado durante un tiempo, pero sus sentimientos habían conseguido acabar con su alianza y, de paso, con su vida también. Una persona con sentimientos no les servía para nada.

—Le he citado dentro de poco tiempo, aquí, no tardará en llegar. Tiene que ser rápido, antes de que vengan los demás.

Ambos sabían que nadie echaría en falta a Iván, mucho menos ahora que Ilya había regresado a los ojos de toda su organización. Todos aceptarían su desaparición y tampoco tenía una familia que le buscase, aparte de la Interpol que llevaba detrás de él demasiado tiempo y, ya que nunca habían conseguido dar con él, tampoco ellos eran un problema. Olya asintió con la cabeza.

—¿Rápido o quieres verle sufrir un poco?

Ilya se echó a reír y se acercó a la joven, tomándola por la cintura con fuerza y seguridad y dejó un rápido e intenso beso sobre los labios de ella, separándose casi al segundo para entrelazar sus miradas.

—Esa es mi chica. Rápido, en este caso, nos ha sido útil durante un tiempo, tampoco es necesario que sufra. Guárdate todos esos esfuerzos para cuando pillemos a Arisha, ella sí que merece todo lo que pueda sufrir.

Una mueca de asco se instaló en la cara de él al pronunciar su nombre, realmente la odiaba con cada pequeña fibra de su ser. Esperaron juntos hasta que oyeron las llantas de un coche acercarse, momento en el que se sonrieron mutuamente. Pocos segundos después, Iván entró por la puerta. Una vez dentro, se acercó al centro de la sala y les miró extrañados, preguntándose dónde estaban los demás, lo cual expresó en voz alta.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora