Capítulo 40

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Cuando Igor y Fyodor abrieron las puertas del búnker, estando sólo ligeramente abierta, Dev y Alex tiraron las bombas de humo, segundos antes de que Arisha se colocase las gafas para poder ver a través de dicho humo

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Cuando Igor y Fyodor abrieron las puertas del búnker, estando sólo ligeramente abierta, Dev y Alex tiraron las bombas de humo, segundos antes de que Arisha se colocase las gafas para poder ver a través de dicho humo. La joven no perdió tiempo y se adentró en la casa. A través de sus gafas sólo pudo ver a dos hombres. Bien, habían conseguido justo lo que esperaban, ellos esperaban una entrada por la puerta principal, no por aquel lugar que ni siquiera aparecía en los planos de manera que sólo había dos hombres allí por si acaso, pero la carga fuerte estaría en la primera planta. No pensó demasiado, solamente entró y, gracias a su pequeña daga, cogió a uno de los hombres, pillándolo desprevenido por el humo y que no se esperaba su presencia y le rajó rápidamente el cuello, de un sólo tajo, cortando así también sus cuerdas vocales, de manera que no pudiese gritar mientras lo posaba en el suelo con cuidado para no alertar al otro hombre.

El hombre al que acababa de matar no volvería a dar ruido, de una herida como aquella, no tardaría demasiado en morir, pero ella no podía esperar a ver cómo lo hacía y tampoco quería, no le gustaba matar, pero sabía que, en ese caso, no tenía más remedio.

Con absoluto sigilo, se dirigió al otro hombre, repitiendo, básicamente, la misma operación que con el primero. Lo dejó en el suelo y después hizo una seña a los otros cuatro para que pudiesen entrar tras ella. Todo en esa planta parecía despejado.

Los otros cuatro entraron tras ella y esperaron sólo unos segundos a que el humo se disipase lo suficiente. Sólo dedicaron una mirada fugaz a los dos hombres que yacían en el suelo. Realmente, Arisha era muy eficaz, sólo había tardado unos pocos minutos, si es que llegaba a eso, en acabar con la vida de los dos hombres. Ella ni siquiera volvió a mirarlos.

Tras estar todos dentro cerraron las puertas del búnker tras ellos, sólo por si acaso, y se miraron. Respiraron hondo un par de veces, sabían que ahora llegaba lo realmente importante de aquello y lo más difícil, llegar a Ilya.

—Estamos dentro, señores, repito, estamos dentro —la voz de Alex era la que susurraba. Todos esperaron oírlo también en sus auriculares y esperaron por una respuesta, pero no llegó.

Maldijeron todos en voz baja, ¿cómo era posible que no se les hubiese ocurrido aquello? Era más que obvio, habían instalado inhibidores de frecuencia dentro de aquella casa, no había manera de comunicarse con los que había fuera, de manera que aquello les complicaba un poco más las cosas. Ya no podrían avisarles de cuándo entrar por la puerta principal a los demás para los refuerzos que iban a necesitar, ahora tendrían que conseguir llegar a la puerta principal para poder abrirla y dejar paso a los de fuera, lo que quería decir que estaban sólo ellos cinco para conseguir hacerlo contra lo que fuese que hubiese en la primera planta, que suponían que iba a ser mucha gente. Sólo tendrían una oportunidad y, para ello, tenían que contar con el factor sorpresa de nuevo, lo que incluía ir en el mayor silencio posible y no utilizar las pistolas a no ser que fuese estrictamente necesario, ya que alertarían a la gente de otras plantas y, en ese caso, su plan fracasaría con casi total seguridad.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora