1. Álex

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Era un día brillante en 3° de primaria. Álex, una niña impulsiva pero estudiosa, acababa de recibir un examen. Su nota no fue baja, obtuvo un 9.9, lo que le molestó era esa maldita décima que Rocío, la profesora de conocimiento del medio, no le dio. ¿Y por qué? Porque ella era la única profesora que le tenía manía.
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En segundo Álex presentó un dibujo para un concurso en el que también participaba el hijo de la profesora. La diferencia fue que ella ganó y el niño no. Desde esas, la profesora y su hijo la odian.
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Ella cae mal al resto de la clase y el pequeño colegio por otras razones. Pero no estamos aquí para hablar de esto, sino para saber como reaccionó Álex a este suceso.

Muy enfadada, se acercó a la profesora con el examen en la mano.

-Rocío, ¿por qué me has puesto está nota en el examen?

-Porque has tenido una falta de ortografía. Has puesto bien con v.

-No. Yo lo puse con b pero tú me corregirse que era con v.

La profesora, indignada por la respuesta de su alumna que sí tiene razón, le quita el examen y le dice:

-Pues no me importa, tu nota ya está puesta y no voy a cambiarla. Además, te voy a poner un negativo por mal comportamiento.

-¿Qué he hecho?

-Has venido aquí a reprocharme sobre tu nota.

-No seño, yo sólo le he preguntado por qué me la puso.

-¿Con que sigues rechistándome? Muy bien, pues que sean dos negativos.

-Pero...

-¿Prefieres llevar tres?

La niña, enfadada, se va a su silla, coge un bolígrafo y un papel y hace un dibujo de como le gustaría que estuviese su estúpida profesora.

Os diría lo que ocurrirá en el comedor, aunque prefiero que lo leáis.

En el comedor dan zumo de postre. Álex ve a Rocío riéndose con su hijito. Ella se acerca con la pajita en la mano, mira a la profesora a los ojos y apunta. En un momento que los dos están incrédulos mirando a la niña, usa la pajita y... se la clava a Rocío en un ojo. La profesora empieza a chillar.

Álex no se arrepiente de haberlo hecho. Como ha calculado, un profesor se le acerca por detrás e intenta amarrarla entre sus brazos. Pero ella eso ya lo había previsto así que consigue escabullirse entre sus piernas y sale corriendo del comedor. Cuando ya está llegando a la verja para huir llega la policía. Ella se echa a llorar y dice que una niña le ha clavado una pajita en un ojo a una profesora. El policía, demostrando su gran inteligencia, va corriendo al comedor.
Álex se va a casa. Tiene la mala suerte de que su padre, un hombre divorciado que no tiene preocupaciones y que nunca le hace caso, la está esperando con un policía al lado.

-Áxel, ¿qué has hecho ahora?

-En primer lugar, soy Álex. En segundo lugar, puedes decir palabrotas y pegarme que no creo que al policía le importe.

El padre, avergonzado ante las palabras de la niña, le suelta una torta que ella no tarda en esquivar.

-Oiga, no trate así a su hija.

-Es mía y haré lo que me de la gana con ella.

El poli se percata de que va a intentar volver a pegar a la niña y le suelta una descarga al padre. Luego se dirige a la niñita.

-Hola pequeña.

-Se supone que no debo hablar con extraños.

-Tienes razón. No debes preocuparte, yo soy alguien de fiar.

-¿Y cómo sé yo que no eres un pederasta que ha venido a pillarme porque mi padre se ha cansado de mí?

-Llevo uniforme.

-Buena estrategia.

-¿Cómo te llamas señorita?

-Álex.

-Yo soy el agente Galán.

-Galán, que raro.

-¿Sabes dónde está tu madre?

-Ella desapareció cuando mi padre la engañó con otra diciendo que su cuerpo era más de mujer que el suyo.

-¿Y por qué se quedó tu padre con la custodia?

-Porque ella se marchó sin coger nada.

-Supongo que tu padre no te habrá educado.

-En realidad hago lo que me da la gana porque soy especial y me lo merezco.

-Pues yo creo que aquella profesora no se merecía aquella pajita.

-Puedo asegurarte que sí.

-Pero por culpa de eso ahora tendrás que ir al reformatorio.

-Desde luego estaré mejor que aquí.

-¿Sabes lo que es un reformatorio?

-Sí, es un lugar al que llevan a los jóvenes problemáticos que no encajan bien en la sociedad y que tienen problemas para relacionarse.

El policía, impresionado, le ofrece a la niña la mano y continúa:

-Puedo decirle al juez que te tratan mal y así puede que no te envíen al reformatorio.

-Por favor no hagas eso. No me gusta vivir aquí y allí aprenderé muchas cosas. Además, allí van los renegados de la sociedad y es justo como me siento.

-¿Y si te adoptó?

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora