38.Situaciones comprometidas

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El camello intentó volver a clavar la navaja, pero Álex consiguió esquivarlo. Dylan se limitaba a estar apoyado contra el muro. No tenía miedo, pero estaba un poco preocupado.

El hombre hizo algo inesperado. Aprovechó un momento en el que Álex hiva a darle un puñetazo para derramar un líquido verde viscoso extraño al suelo. Cuando la chica lo pisó cayó al suelo, aterrizando sobre su espalda. El pelo, la ropa y las manos quedaron manchadas de ese líquido. Olía a metal y le quemaba la palma.

Su atacante sonreía.

-Es una pequeña muestra de una nueva droga en la que está trabajando un colega. Pero mientras no esté terminada, sirve para esto.

Dylan corrió hacia ella, pero el hombre le había tirado la navaja y se le había hundido en el brazo izquierdo. Luego salió corriendo mientras se reía a carcajadas. Álex había aguantado el alarido que amenazaba con salir de su garganta.

Dylan la levantó con cuidado. Usó su chaqueta para taparla.

-Tenemos que llevarte a un hospital.

-No-le dijo ella con firmeza-, si lo haces te pedirán mi identificación, y no tengo. Llévame a cualquier otro sitio, por favor.

La sangre no hacía más que brotar de su brazo y al verla su vista empezó a nublarse.

-Dy-Dylan... date pri-prisa. -Cerró los ojos con fuera, pero tan solo sentirla brotar la mareaba.

Cuando él se dio cuenta, la cogió entre los brazos. Ella lo miró, y sin saber qué estaba pasando apoyó la cabeza contra el pecho de Dylan.

El chico comenzó a caminar hacia su casa, por los barrios menos transitados para no llamar la atención.

Cuando llegó su madre estaba tirada en el sofá, recuperándose de una pequeña resaca de la noche anterior.

Subió a su cuarto y posó a Álex sobre la cama. La giró de forma que quedaba mirando a la pared, con el mango de la navaja hacia arriba.

-Escucha, voy a sacártela. Voy a por una toalla para parar la hemorragia en cuanto lo haga. Intenta no gritar, por favor.

Ella asintió lentamente.

Él corrió al baño de su habitación y cogió la toalla. Al volver, le levantó el brazo con suavidad y se la puso debajo.

Agarró el mango, apoyó la otra mano en la cama y tiró. En cuanto la sacó, tiró de la chaqueta y se la quitó, Álex se estremeció, y una lágrima se escurrió por sus mejillas. Rápidamente tapó la herida con la toalla, ejerciendo presión para que dejase de sangrar.

-Tienes que coserla. -Le dijo ella.

Ahora el escalofrío recorrió el cuerpo de Dylan.

-No puedo. Yo nunca he cosido a nadie. Yo...

-Hay una primera vez para todo. -Lo interrumpió.

Le dio instrucciones de todo lo que tenía que traer. Él las fue llevando, completamente pálido. Cuando ya tenía todo lo necesario, lo puso en una silla cerca de la cama y quedó frente a Álex. Ella se encontraba mejor, y su voz sonaba más tranquila.

-Primero limpia la aguja con alcohol.

El fue siguiendo los pasos uno a uno.

El momento de coser llegó. Para ayudarlo, Álex le iba hablando de donde tenía que hacerlo con exactitud. Al final lo hizo bastante bien. Tapó la herida con esparadrapo y la chica pudo ponerse boca arriba.

-No lo has hecho nada mal, para ser tu primera vez.

Él se quedó callado.

Pasaron diez minutos y bajó a la cocina a por algo de comer. Le subió a la chica un plato de sopa, que insistió en darle. Después les dijo a su madre y a la criada que no entrasen en toda la tarde en su habitación. Para asegurarse, también cerró la puerta con llave.

-¿Podemos hablar?-Le preguntó serio.

-La verdad es que me gustaría.

-Bien -se frotó la nuca-, siento mucho lo del beso del otro día. Estaba intentando demostrarte lo que sentía por ti y me salió así.

-No importa. En realidad me gustó. Solo que no supe reaccionar.

-Es que... no sé sientes lo mismo que yo.

-Verás, tengo una pequeña deficiencia. Soy, bueno, superdotada -Los ojos de Dylan se abrieron de par en par. Sabía que ella era muy lista, pero no se esperaba que fuese por eso.- Y eso me hace verlo todo de una forma fría. Y fríamente, pienso que si tú y yo fuésemos algo, podría pasarte algo horrible y desagradable. Y yo no quiero que eso pase. Por eso no te demostré lo mucho que tu también me gustas.

Ambos se quedaron callados. Dylan no se esperaba una confesión tan directa, más bien una escusa rebuscada y difícil de creer. Pero esa confesión de encantó. Hizo que su entumecido corazón latiese con más rapidez de la que nunca hubiese imaginado... y a ella le pasaba lo mismo.

Dylan, que hasta ahora había estado en una silla delante de ella, se sentó en la cama a su lado. Con la mano, agarró la de Álex.

-Para mí eres realmente muy importante.

Se levantó y entró en el baño. Llenó un recipiente de agua y lo llevó a la habitación. Le pidió a Álex que se diese la vuelta. Ella quedó con las piernas cruzadas mirando a la pared. Él metió las manos en el recipiente y luego las pasó por el pelo de ella, que estaba suelto. Poco a poco el agua quedó teñida de un verde extraño, y el pelo de ella húmedo, pero limpio. Le sacó la chaqueta del todo y la puso sobre la silla. Los pantalones apenas estaban sucios, y como no tenía muda, no los mencionó. Recordó que guardaba un pequeño peine en el cajón de su cómoda, así que empezó a desenredarle el pelo.

Al terminar, este ya estaba medio seco, puesto en la casa hacia bastante calor.

Álex le dijo que debía volver a casa, pero él le pidió que se quedara. Y ella aceptó. Estaban viendo una película por internet, cuando salieron y tuvieron la mala suerte de que les salió un anuncio un tanto peculiar.
Dylan se puso rojo de ira y de vergüenza. Cuando Álex lo miró empezó a reír en bajo y luego a leer el anuncio en voz alta.

-¿Estás cansado de estar solo? ¿Quieres experimentar algo nuevo? Entonces entra en nuestra página. Te aseguro que conocerás a las jovencitas más calientes, y a las que les gusta el sexo sin compromisos.

Ellos estaban viendo la película encima de la cama, boca abajo y apoyados sobre las manos. Así que cuando Álex acabó de leer, él la agarró de la muñeca y le dio la vuelta de forma que sus manos le sujetaban las muñecas y estaban cara a cara.

-La verdad es que sí, estoy cansado de estar solo. Y sí, me gustaría probar algo nuevo. La pregunta es, ¿a ti te pasa lo mismo?

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora