29. Feliz secuestro

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Damas y caballeros, niños y niñas, prepárense para escuchar mis palabras porque (redoble de tambores): ¡hoy es el cumpleaños de Álex!

La niña se levantó feliz. Corrió a la cocina y se comió un pastelito que había escondido ella misma en la nevera. Se lo comió y se fue rápidamente a la calle.

Allí encontró a uno de los hombres más ricos de la ciudad.

-Premio. -Susurró.

Se le acercó y pasó por su lado. Fingió que tropezaba y se tiró al suelo. Empezó a tocar se la rodilla y a moverse de alante a atrás, tambaleándose.

-O que dolor. Jolines me duele.

-Lo siento chiquilla. Espera, déjame ayudarte.

El hombre se agachó y le tendió la mano. Álex aprovechó para hacerle un análisis visual. El hombre vestía de morado, toda su ropa y zapatos. Su pelo era rubio teñido y sus ojos azules con lentillas. Tenía una sonrisa de dientes blancos y no llevaba barba. Su piel era de un blanco estrabagante. Con eso adivinado que era un pijo no demasiado inteligente, pero sí lo suficiente como para darse cuenta de que le habían robado. Tendría que hacerlo cuando estuviese distraído.

La levantó con la ayuda de su brazo izquierdo, lo que delataba que era zurdo y fuerte.

-Muchas gracias señor...

-O guapa, llámame Simon.

-Pues muchas gracias señor Simon.

Álex se marchó por el lado contrario. No le apetecía tener problemas el día de su cumpleaños.

Se fue por una calle muy transitada. Le gustaba ver tanta gente junta, aunque no pensaba robar a nadie, tan solo quería dar un paseo.

Caminó por delante de una fuente en la que se acostumbraba que la gente tirase monedas de uno y dos centavos. Decían que los deseos se cumplían. Álex no creía en esas cosas.

Siguió de largo y vio una pequeña tienda de campaña. Fuera había un cartel con un @. La niña se dejó llevar por la curiosidad y caminó hasta el interior.

Un hombre y una mujer estaban dentro. Al ver a la niña sonrieron. Entonces Álex se dio cuenta de que la mujer era la madre de Dylan.

-¿Señora Harrison?

-Hola Álex. -El hombre que estaba a su lado se tiró sobre la niña y la aprisionó entre sus brazos. Como ella debía proteger su tapadera, tenía que quedarse ahí y parecer asustada.

-¿Qué significa todo esto?

La mujer se le acercó, sonrió y le dio una bofetada. Se la dio tan fuerte que le giró la cara a un lado. Los pelos de la chica volaron a su cara y se la taparon. Notaba que le ardía la mejilla. Deseaba soltarse y matar a esa mujer, pero se contuvo.

-Verás, por tu culpa ayer mi hijo se quedó bastante entristecido. No me dijo la razón, pero dejó muy claro que tu no tenías nada que ver.

-Pues explícame la este minisecuestro y la bofetada.

-Es porque estoy convencida de que te pidió salir y le dijiste que no.

-Esa no es razón para lo que ha hecho.

-Me da igual. En fin, mañana quedarás con mi niño y quiero verlo feliz. ¿He sido clara?

-Escuche: lo que pasó es que se puso triste porque nos lo estábamos pasando genial y yo me tuve que ir.

La mujer le volvió a pegar, aunque esta vez fue un puñetazo. Provocó que se le invade el ojo y le empezase a sangrar la nariz.

-Eso me da igual. Mañana es su cumpleaños y quiero que sea feliz.

-¿Sabe que puedo denunciarla por esto?

-Sería el peor error de tu vida.

La mujer le hizo una seña al hombre y levantó a Álex de forma que sus pies ya no tocaban el suelo. La niña empezó a patalear y a te moverse 'intentando' soltarse.

-¡Soltadme!

-Cállate. Pasarás la noche en mi casa. Te pondré mona para mañana y así mi hijo se emocionará al verte guapa. ¡Le alegras el día seguro!

-Oiga que yo no soy su muñequilla personal para ponerme vestidos ya maquillarme.

-Es una pena porque mañana lo vas a ser.

El hombre la sacó de la tienda y la metió en una limusina que había justo en frente y tapaba la escena.

En el interior estaba otro gorila pegado a la puerta. En su muñeca llevaba puesta una esposa, que tenis el otro lado abierto. Dejó de estarlo cuando se lo puso a Álex. Él otro hombre hizo lo mismo. Tenía las dos manos atadas.

El coche se fue hasta el antiguo prostíbulo, lo que impresionó a Álex porque en teoría estaba cerrado.

La metieron dentro y de la llevaron a una escenario que estaba en el centro. Uno de los gorilas le quitó la esposa a la niña y el otro la esposó a la barra del centro del escenario. Álex se sentó.

Ella miró a su alrededor. Parecía que todo estaba limpio y en su sitio.

-¿Qué es este sitio?

-Esto va a ser una futura discoteca. A lo que estas atada será una mesa de mezclas y el resto una pista de baile y allí... Espera, no estamos aquí para eso. Tu vas a pasar aquí la noche y mañana vendré a ponerte guapa.

-¿Y si quiero comer o hacer pis?

-Te aguantas hasta mañana por la mañana, que será cuando te deje ir al baño. La comida será a la noche cuando hayas hecho a mi hijo feliz.

-Señora son las doce de la mañana. Usted pretende que me pase casi dos días sin beber ni comer.

-Vale, quizás sea demasiado, pero no te preocupes. Te traeremos agua y comida hasta las ocho de hoy. Después ya no puedes más.

-Espero que sepa que con que me hubiese dicho que mañana es el cumpleaños de su hijo y que quería que le acompañase yo lo habría hecho encantada.

La mujer se quedó sin palabras y se sonrojó a causa de la ira. A Álex le hizo gracias y se le escapó una risita.

-¡No te atrevas a reírte de mí!

Se le acercó y la levantó tirándole del pelo. Álex se quejaba pero a la mujer parecía darle igual.

-Escúchame. Tu no eres nada. Tan solo eres una insignificante mierda que se ha cruzado en el camino de mi hijo y parece que a él eso le ha afectado. Vas a saber quien soy yo, ya sea por las buenas o por las malas.

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora