31. Nuevas amistades

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Álex y Dylan estaban en la habitación. Se miraban el uno al otro, intentando adivinar la posible reacción. El chico no sabía qué iba a pasar, pero tenía claro que no podía ser bueno para él.

Ella se inclinó y lo miró a los ojos.

-A ver, quiero que te quede clara una cosa, nadie puede chantajearme y mucho menos un niño rico como tú. Pregúntame lo que quieras y te responderé sinceramente; claro está que tú no podrás decirle a nadie todo lo que yo confiese y habrá que hablar en voz baja para que no nos escuchen tus padres. Y después de todo esto me devolverá mi pelo. ¿Aceptas?

Dylan asintió. A él no le interesaba demasiado denunciarla a la policía, solo quería saber la verdad. Respecto a sus padres... la puerta estaba cerrada con llave y hablarían en voz baja.

-Sí. Voy a empezar. ¿Me secuestrar tú? -Susurraba.

-Sí.

-¿Soléis robar?

-Sí.

-¿Eres se aquí?

-No.

-¿Entonces de dónde vienes?

-Eso es un secreto que no voy a desvelar.

Dylan se decepcionó.

-¿Dónde vives?

-Secreto.

-¿Tienes jefe?

-Sí.

-¿Soy el primero al que secuestras?

-Sí.

-¿Puedo saber la razón de mi secuestro?

-Lo siento, pero no.

-¿Me ensañarás y ayudarás a aprender algo de lo que tu haces?

Álex levantó una ceja. Podía sacarse un buen dinero por eso.

-Eso depende. ¿Me devolverás el pelo y me pagarás 20£ la hora si lo hago?

-Sí. Escepto lo del pelo, que me lo guardaré gasta que me hayas enseñado lo suficiente.

-Entonces sí.

-Solo tengo una pregunta más, ¿cómo te hiciste lo del ojo?

-No creo que a tu madre le haga gracia que te lo diga -Miró al reloj de la habitación y comprobó que ya eran las dos -. Te go que irme, y dile a tu madre que te lo has pasado bien conmigo; o genial.

-¿Podrías quedarte a comer?

Álex se lo pensó.

-Vale. Solo porque hoy es tu cumpleaños.

Dylan la agarró de la mano y bajó corriendo por las escaleras. Le dijo a su madre que Álex se quedaría a comer y ella sonrió.

Se sentaron todos a la mesa. Fue una comida bastante tranquila. Hablaban relajadamente. Álex y Dylan fueron los primeros en terminar.

El chico se la llevó de nuevo a su cuarto. Quería hacerle más preguntas, pero en otro sitio que conocía muy bien.

Salieron a una calle que Álex no conocía de nada. Entraron en un youth club que tenía la fachada azul oscuro y tenía puesto en la puerta RUSH.

Dentro del local habían un montón de adolescentes. En un cartel ponía que era un club para gente de entre doce y dieciséis años. Cada grupo de personas se apartaba del resto. Allí se encontraban un montón de juegos: pin pon, billar, dardos, máquinas de juegos, futbolín... También contaba con una pista de baile y varias máquinas de refrescos y chocolatinas.

Dylan se llevó a Álex por un pasillo. En el final de este había una puerta que ponía 'EL JEFE'. Petó y pasaron cuando una voz del otro lado les dio permiso.

En una silla enorme se hallaba sentado un niño de unos quince años como mucho. La habitación tenía las paredes de madera y el suelo de parqué. Delante del niño había un escritorio del mismo material que las paredes, y la silla en la que estaba sentado era de un material mullido negro. El chico parecía alto, llevaba un traje gris y lucía unos ojos marrones con un pelo rubio más claro que el de Dylan.

Cuando los dos entraron el chico sonrió.

-Dylan migo mío, ¿a qué se debe esta agradable y muy bien acompañada visita?

Le guiñó un ojo a Álex, pero ella lo ignoró por completo.

-Rush, quería presentarte a Álex. Es una personilla muy interesante.

Rush se levantó con las cejas alzadas y cara de satisfacción, con una pizca de sorpresa.

-¿De verdad? ¿Y cómo es de buena?

-Pregúntaselo.

Rush caminó hasta Álex y se quedó frente a ella, muy cerca. Analizó cada rasgo y se fijó sobre todo en sus ojos.

-Tienes unos ojos negros preciosos. Seguro que hay tanta oscuridad en tu corazón como en ellos. Cuéntame, ¿cómo se te da el carterismo?

Álex no pudo evitarlo y soltó una carcajada.

-¿Va en serio? Que asco de pregunta. Es un juego de niños.

A Rush se le quitó la sonrisa de la cara y se puso más serio. Aparentaba indestructible, mas Álex podía ver a través de esos ojos y sabía que no se esperaba la respuesta que acababa de darle.

-Muy bien. Demuéstralo.

Álex levantó una mano y dejó ver una cartera entre sus dedos. La cara de Rush se mostró impresionada y sorprendida.

-Cuando te has acercado, no te has dado ni cuenta de que mi mano y tu cartera que estaba escondida en tu bolsillo derecho se han encontrado. Por como esta de mullidita, puedo adivinar que como mucho tendrás 20£ y tu documentación personal.

-Impresionante. -Dijeron los dos chicos al unísono.

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora