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Se despertó en una almohada húmeda. Entonces recordó que había estado llorando toda la noche. Se puso una ropa que había sobre el escritorio de la habitación. Era un mono de color azul con una camiseta rosa y unas zapatillas del mismo color. Se cepilló el pelo y se lavó los dientes.

Salió de la habitación y caminó a la cocina. Dentro solo estaba un mayordomo.

-Disculpe señorita, pero el señor Dake aún no ha llegado.

-Me da igual, quiero desayunar sin él.

-Como desé.

Le sirvieron un bol de cereales que devoró en segundos, y una pastilla anticonceptiva. Después volvió a la habitación, cerró la puerta con llave y se tumbó en la cama.

Pasó media hora y petaron a la puerta.

-¿Álex? Álex soy Dake. Venga abre la puerta, hablemos.

No le respondió. El chico giró el pomo y comprobó que estaba cerrado. Estaba enfadadísimo. Golpeó y pateó la puerta, pero esta no cedió.

-Álex no me enfades. Abre, hay algo que tienes que saber.

Ella se levantó y se sentó al lado de la puerta.

-¿Por qué iba a hacerlo? ¿Para que me violaras otra vez? Gracias, pero no me apetece.

-Álex, en serio, es importante.

-Pues dímelo a través de la puerta.

Dake suspiró. Se sentó y se apoyó contra la puerta. Tomó aire y comenzó:

-La persona que debía venir mañana se retrasará unos días. Dos en concreto. Espero que no te moleste.

-Por su puesto que me molesta.

-Mira, siento lo de ayer.

-Vaya, si nos paramos a analizarlo, me has pedido perdón por dejarme medio ciega y por violarme. ¿Qué será lo siguiente? ¿Prenderme fuego? ¿Cortarme una estremidad? ¿Darme una paliza? Sabes, mejor me callo. No vaya a ser que alguna de las ideas se convierta en una realidad.

-Oye, lo del ojo fue un arrebato de ira del que estoy muy avergonzado, y lo de violarte algo necesario para salvar al chico que según tu "amas".

-Eso no era necesario y lo sabes.

-A mí tampoco me hizo mucha gracia tener que drogarte y hacértelo mientras llorabas. Y para que lo sepas, tu ojo izquierdo cuando lloras en vez soltar lágrimas suelta sangre.

-Lo he notado, muchas gracias.

-¿Me vas a dejar pasar?

-Depende, ¿me vas a hacer algo que yo no quiera?

-No.

-¿Me lo prometes?

-Te lo juro.

Álex abrió la puerta despacio y dejó pasar a Dake. Éste entró con tranquilidad. Álex volvió a cerrar la puerta y se sentó en la cama. Dake se puso en cuclillas delante de ella. Álex lo miró a los ojos. Ella tenía en el derecho lágrimas y en el izquierdo sangre acuosa. Dake sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo dio. Ella se lo pasó por los ojos.

-Voy a serte sincero. Me gustaría que me escuhases y no intereumpieras hasta que termine. -Ella asintió. - Empezamos a investigarte cuando entraste en el reformatorio. Mis padres trabajaban para un gran cerebro con mucho dinero y me contaban todos sus descubrimientos. Querían que yo siguiera con su trabajo en dos o tres años. Así fue como empecé a saberlo todo de ti. Cada vez que escuchaba todo lo que tu padre te hacía... quería ir y... y... -Se aclaró la garganta. - En fin, puedes imaginártelo. Verás, a mis padres no le gustaba demasiado el sistema de educación y decidieron ponerme a cargo de una institutriz. La única chica a la que veía de mi edad, y solo en fotos, era a ti.  Poco a poco empezaste a... bueno... ya sabes. Mi único deseo era ayudarte. Cuando te escapaste y viniste a Londres me alegré tanto que empecé a trabajar para vigilarte. Mi único cometido era traerte a esta casa para que esa persona te conociese. Y entonces pasó. Una mañana que te estaba siguiendo te atacó el camello y ese maldito Dylan te llevó a su casa. Os espié hasta que empezasteis a hacer el amor. Me entristecí hasta puntos insospechados. Tan solo quería estar contigo, pero por desgracia él también. Después de tanto tiempo, vi la oportunidad perfecta para traerte sin que nadie sospechase. Lo único malo fue que te resististe más de lo esperado y tuve que tomar duras decisiones. Siento mucho todo lo que hice. He... terminado.

Álex lo miraba perpleja. Su corazón latía descontrolado y vacilaba.

-Me estás diciendo... que lo sabes todo sobre mí.

-Sí.

-¿En serio?

-Sí.

-¿Me estás diciendo que llevas desde los nueve años... preocupándote por mí?

-Sí.

-Entonces creo que podré perdonarte.

Agarró a Dake del cuello de la camisa y lo besó. Cuando lo alejó le hizo una pregunta:

-¿Cuántos años tienes?

-Acabo de cumplir los dieciséis.

-El día que me secuestraste aparentabas más.

-Se suponía que no podían reconocerme, así que tuve que hacer uso del maquillaje.

-Eso me hace sentir mejor por lo de aller.

-Me alegra escuchar eso.

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora