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Justo antes de comer llegó la persona anónima. Álex y Dake corrieron a la entrada para abrirle la puerta.

A Álex le iba el corazón a mil por hora. ¿Quién sería? Estaba muy nerviosa. ¿Y si era un padre que había vuelto para llevársela de nuevo a casa y en cerrarla? ¿Y si era Kurt y otros guardias que habían vuelto para meterla en el reformatorio? ¿Y si era Marta o Juanmi? ¿¡O HENRY!?

La puerta empezó a abrirse. Una mujer de largos cabellos largos negros  con un vestido rojo entró. Cuando vio sus ojos, exactamente del mismo color que los de Álex, empezó a contener el aire.

-¿M-Mamá?

-Soy yo. Soy tu madre.

-C-cómo... no puede ser... tú... tú y ya no... yo...

Dake le puso la mano en el hombro.

-Señorita, por favor suba con nosotros a la cocina. En breves momentos iremos a comer. Y creo que vosotras dos tenéis mucho de lo que hablar.

-Esa es una gran idea señorito Dake. -Respondió la mujer.

Los tres caminaron a la cocina. Dake encabezaba la marcha, Álex se movía detrás de él y la mujer iba a su lado. Intentaba no mirarla, esto era un shock muy grande para ella.

En la mesa todos comían con tranquilidad.  Cuando llegó el postre la mujer habló.

-Bueno, Álex, ¿no piensas decirme algo?

-¿Cómo qué? -Respondió seca y con el rostro impasible.

-Pues no sé. Algo como: Hola mamá, te he echado de menos...

-Entonces estaría mintiendo.

-Álex. -Le riñó Dake.

-Déjalo. Estás enfadada, y lo entiendo. Pero soy tu madre y me gustaría arreglar las cosas.

-¿Entonces por qué me dejaste con ese miserable al que debía llamar papá? -Le reprochó.

Se hizo el silencio.

-Pensé que si te llevaba conmigo... no podrías llevar una vida normal.

-¿Cómo te llamas? -Le preguntó Álex.

-Sofía.

-¿Por qué me avandonaste?

-Tu padre me engañó. No sabía que hacer. Creía que todo había terminado para mí. Te dejé en la casa, corrí a un puente, e iba a saltar cuando alguien agarró del brazo. Un hombre alto, un policía. Me llevó a su casa. Estuvimos hablando y me consoló. Al día siguiente, antes de que me fuese, me dijo que él también tuvo problemas, y me pidió que me quedase con él.

-¿Su nombre?

-Richard. Pero en el momento que lo conocí, era el agente Galán.

Álex se quedó sin aire. Sintió que todo le daba vueltas y se desmayo. Dake corrió a levantarla del suelo y Sofía llamó a un mayordomo para que informasen a un médico.

Al despertar, en la habitación se encontraban Dake, Sofía y Richard.

-Agente Galán.

-¿Nos dejarás adoptarte? -Le preguntó él sin rodeos.

-Sí. -Respondió con lágrimas en los ojos.

-Por cierto, Dake es mi sobrino. Su padre fue uno de los científicos que trabajo para que tuvieras esa... inusual, habilidad.

-Balla, eso sí que no lo sabía.

Miró a Dake con desaprobación, éste se rascó la nuca.

-Deberíamos irnos a casa. -Sugirió Sofía.

-¿Y dónde vivís? -Preguntó Álex con preocupación.

-Sofía dirige una empresa de cosméticos en Francia y yo soy policía allí. Lo hicimos para que pudieras vivir lejos de tu antigua vida y tuvieses una nueva oportunidad.

-Henry debe de estar preocupado.

-Ya he hablado con él. -La tranquilizó su madre. -Todos están muy contentos de que te adopte. Juanmi y Marta se han ido a vivir allí también. Y los padres de Dake están en el mismo edificio que nosotros. Será como si nunca te hubieses ido.

Los tres compartieron un enternecedor abrazo.

Estaban los cuatro en el avión. Preparados para empezar su nueva vida. Álex estaba asustada, pero contenta. Por fin podría ser "normal".

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora