Los siguientes días Álex no salió de la fábrica. Estaba metida en la cama todo el día; solo salía para ir al baño o para comer. Marta y Juanmi estaban realmente preocupados por ella. Ambos habían intentado hablar con ella varias veces, pero ella les respondía con monosílabos y se daba la vuelta.
Henry pensó que estaba enferma, por lo que decidió darle su espacio y esperar a que se recuperase.
Pero había alguien que no aguantó más, una persona que necesitaba saber la razón de que su compañera estuviese así: Antonio. Sí, él ya estaba arto de que su contrincaria más competente estuviese en ese estado. Era lamentable.
En la comida se acercó a ella.
-¿Puedo saber qué rayos te pasa?
-A ti qué te importa.
-Si no me importase no te lo preguntaría.
-Me da igual. Quiero estar sola, y tu presencia es repulsiva en estos momentos.
Antonio se levantó y se marchó enfadado.
Estuvo investigando los movimientos de Álex y descubrió que había estado disfrutando de la compañía de Dylan. Al saber eso, siguió buscando "coincidencias", y una de ellas fue que hace tres días ella había estado wn su casa. Desde esas se quedó en la fábrica. Su conclusión fue que si ella se encontraba así era por la culpa de ese chico.
Nuestro amigo Dylan también se encontraba en un estado bastante... peculiar. Había dejado el piano y obligado a sus padres a apuntarlo a clases de defensa personal.
Esos tres días estaban siendo duros. Tenía agujetas en brazos y piernas, además de que aún le dolían los moratones de la paliza.
Mientras él domingo transcurría con tranquilidad, él volvía a casa andando.
Llevaba el saco de deporte colgado del hombro izquierdo y caminaba serio. Prestaba atención a su alrededor y miraba con su ojo morado a todos los que se le cruzaban.
Fue una pena que Antonio estuviese entre ellos.
Ambos se pararon, uno al lado de él otro, Dylan mirando hacia delante y Antonio hacia atrás.
-¿Te acuerdas de mí? -Preguntó Antonio con malicia.
-Como olvidarte.
-Tenemos que hablar.
-¿Puedo saber por qué?
-Lo sabrás si aceptas.
-Está bien.
-En ese caso sígueme.
-No, cada vez que sigo a alguien acabo mal, ésta vez tú me seguirás a mí.
Dylan echó a andar y Antonio le siguió.
Lo llevó al comienzo de su calle, donde había una fila de contenedores larguísima. Se metieron detrás de ella y comenzaron a hablar.
-Cuenta, te escucho.
-No sé si te has enterado, pero Álex lleva unos días, como decirlo... inactiva.
-Sí que llevo desde el jueves sin verla, pero supongo que estaréis ocupados. No se si me explico.
-Oh, claro que lo haces. Pero no es por eso, así que pensé que tu me explicarías la razón.
-Pues ni idea, ¿a qué refieres exactamente con inactiva?
-No lo sé, dímelo tú.
Dylan no conseguía entender nada.
-Vale, ya me cansé de este juego en el que ninguno sabe nada. ¿Piensas ir al grano?
-Está bien. Álex lleva tres días metida en cama, con el ánimo por los suelos. Se niega a salir y a hablar con nadie. Y eso es desde que estuvo en tú casa el jueves. ¿Vas a explicarme por qué?
Dylan recordó el beso y la reacción que Álex tuvo ante él.
-No.
-¿Disculpa?
-He dicho que no.
Ahí la paciencia de Antonio explotó. Con sus brazos musculosos agarró a Dylan por el hombro.
-Mira, me estoy hartando de ti. Me da igual si no me dices la razón, lo que quiero es volver a verla sonreír. Y para eso necesito que tu me ayudes. Así que vas a mover el culo y me vas a ayudar.
-¿O qué?
-No me obligues a enseñártelo. Ese ojo morado ya me enseña que han tocado tu bella carita de niño rico antes.
-Dile a Álex de mi parte que quiero verla mañana en mi casa a las siete. Allí lo aclararemos todo.
-Espero que así sea.
Le soltó el hombro y se marchó caminando con despreocupación del barrio. Cuando ya no tenía a Dylan a la vista echó a correr con entusiasmo. Sí, entusiasmo.
Sin embargo, Dylan siguió andando con tranquilidad. Cuando entró en casa, tiró la mochila en el suelo y subió corriendo a su cuarto.
En el se cerró la puerta y se sentó contra ella. Empezó a maldecirse a sí mismo por haber dicho eso. ¿Qué iba a decirle cuando la viese? Se echó a llorar por la impotencia. Quería verla pero no sabía cómo animarla. Aunque tenía claro que si quería animarla de verdad, lo haría. Costase lo que costase.
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La chica del reformatorio
ActionÁlex es una niña superdotada que nunca fue querida por nadie. Sus ojos y pelo negro destacaban sobre las demás chicas, por lo que no tenía amiga. Además, era bastante deportista, algo que los chicos envidiaban, no tenía amigos. Su elevada inteligenc...