14. Perdiendo la razón.

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Antonio estaba en su cuarto. Ya habían pasado dos meses desde que fue lo del incendio. No había vuelto a con Álex ni ella con él. Seguí preguntándose por qué la había salvado, es decir, el incendio era para acabar con ella o al menos herirla gravemente.

-Lo único que conseguí fue un pequeño corte. -Dijo airado.

Tiró la almohada de su cama contra la pared.

Quería relajarse, pero no podía. Estaban a septiembre, pronto empezaría las clases en el reformatorio y tendría que ver a Álex todos los días.

Salió enfadado de la habitación y fue hacia una pequeña piscina climatizada que había para aprender a nadar. A punto de entrar en los vestuarios compartidos se chocó con alguien. Esa persona cayó al suelo, pues él iba casi corriendo.

-Oye a ver si miras por donde vas. -Dijo mientras se levantaba.

Sus miradas se encontraron. Se había chocado contra Álex. Genial, tenía que ser ella, pensó.

-No he sido yo quien iba como una niña por el pasillo.

-Que cara tienes diciendo que la culpa es mía.

-Ja, esa sí que es buena.

Álex llevaba camiseta de manga corta y Antonio pudo ver la cicatriz. Eso lo paralizó durante un momento. Álex se aburrió de verlo quieto y esquivándolo se marchó. ¿Qué me está pasando? Se preguntaba. Entró en el vestuario.

Después de dos horas nadando decidió que ya era hora de salir e ir a comer.

En la puerta del comedor vio a Santi. Esto no era bueno. El chico iba acompañado y se acercó a él. El pequeño grupo lo rodeó y lo escondió del resto de personas que pasasen.

Empezaron a empujarle, darle tirones de pelo, patadas y le cayó algún que otro puñetazo. Se marcharon y lo dejaron tirado en el suelo temblando.

El chico se sentó y se apoyó en la pared.

Álex pasó con su grupo de amigos lo miraron impasibles. Marta y ella se miraron. Ella le decía con la mirada que le ayudase pero ésta se negaba.

Álex siguió andando y Marta iba hablando con ella. El resto se quedaron cerca de Antonio. Se agacharon y le dijeron.

-¿Sabes? -Empezó Juanmi. -, te lo mereces. Álex nos lo contó todo, disfruta de tu karma.

Se levantaron y se marcharon. Antonio también se levantó con dificultad.

Entró en el comedor y se sentó en una mesa apartado.

Álex había decidido sentarse con sus amigas. Hablaban de un robo que realizarían. Por la noche, iban a robarle al cocinero las llaves de la cámara de frío, donde es bien sabido que se guarda helado.

Acabaron de comer y corrieron a sus habitaciones. Se vistieron de negro, se hicieron unas colegas y se prepararon para salir a las diez.

Llegaron las nueve menos cuarto. Fueron corrieron todas a la habitación de Álex. Ésta les explicó lo que había que hacer.

Las diez, se cerraba la cocina. Se movieron rápido por los pasillos, esquivando el radio de visión de las cámaras.

Frente al comedor no había ninguna, pero dentro había una justo encima de la puerta. Fue muy fácil de esquivar. La cámara está diseñada para ver en la oscuridad. Por lo que hicieron una escalera humana. Álex se subió encima de todas y pego un papel en la lente. Avanzaron hasta la cocina.

El cocinero ya estaba listo para marcharse. Vieron el panel de llaves. Cogieron las de la puerta de la cocina y la de la cámara de frío. Se descendieron bajo las mesas. Escucharon como el hombre salía por la puerta de fuera y salieron de sus escondites. Abrieron la puerta de fuera y luego la frigorífica. La dejaron entreabierta porque desde adentro no se podía abrir. Buscaron los helados por todas partes.

Al final los encontraron escondidos debajo de las estanterías. Cogieron una tarrina y se dirigieron a la puerta. Álex iba a abrirla, pero estaba cerrada.

-Chicas, que está cerrada.

Todas se alarmaron y fueron a comprobar si era cierto. Por desgracia lo era. Entre todas empezaron a empujar, pero no conseguían abrirla.

-Chicas, os noto nerviosas.

Se miraron entre ellas. Esa voz sonaba desde fuera.

La más alta de ella se asomó y vio por una pequeña ventanilla que Antonio estaba fuera. Se lo contó a sus compañeras y empezaron pedir desde el otro lado que abriera, pero este no les hacía caso.

-Lo siento, no lo veo posible. Está mal lo que estáis haciendo, quizá deberíais quedaros ahí toda la noche, con un castigo a mayores claro.

Bajó la temperatura de la cámara con el termostato de fuera. Antes estaban a °0, ahora estaban a -10. Todas empezaron a tiritar, Álex la primera.

-Abracémonos. -Siguió una de ellas.

Se juntaron y se abrazaron con fuerza. Seguían teniendo frío, pero podían aguantarlo. Los labios de una se pusieron morados y se desmayó. Álex, asustada, empezó a hablar desde el otro lado.

-Antonio, por favor, una de nosotras morirá por hipotermia si no nos dejas salir.

-Yo no tengo la culpa de que hayáis entrado.

-Antonio te lo suplico -Dijo golpeando la puerta. -, déjala salir al menos a ella.

-Hagamos un trato.

-¿Cuál?

-Os dejaré salir si tú haces todo lo que yo te diga.

Se miraron entre ellas y Álex vio que en el techo había un conducto de ventilación.

Rápidamente hicieron escalera y ella subió y pasó por el hasta la cocina. Aterrizó encima de Antonio. Este se quedó tumbado en el suelo. Álex abrió la puerta y salieron con su compañera entre los brazos. Dejaron el helado en su sitio, las puertas cerradas, las llaves en su sitio y quitaron el papel de la cámara. Antonio tuvo que quedarse escondido debajo debajo de una mesa para que no pudiera gravarlo.

El la habitación de Álex, tumbaron a su amiga en la cama. Cogieron una toalla, la mojaron con agua caliente y la pusieron en la frente de la chica a tiempo que la tapaban.

Poco a poco, entró en calor y se despertó.

Sus amigas se fueron a sus habitaciones y la chica se quedó en la de Angélica para que así pudiera cuidar de ella por la noche.

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora