21. Preparada para robar

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El primer mes en Londres había sido duro. Los entrenaron física y mentalmente, además de darles clase a los todos. Un buen grupo optó por la legalidad, a esos los llevaron a una ciudad de Grecia, donde pudieron conseguirles una familia a todos ellos.

El resto ya estaban listos. Pensaron que era el momento de ponerles una prueba. En Londres existe el banco de BARKLAYX. Álex, Juanmi, Antonio y Sofía (una de las amigas ladronas de la chica) tendrían que robas exactamente mil libras, que serían 1259 euros.

Llevaban toda la semana preparándose. Juanmi se situaría en la azotea del lugar para que Álex lo llevase hasta la sala de seguridad, donde él la desactivaría. Luego con sus indicaciones, Sofía y Antonio entrarían y accederían a la caja fuerte a por el dinero. Lo que ellos no sabían, es que uno de los hombres los acompañaría por si la cosa se ponía fea.

-¿Podemos cargarnos a alguien? -Preguntó Antonio demasiado ansioso.

-No, preferimos el robo ninja, que es como llamamos entrar, coger lo que queremos y salir. Sin que nadie se de cuenta por supuesto.

Eso desilusionó al chico.


Era la hora. Álex llevaba tapada de la mitad de la cara para abajo y el resto de la cabeza con un único velo que le había enseñado a ponerse. Sofía iba al descubierto, le daba igual que la viesen. Antonio llevaba un pasamontañas y Juanmi un antifaz que le tapaba casi toda la cara por unas cintas que llevaba la final. Iban vestidos de negro, con pantalones, escepto Álex que llevaba una falda pantalón que explicó que le daba confianza.

Una furgoneta blanca los llevó al edificio de enfrente, que era un motel muy famoso por quienes trabajaban en el.

Estaba abierto. No tenía cámaras, por lo que entraron con tranquilidad evitando de vez en cuando a algún que otro hombre con alguna que otra prostituta. Al llegar a arriba del todo, se fijaron en que no se podía subir más, por lo que abrieron una ventana, Álex enganchó un extremo de una cuerda que llevaba a la pata de una mesa que, por alguna extraña razón, estaba clavada al suelo y tenía unas esposas en la otra pata. Agarró el gancho que estaba del otro lado, cogió carrerrilla desde donde estaba, corrió a la ventana y lo lanzó a una parabólica que había en el banco. Por suerte se enredó en ella. Se apretó los guantes que llevaba puestos y se agarró a la cuerda. Empezó a descender por ella como si fuese un mono balanceándose en una liana. Llegó al otro lado bastante rápido. Hizo una señal y todos descendieron de la misma forma. Juanmi llevaba un portatil en una mochila, que usó como tirolina para bajar más rápido.

Álex y Sofía habían traido una horquilla y un destornillados cada una. Los usaron para abrir la puerta.

Entraron con sigilo. Como Álex tuvo la idea de la sala de seguridad, era la que encabezaba la marcha.

Varias cámaras se interpusieron en su camino, pero las sortearon fácilmente con Sofía. Juanmi puso notar que eran cámaras de movimiento, con que bastaba con ponerles un papel delante para que no los viesen pasar.

Llegaron a la sala. Dentro se encontraban tres guardias. Antonio y Álex entraron los primeros. Con unos cuantos golpes en los sitios correspondidos los dejaron inconscientes. Descagaron sus armas, los ataron con sus propias esposas y los metieron en un armario en el que nop había nada. Además, cogieron sus gualquitalquis y los dejaron cerca.

Juanmi se puso a hacer su magia. Las cámaras y la seguridad ya no funcionaban, entonces se dio cuenta.

-Mierda. -Dijo bastante enfadado.

-¿Qué pasa? -Preguntó Sofía.

-La caja fuerte esta dos pasillos más adelante a la derecha. En el que se encuentra, hay unos sensores de movimiento que activan una alarma. Y lo peor es que no puedo desconectarlo porque tiene un generador a parte.

Sofía y Álex se miraron. Esta era su especialidad. Se pusieron los cuatro unos auriculares para permanecer en contacto.

Corrieron siguiendo las indicaciones de Antonio. Cuando ya estuvieron en el lugar les ordenó parar.

-Vale chicas, ahora tenéis que encontrar la forma de pasar sin tocar el suelo.

Las paredes debían de estar a un metro de cincuenta de distancia. Álex y Sofía tuvieron la misma idea. Se agarraron de las manos y las tensaron. Apoyaron los pies en las paredes y se dieron cuenta de que podían pasar apoyando sus espaldas. Las chocaron y comenzaron a abanzar así, sin tocar el suelo. Antonio y Juanmi miraban asombrados por la cámara de seguridad.

Con la caja fuerte justo al lado, se dieron cuenta de que se necesitaban siete llaves y una convinación para abrirla.

-Vale, en el sitio que estáis no podéis bajaros, pero no os alejeis más de cincuenta centímetro de la caja.

Haciéndole caso, se pusieron a abrir las cerraduras. Como la séptima estaba demasiado alta, Sofía se subió encima de su amiga y la abrió sin problema.

-Bien. La convinación está en estos archivos. Esperaz un momento, la estoy buscando.

Solo pasaron dos minutos y se escuchó a alguien venir. Las dos chicas entraron en pánico.

-Juanmi date prisa, viene alguien. -Le susurró Sofía.

-Casi está, tienen muchos códigos de seguridad.

No tenían tiempo, podían escuchar sus pasos cada vez más y más cerca.

-Juanmi. -Lo apuraron ambas.

-Lo tengo. Es 65842195.

Ya no les daba tiempo. Un securata las vio al otro lado. Como Sofía estaba con la cara descubierta, se escondió detrás de Álex para que el hombre no la viese, algo que por cierto funcionó.

-¡Oye tú, no te muevas! -Le ordenó a Álex. -Levanta las manos. -Dijo más calmado.

La niña no tuvo más remedio que obedecer. Mientras, detrás, Sofía había puesto la convinación y la puerta ya estaba abierta, solo tenían que esperar a que le hombre se despistase un poco y pudiesen entrar. Éste puso un código en un compartimento secreto que había en la pared y desactivó la seguridad. Se acercó Álex.

-Sofía, entra. -Le susurró lo suficientemente bajo como para que él no lo escuchase.

-Pero no puedo dejarte aquí.

-Hazme caso. Tengo un plan. Cuando entres avisa a Antonio de que esté listo para una visita.

Sofía aprovechó y entró.

El segurata estaba justo enfrente de Álex.

-Date la vuelta.

La chica obedeció. Él le puso las esposas y se las apretó todos lo que pudo. Luego se la llevó a la sala de seguridad, donde lo esperaban los chciso.

Ambos estaban escondidos tras la puerta. El hombre la abrió y entró sin preocupaciones, fue ahí cuando Antonio lo golpeó y cayó al suelo, inconsciente. Le quitaron las esposas a su compañera. Álex avisó a Sofía para que volviese. Ésta, llevaba el dinero en un saco de tela negra.

Subieron de nuevo a la azotea. Álex escaló por la cuerda hacia arriba y la desenganchó. Sus amigos pusieron el gancho en la esquina del edificio y bajaron por ella. Allí, ya en el suelo, Sofía dio un tirón muy diestro y el gancho cayó.

Álex ya los estaba esperando en la furgoneta. El robo había sido todo un exito.


La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora