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El siguiente día fue más relajado. Álex y Dake hablaban todo el tiempo. Hoy Dake tenía pensado darle una sorpresa a Álex, así que le pidió que no saliese de su habitación en todo el día. Ella, por supuesto, le hizo caso.

El llenó el piso de abajo de mesas de madera, colchonetas y cuerdas.

Cuando acabó, le llevó a Álex unas mallas y una camiseta de tirantes. Al ponérsela, salió de la habitación y lo siguió abajo.

En el momento que vio el vestíbulo quedó paralizada.

-Cuando te espiaba, me fijé que eras bastante fan de los deportes como el parkour, atletismo, escalada... Así que pensé en decorar la entrada un poco... a tu gusto.

Álex se giró a mirarlo. Su pelo negro estaba suelto y sus ojos brillaban.

-¿Esto... lo has hecho por mí?

-Sí.

Álex corrió a abrazarlo. Entrelazó los brazos en su cuello y escondió la cabeza en ellos. Dake se asustó un poco, pero después alzó un brazo y le frotó la espalda.

-Muchas gracias. -Susurró ella.

-N-no hay de que.

Ella se separó. Dio una vuelta y corrió hacia una mesa. Pegó un salto y subió a ella; después de otro, se agarró a una cuerda y empezó a trepar hacia arriba. Había unas cuerdas paralelas al techo, decidió ponerse encima. Debía estar quince metros sobre el suelo y a tres del techo. Caminó por las cuerdas hasta una rampa que estaba a cinco metros. Saltó a ella y se deslizó al suelo.

Tenía el pelo pegado al cuerpo del sudor.

Se acercó corriendo a Dake. Él la miraba conteniendo la respiración.

Llegó a él. Olía a sudor, pero eso no a él no le molestaba.

-Este es el mejor regalo que jamás me han hecho.

-¿Quieres saber cuál es el mejor regalo que me han hecho a mí? -Se puso rojo.

-Sí, ¿cuál?

Se acercó a ella y la cargo. Apoyó su espalda contra la pared y la miró con descaro.

-Tú.

Hizo afán de besarla, pero ella apartó la cara.

-¿Qué sucede?

-Esto no está bien. Te estoy muy agradecida por el regalo, pero yo amo a Dylan.

Dake bajó la miraba. Se podía observar en su cuello y pechos los restos de los pequeños chupones que le había hecho.

-Es que... no puedo soportar que seas de otro. Además, él no se tiene por qué enterar.

Le chupó el cuello y le mordió la oreja. Ella se estremeció.

-Por favor, no quiero seguir con esto.

-Adoro el sabor salado de tu cuerpo.

-¡PARA!

Lo empujó y él la soltó para luego caerse al suelo. Por culpa de ello, ella cayó sobre él. Dake bajó la mirada.

-Si sigues mirando ahí te daré una paliza.

Él empezó a mirarla a los ojos. Álex se puso roja. El pelo hacía que su cara estuviera oscurecida.

Ella se levantó y caminó a las escaleras. Dake corrió y la detuvo por el brazo. Álex se giró y lo miró con dureza.

-Perdóname. -Le pidió.

-No estoy enfadada, solo no vuelvas a hacerlo.

-Te lo prometo. A no ser que tu me lo pidas.

Álex levantó los ojos y subió la escalera.

Entró en el cuarto y se puso a leer un libro.

Pronto llegó la hora de la cena. Dake ya estaba en la mesa, esperaba a Álex para empezar a cenar. Ella no tardó mucho en aparecer. Tenía el pelo húmedo y llevaba la ropa de ayer.

-Luces hermosa.

-Gracias.

Cenaron con tranquilidad. De vez en cuando hablaban, para luego dar paso un silencio incómodo y compartido.

Después de cenar, Dake se metió en su habitación, mientras a Álex optó por ir al salón a leer su libro.

Se hicieron las once y media cuando se quedó dormida en el sofá.

Dake salió un momento de la habitación para coger comida cuando vio la luz del salón encendida. Entró y vio a una Álex durmiendo sentada en el sillón con un libro en el regazo.

Se acercó a ella. Agarró el marca páginas de la mesa y lo puso en el libro, que más tarde posó en ésta. Luego cogió a Álex en brazos y la llevó hasta su habitación. La metió dentro de la cama y caminó hacia la puerta.

-Mmmmm... Dake.

Él se dio la vuelta. Álex tenía los ojos entre abiertos. Lo miraba soñolienta.

-Porfa, duerme conmigo.

Dake se acercó a la cama.

-No creo que cuando despiertes te parezca bien esto.

-Porfa. -Le pidió alargando la a.

-De acuerdo.

Dio la vuelta a la cama y se metió dentro. Las sábanas estaban frías y Álex tiritaba.

-¿Q-quieres que te abrace?

-Sí.

Sus cuerpos se pegaron y Dake pasó el brazo por encima de su cintura.

Antes de que se diera cuenta, ella ya estaba dormida de nuevo. Con cuidado de no despertarla, se levantó de la cama y fue a la suya.

La chica del reformatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora