Capítulo 2

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La alarma de mi celular comenzó a sonar, eran las ocho de la mañana.

¿Que por qué me despertaba a esta hora? Fácil: necesito un empleo.

Me levanté pesadamente de la cama con dirección al baño a darme una ducha. Sí, ayer me bañé y me volveré a bañar hoy, es un progreso.

Una vez que salí del baño envuelta en una toalla me dirigí a mi guardarropa a sacar algún conjunto que Sam había elegido ayer para mi. Una vez vestida bajé a la cocina a buscar algo para desayunar.

Casi no tenía nada en mi refrigerador, cosa que hizo darme cuenta que en verdad necesitaba el trabajo. Tal vez Sam sabe de algún lugar en el que soliciten a alguien. Tomé mi celular, me aventé al sofá y busqué el número de mi amiga.

—¿Qué sucede Cami? —contestó alegre.

—Hola Sam, bien iré al punto. —suspiré. —¿Sabes de algún lugar en el que soliciten algún trabajador? —le pregunté tímida.

—Creo que sí. — dijo pensativa, puedo jurar que en este momento tiene su dedo índice en su barbilla. —En mi cafetería favorita, tú sabes cuál es, están solicitando una camarera, ayer vi el anuncio cuando Bryan me llevó.

—De acuerdo, gracias.

—¿Cuál es la urgencia por tener un trabajo? —dije en tono divertido.

—Necesito dinero Sam, si no consigo uno moriré de hambre. —dije riendo.

—Bien, ¿quieres que te acompañe?

—Como quieras, puedes ir y tomar un café ya que vamos. —ella soltó un chillido feliz.

—¡Sí! ¡Te espero a las cuatro! —gritó y colgó sin dejarme despedir.

(...)

Me encontraba fuera de la cafetería favorita de Sam, junto con ella quien estaba emocionada por que yo consiguiera el trabajo, según ella el jefe de éste lugar ya estaba muy desesperado por encontrar un trabajo y tenía fe en que conseguiría el trabajo rápidamente.

Cuando entré a la cafetería busqué al jefe, éste me recibió la instante, no hace falta contar la entrevista ya que esta fue muy corta, lo único que preguntó fue: "¿Qué edad tienes?" "¿Por qué quieres este empleo?" "¡Contratada!"

Demasiado fácil.

—¿Qué fue lo que te dijo? —preguntó Sam emocionada llegando hasta mi con un vaso de café en su mano.

—¡Tengo el trabajo! —grité emocionada causando que ambas chilláramos de alegría y que las demás personas voltearan a vernos.

Incómodo.

—¡Hey chica! —gritaron a lo que yo gire para ver a mi ahora jefe llamándome. —¿Puedes iniciar ahora?

—Claro. —respondí sonriente a lo que él también sonrió, camine hasta donde se encontraba y me tendió un delantal blanco.

—Atenderás a las personas que lleguen, tomarás su pedido y se lo entregaras a Hanna, la chica que está en el mostrador para después esperar el pedido y llevárselo a su respectivo dueño, ¿entendido? —explico rápidamente pero comprendí perfectamente, así que asentí, el sonrió y se fue entrando a una de las puertas que se encontraban en el local.

Estaba emocionada, debía tratar bien a los clientes así que eso no seria muy difícil, solo una linda sonrisa y un buen comportamiento Camila, solo eso.

—Supongo que te veré cuando termines tu turno. —dijo Sam llegando a mi lado. —Debo regresar con Bryan, le dije que no tardaría. —hizo una mueca.

—De acuerdo. —le dije sonriendo, se despidió con la mano y salió de la cafetería.

(...)

Después de todo tuve razón, este trabajo no es difícil, lo único que debía hacer era prácticamente sonreír y tener una buena actitud con los clientes para no obtener algún problema.

—Dos cafés y una dona. —le dije a Hanna llegando hasta donde ella se encontraba.

—En un momento. —dijo caminando a preparar los cafés.

De repente la campanilla que se encontraba arriba de la puerta sonó, anunciando que había llegado un nuevo cliente, giré para ver a que lugar se dirigía mi cliente nuevo pero al verlo me quedé en shock.

No era cualquier cliente.

Era él.

José Miguel Canela.

Jos se encontraba en la cafetería con una chica alta de cabello negro.

Era Fernanda.

Me quedé por unos segundos observándolo hasta que Hanna me sacó del trance dándome el pedido que le había dicho hace unos minutos.

Para mi buena suerte las chicas a las que debía llevarle su pedido se encontraban a una muy buena distancia de la mesa en la que Jos y su hermana se encontraban sentados, esperando a que alguien los atendiera.

O sea yo.

Regresé a donde estaba Hanna mientras observaba Jos, no había cambiado nada, seguía llevando su cabello igual de alborotado y esa hermosa sonrisa seguía siendo la misma.

—¡Camila! ¿No irás a atender a los clientes que acaban de ingresar? —me regañó Hanna señalando hacia donde estaban sentados Jos y su hermana.

—Ehh... —comencé a decir, no tenia una buena excusa.

—¡Ve a atenderlos! —me volvió a llamar la atención, asentí ligeramente con la cabeza caminando lentamente hacia la mesa en la que ellos se encontraban, sentía que el tramo se hacia cada vez mas grande y el tiempo transcurría en cámara lenta, tal vez esté exagerando pero estaba realmente nerviosa de volver a verlo directo a esos hermosos ojos color avellana que había visto hace cinco años atrás después de aquel estúpido incidente.

—Hola, buenas tardes, ¿puedo tomar su orden? —hablé tímida, cuando los ojos de Jos conectaron con los míos sentí una corriente eléctrica recorrerme completa, era gratificante volver a ver esos hermosos ojos que me tuvieron cautivada una vez.

Y aquí mismo volvía a verlo.

A Tu Lado (DCUD #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora