Capítulo 32

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Cuando Alonso logra verme le dedico una sonrisa que él no duda en responder, camina hacia mi y se detiene a mi lado.

—Hola Cam. —dice sonriendo.

—Hola. —respondí devolviendole la sonrisa. —¿Qué te trae por aquí?

—Nada en especial. —se encogió de hombros. —Sólo venía por un café, ¿me acompañas? —dirigí mi vista a Hanna quien apreciaba la escena con una sonrisa pícara, cuando se percató que la estaba mirando desvío la mirada.

—De acuerdo. —accedí y bajé del banco en el que estaba sentada para dirigirme a una mesa junto a Alonso.

—¿Puedo tomar su orden? —preguntó aquella chica irritante al vernos llegar a la mesa, analizaba cada uno de sus movimientos, desde su mirada coqueta hacia a Alonso hasta su tono de voz.

—Un café, ¿quieres algo Cami? —dijo Alonso sin dirigirle la mirada.

—Igual. —dije a la chica quien ni siquiera trataba de disimular su coqueteo con Alonso.

—En un momento se los traigo. —guiñó un ojo a Alonso quien dirigió la mirada a ella, él solo alzó una ceja y la ignoró.

—Y bien... —dijo Alonso rompiendo el silencio en el que habíamos entrado. —¿Cómo has estado? Omitiendo lo de esta mañana. —reí un poco y suspiré.

—Bien. —mentí un poco. —¿Y tú? —Alonso dio un largo suspiro y dirigió su mirada a mi, me tomé unos segundos para apreciar sus hermosos ojos azules y después desvíe un poco la mirada.

—Bien. —respondió finalmente, minutos después la chica trajo nuestros cafés con una servilleta acompañada de su número telefónico para Alonso.

Preparé mi café mientras Alonso arrugaba aquella servilleta de la chica, disimulé una sonrisa burlona y continué con lo mío.

—¿Sigues con Jos? —preguntó de repente para después darle un sorbo a su café, me sentía incómoda al hablar de esto con él, no estoy segura si debía contarle todo.

—Sinceramente... No tengo idea. —suspiré y Alonso me miró con el entrecejo levemente fruncido.

—¿Ocurrió algo? —preguntó preocupado, tal vez sería buena idea decirle, necesito desahogarme un poco.

—Es... Un poco difícil. —tomé un sorbo de mi café y continúe. —Hace un mes... Me di cuenta que... Estaba... —él me miraba atentamente causando que me pusiera más nerviosa. —Estoy embarazada. —Alonso abrió los ojos sorprendido.

—Oh, ya comprendo ahora. —bajé la mirada.

—Cuando le conté a Jos que sería papá... —odiaba ponerme tan sensible con este tema, según mi investigación de los síntomas otro de ellos es que las mujeres embarazadas tenemos variaciones de humor y eso lo estaba experimentando en estos momentos. —Él simplemente se fue, me dijo que quería aclarar su mente y se fue a España. —Alonso me miraba atentamente, con un toque de lástima en sus ojos pero también notaba como apretaba sus puños sobre la mesa.

—Es un idiota. —murmuró, suspiré y continué tomando de mi café. —¿Cuánto tienes de embarazo?

—Apenas 1 mes... —di el último sorbo a mi café y lo dejé en la mesa mientras Alonso me miraba atentamente.

—Serás la mejor madre, ya verás. —tomó mi mano sobre la mesa y me sonrió, esa hermosa sonrisa hipnotizante estaba frente a mi.

—Eso espero. —sonreí.

Minutos después Alonso pidió la cuenta, me ofrecí a pagar mi café pero él se negó.

—Bien, espero volver a verte. —le dije cuando ambos nos dirigíamos a nuestros autos correspondientes.

—Por supuesto. —sonrió y se acercó a dar un beso en mi mejilla derecha. —Adiós Cami. —sonreí y él caminó hacia su auto para después subirse en él.

Me dirigí a mi auto y emprendí el regreso a mi departamento, eran las 6:00 pm así que estaba oscureciendo causando que el cielo se tornara de un tono rojizo.

Mi mente no dejaba de repetir la escena donde Alonso se acercaba a darme un tierno beso en mi mejilla, traté de ignorarlo y continuaba manejando enfocándome en la carretera para no provocar algún accidente.

(...)

Al día siguiente desperté por mi celular el cual vibraba anunciando que me estaban llamando, lo tomé de la mesa de noche que estaba junto a mi cama y vi que era Freddy.

—¿Qué quieres? —pregunté de mala gana.

—Ups, ¿te acabo de despertar? —gruñi como respuesta y escuché una risa burlona de parte de Freddy. —Como sea, ¿dónde exactamente está la pastelería de la que tanto habla Meli?

—¿Por qué no le preguntas a ella? —le pregunte aún con mi voz ronca, algún día me las vas a pagar Alfredo.

—Es que quiero que sea sorpresa. —puedo jurar que en este momento esta haciendo un puchero.

—Está en el centro comercial, de nada. —dije rápidamente y después le colgué.

Dejé mi celular nuevamente en la mesita y me acosté viendo hacia el techo, instintivamente dirigí la mirada a mi vientre el cual desde este ángulo se veía un poco abultado.

—No necesitamos a tu padre, bebé. —acaricie mi vientre mientras dirigía la mirada nuevamente al techo. —Estaremos bien sin él, serás muy feliz, ya verás.

En ese momento tocaron a la puerta interrumpiendo mi momento madre e hijo o hija, me levanté de la cama y me dirigí a la puerta para abrirla.

—Hola, te traje el desayuno. —dijo Alonso sonriendo mientras sostenía dos bolsas en cada mano. —¿Puedo pasar? —asentí haciéndome a un lado permitiéndole pasar.

—¿Por qué...? —no dejó terminar mi pregunta ya que me interrumpió.

—No sabía qué se te podía antojar así que traje varias cosas. —lo seguí hasta mi cocina en donde puso las bolsas para después voltear a mirarme.

—No debiste. —dije incómoda, no sabía exactamente cómo reaccionar, él sonrió.

—Quise ser amable. —se encogió de hombros. —Anda, ve qué es lo que se te antoja. —me acerqué a ver qué era lo que Alonso había traído y una vez que encontré lo que quería ambos nos sentamos a desayunar.

(...)

—¿Segura te sientes bien? —preguntó Alonso por tercera vez, quizá el olor del pescado que trajo me dio náuseas ya que estaba en el baño vomitando.

—Sí, ya estoy bien, lo lamento. —me senté en el sofá y encendí la televisión.

—No tienes porque disculparte. —dijo mientras se sentaba junto a mi.

Sonreí y ambos nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que Alonso habló.

—¿Lo extrañas? —dirigí la mirada a él quien me veía atentamente.

—Sinceramente, sí. Solo anhelaba que él reaccionara de una buena manera y se pusiera feliz al darle la noticia, pero ocurrió lo contrario. —Alonso tomó mis manos mientras me veía fijamente con ese par de ojos azules.

—No lo necesitarás. Te prometo que yo estaré contigo, en todo momento, para lo que necesites.

A Tu Lado (DCUD #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora