Capítulo 29

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No me di cuenta la hora en la que me quedé dormida en el sofá, desperté cuando escuché unos pasos en el departamento y me di cuenta que era Jos.

No me dirigió la palabra y caminó hasta la habitación, lo seguí y cuando llegué observé que había sacado su maleta.

—¿Qué demonios crees que haces? —pregunté molesta, él suspiró y dirigió su mirada a mi.

—Me iré a España. —sentí una punzada en el corazón, ¿se quería liberar del bebé?

—¿Qué? ¡El que te vayas no va a significar que no seas el padre de mi bebé! —le grité furiosa.

—¡No estoy negando al bebé, Camila! —gritó y me estremecí. —Sólo... Necesito aclarar mi mente. —sentí mis mejillas húmedas y me di cuenta que estaba llorando nuevamente.

—No puedo creerlo... —susurré y Jos suspiró.

—Sólo será por un tiempo. —caminó hasta quedar parado frente a mi. —Te prometo que volveré. —limpió mis lágrimas, se alejó y continuó guardando sus pertenencias.

Salí de mi habitación para dirigirme a la sala, tomé mi celular y vi la hora.

12:30 am

Después de todo no es tan tarde.

Dejé el celular en la mesa de centro y me senté en el sofá, instintivamente acaricie mi vientre, aún no puedo creer que dentro de mi esté creciendo un bebé y después de nueve meses lo tendré en mis brazos. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, no estaba segura si eran de felicidad porque seré mamá o de tristeza porque Jos decidió irse a España.

—Camila... —me llamó Jos sacándome de mis pensamientos, ya tenía su maleta lista y estaba parado frente a la puerta.

—Solo vete. No me digas nada más. —pedí acurrucándome más en el sofá sin dirigirle la mirada, escuché que caminaba y cuando me di cuenta estaba hincado junto a mi.

—Volveré Cami. —dio un beso en mi mejilla.

Esas fueron las últimas palabras que escuché de él antes de que se fuera.

Comencé a llorar, algunas veces ahogaba mi llanto con la almohada y otras simplemente gritaba para desahogarme sin temor a que me escucharan.

¿Jos verdaderamente volvería o debería ser madre soltera?

Minutos después me quedé profundamente dormida.

(...)

—¡Cami! —los toques que daban a mi puerta me despertaron, me había quedado dormida en el sofá.

Me levanté para recibir a quien tocaba, abrí la puerta y me encontré con Sam y Melina.

—¿Qué te pasó? —preguntó Sam mirándome asustada.

—¡Te ves fatal! —Melina se acercó preocupada a mi, me hice a un lado para que ambas pasaran y las lágrimas comenzaron a salir nuevamente.

—Jos se fue. —dije con la voz temblorosa, ambas me miraron sorprendidas y después se acercaron a abrazarme, eso bastó para soltarme a llorar desconsoladamente.

—Ese idiota no sabe todo lo que se va a perder. —habló Sam furiosa.

—Él dijo que volvería, ¿creen que regrese? —pregunté esperanzada, ellas se miraron entre sí.

—No lo sé, Cami. —continuaba llorando, no recuerdo algún otro día en el que haya llorado en igual cantidad.

—No le cuenten sobre esto a Freddy, arruinaría su amistad. —pedí tratando de tranquilizarme.

—Seguro. —asintió Melina y me fui a sentar al sofá.

—Tranquilízate, Cam, le hará mal al bebé. —pidió Sam sentándose junto a mi.

—Ya sé. —suspiré. —Él... Me estaba pidiendo matrimonio. —dirigí la vista al techo tratando de que las lágrimas no salieran nuevamente.

Ellas tenían razón, no debía deprimirme, ahora tengo que cuidar a mi bebé de la mejor manera posible.

—¿Y le respondiste? —preguntó Sam, negué con la cabeza. —¿Por qué?

—Primero... Decidí contarle sobre el bebé. —suspiré y me levanté del sofá para caminar a la cocina en donde aún estaban los platos sucios y las velas ya apagadas.

Busqué el anillo que Jos estaba a punto de darme, lo busqué por toda la mesa pero no lo encontraba, tal vez Jos se lo llevó.

—¿Qué haces? —preguntó Melina llegando a la cocina junto con Sam quienes me veían con el entrecejo fruncido.

—Pensé que el anillo estaba aquí. —suspiré y comencé a levantar los platos para llevarlos al fregadero y el resto del pastel lo guardó en el refrigerador.

—¿Quieres qué te ayude a lavarlos, Cami? —preguntó Sam y yo asentí, no tenía ganas de nada.

—Por favor, Sam. —ella sonrió y se dirigió a lavarlos.

—Entonces... ¿Sólo decidió irse así? —interrogó Melina cuando volví a la sala.

—Antes de responderle a su petición decidí contarle sobre el bebé, cuando vi su cara... Demostraba... ¿Decepción? No sé pero, no me gustó su reacción, me gritó que no le volviera a repetir que iba a ser papá y salió del departamento... —odiaba estos cambios de ánimo en mi, había comenzado a llorar de nuevo. —Como sea, necesito ir a dormir otra vez. —Melina asintió y me levanté del sofá para dirigirme a mi habitación.

Cuando entré a ella pude observar que los pétalos de rosa seguían ahí, ¿cómo no me di cuenta cuando Jos estaba preparando sus maletas?

Recorrí la habitación lentamente observando cada detalle, las rosas, las velas apagadas y por último, algo nuevo: una carta.

La tomé y estaba doblada a la mitad, al frente decía: Camila escrita con la reconocible letra de Jos, la desdoble y comencé a leerla.

"Cami:
Cuando estés leyendo esto probablemente yo ya no esté en el departamento, lamento si crees que fue la acción más inmadura que he tomado, pero lo necesitaba.

No estoy preparado para ser papá, aún.

Necesito despejar mi mente y por eso decidí ir a España, necesito idealizarme como un padre, un ejemplo a seguir. Tal vez sea difícil para ti pero créeme que es lo mejor.

Volveré Camila, eso tenlo por seguro.

Te mandaré dinero para lo que necesites para el bebé.

Espero que logres comprenderme, es muy difícil para mi.

Te quiero Camila.

-Jos."

¿Difícil para él? ¡Yo soy la que tiene al bebé!

Arrugué la nota y la tiré a la basura, arrojé los pétalos de la cama y me acosté en ella, el perfume de Jos continuaba impregnado en su almohada lo que me hacía más difícil controlar mi llanto.

Desde hoy seré fuerte.

Por mi.

Y por mi bebé.

A Tu Lado (DCUD #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora