Capítulo 31

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—¿Cami? —habló Sam sacándome de mis pensamientos y causando que perdiera de vista a Alonso.

—¿Te sientes bien? —preguntó ahora Mel preocupada.

—Sí, sí. Estoy bien. —dije un poco desconcertada, volví a buscar a Alonso con la mirada pero no lo encontré. —Eh... Yo... Debo ir al baño, ustedes pueden quedarse si quieren, ¿sí? De acuerdo, vuelvo en unos minutos. —y comencé a caminar sin esperar a que me respondieran.

Sentía la extraña necesidad de hablar con Alonso, así que emprendí su búsqueda por el centro comercial, si es que había entrado.

Comencé a caminar en busca de él, debería verme como una loca caminando por todos lados rápidamente. Me paraba de puntas para tratar de encontrarlo entre la inmensa cantidad de gente que se encontraba caminando por el centro comercial a esta hora, algunos con el celular en la mano y uno que otro adolescente con su grupo de amigos haciéndome recordar las veces en las que salía con Sam y Ryan.

Hablando de Ryan, debería hablarle.

Continuaba buscando a Alonso hasta que logré ver su cabellera rubia frente a un puesto de helados.

Me armé de valentía y comencé a caminar hacia él.

¿Por qué había venido a buscarlo? Tal vez debería irme, no creo que sea buena idea hablarle, además no tengo alguna excusa para venir y hablarle.

Di media vuelta dispuesta a alejarme y comencé a caminar.

Repentinamente comencé a marearme, deben ser síntomas del embarazo. Me apoyé en la pared más cercana, la gente que pasaba junto a mi me veía con preocupación pero ninguna se dignaba a acercarse para ver qué me sucedía.

De repente sentí una mano en mi hombro derecho y la voz que escuché me hizo darme cuenta de quién era.

—¿Cam, te sientes bien? —preguntó Alonso preocupado, traía un cono con helado en la mano izquierda.

—Verdaderamente... —hice una pequeña pausa sintiendo que el pastel amenazaba con salir. —No, me siento mal, ¿podrías acompañarme al baño? —pedí y él asintió, pasó su mano por mi cintura haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo y comenzó a guiarme hacia el baño.

—Eh, yo no puedo entrar. ¿Puedes tú sola? —preguntó Alonso cuando llegamos a la entrada del baño de mujeres, asentí y entré.

Para mi buena suerte el baño estaba solo, me dirigí a un cubículo y entre, me arrodillé y puse mi rostro en la taza del baño dejando salir lo poco que había comido, estúpidos síntomas del embarazo.

«Bebé, te juro que cuando nazcas haré que pagues todo lo delicioso que he vomitado por tu culpa, aunque te ame demasiado.»

Salí del cubículo una vez que me sentí un poco mejor, enjuague mi boca con agua, mojé mi rostro y salí del baño encontrándome con Alonso recargado en la pared.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó preocupado.

—Sí, un poco. —suspiré y trate de sonreír.

—¿Acaso comiste algo que te cayó mal? —preguntó, de repente comencé a sentirme apenada, si supiera que esto no se debe a una mala comida.

—E-Eso creo. —tartamudeé. —¿No estarías en Canadá? —pregunté repentinamente, Alonso suspiró y sonrió débilmente.

—Decidí quedarme. —se encogió de hombros. —Solo dejé el departamento en el que vivía y ahora estoy en otro un poco más lejos del anterior. —explicó y ambos comenzamos a caminar hacia la salida del centro comercial.

A Tu Lado (DCUD #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora