Capítulo 27. Me sacas de quicio.

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Jesús

–Puedes solarme ya–Susurro después de diez minutos parados en la puerta de casa. Raquel abre los ojos y se ríe bajito al ver que hace rato que hemos llegado.

–Estaba muy bien–Admite, quitándose el casco.

–Yo también, pero se me estaba durmiendo el brazo–Me da un golpe en el hombro y me río –¿Vamos?–Asiente y le paso la mano por la cintura sin dejar de sonreír.
***

–No la va a matar–Asegura, y decido volver a poner atención a la película, porque llevo como quince minutos mirando como Raquel frunce el ceño cada vez que la película se pone tensa y como acaricia sin darse cuenta el brazo que tengo encima de su cintura.
Porque sí, le he obligado, literalmente, a sentarse encima mío.
Ya sabéis, por si viene el asesino en serie de la peli.

–Sí que la va a matar–Se gira en mis brazos y levanta las cejas.

–Que no, ¿no ves que de esta sí se ha enamorado?–Niego y bufa.

–¿Has visto que cuando se besaban le metía un papel con su número?–Asiente, y me mira interesada–No es porque esté enamorado–Rueda los ojos y se cruza de brazos escuchándome–Es para poder localizarla mediante el teléfono cuando le hable.

–¿Como sabes tú eso?–Sabe que llevo razón pero es tan cabezota y orgullosa que debe hacerme creer lo contrario.

–La película empezaba como el chico buscaba aplicaciones para localizar móviles, ¿No te acuerdas?–Niega y me encojo de hombros–Se siente morena, hay que fijarse en los pequeños detalles.

–A veces tampoco son tan importantes –Argumenta–Se supone que en las pelis tienen que poner todo claro porque si no no te enteras de nada–Me río levemente porque tiene muy mal perder–Además...–Se le corta el habla cuando un cuchillo atraviesa el vientre de la actriz–Ay...–Se esconde en mi cuello y cierro los ojos–Llevabas razón.

–Ya sabes, los pequeños detalles...–Levanta la vista y me mira a los ojos bufando. Me río y le coloco un mechón de pelo detrás de la oreja–¿Ves? Como ese lunar que tienes en el iris, justo al lado de la pupila–Levanta las cejas sorprendida–Es invisible, pero si te fijas bien hace única la mirada, ¿No crees?

–Nadie se había fijado en eso–Admite vergonzosa y sonrío.

–Un honor inaugurar esa manchita...–Me río y ella me imita volviendo a centrar la vista en la película.
Pasea delicamente su dedo índice sobre la palma de mi mano y me apoyo en su espalda cerrando los ojos.
Es tan dulce y tan cabrona a la vez que creo que me voy a volver loco.

***
–Vaaaaaa... Remolona–Se tapa con la manta riéndose –Eres peor que yo–Le chicho acercándome al sofá.
Ha estado media hora durmiendo y casi ha sido imposible despertarla.
Lo más gracioso ha sido que cuando a abierto el ojo lo único que a hecho ha sido tirarme un cojín a la cabeza y volverlos a cerrar.

–Yo me quedo aquí, jo...–Ojalá se quedara aquí para siempre.

–Pareces un bebé–Me saca el dedo corazón y le agarro las manos para incorporarla–Son las nueve y media y mis padres llegarán en cero coma–Suspira rendida sentándose –¿No cree usted que ya es hora de irse?–Niega cerrando los ojos.

–Yo quiero dormir más... ¡Cuando llegue a casa de Marta lo único que va a hacer va a ser contarme lo bien que besa tu gemelo! –Se pone la mano en la frente –Yo quiero dormir–Hace un puchero y suelto una carcajada sin poder evitarlo–Además, está lloviendo...

–Por eso hay que irse antes, listilla, no puedo llevarte en moto con lo que jarrea–Pone cara de dramatismo–Hay que ir andando... Espero que te guste la lluvia, morena.

–Odio mojarme, ¿sabes?–Se levanta de un salto y me agarra–Vamos, no quiero ni ver la cara de dormida que tengo.

***
–¡Espera, no puedo más!–Freno en seco y Raquel choca con mi espalda–Joder, hace un frío de la hostia...

–¿Me dejas ponerte ya mi chaqueta o vas a seguir con la cabezoneria esa que me llevas?–Me cabrea que le diga una cosa y ella me la niegue continuamente cuando sabe que es verdad.
Lleva diez minutos calándose y no me ha dejado ni bajarme la cremallera.
Rueda los ojos y deja caer los brazos dándose por vencida.
Me retiro la chaqueta verde que me regaló una niña en una firma y se la coloco.
Sonríe como una niña pequeña y niego riendo.

–Gracias melenas–Me despeina el pelo mojado y por primera vez en mi vida no me importa que me revuelvan el pelo. Es más, me parece adorable.

–Vamos anda–Le agarro otra vez de la mano y corremos bajo los edificios para no mojarnos.

***
–Tampoco ha sido tan mala la experiencia, ¿no? –Me mira mal y me río.

–No puedo entrar así a casa de Marta, madre mía.

–Ella estará más mojada... Ya sabes... Mi hermano...–Suelta una carcajada y me muerdo el labio intentado no soltarla yo también. Quería sonar serio. Me mira debajo de esas pestañazas sonriendo–¿Sabes que eres muy enana, no?–Me pega un puñetazo en el pecho y se retira un mechón mojado de la cara.

–Ya te gustaría estar a mi altura, chavalote –Me río y le abrazo inevitamente.

–Vaya creída que eres... Ni que fueras Selena Gómez o algo–Me saca la lengua y rodea mi cintura con sus bracitos.

–Habla aquí el que se cree Justin Bieber... Anda, anda, mejor no hablamos–Apoyo la barbilla en su cabeza y sonrío.

–Me lo he pasado muy bien–Admito y me mira a la cara.

–Sobretodo porque me has hecho creer que me perseguía un perro y era mentira, ¿no?–Me rio y ella, aunque se intenta aguantar la risa acaba imitándome –Eres...

–El puto amo, lo sé.

–Gilipollas, ay–Bufa–Me sacas de quicio, ¿sabías?

–Esa sonrisa en la cara no dice lo mismo–Sonríe y rueda los ojos.

–Esa sonrisa en la cara no dice lo mismo–Sonríe y rueda los ojos

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