2. Pecado

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-¿Cuál es tu nombre?- preguntó Harun a la chica.

-Yo soy Anthea. Saadi Anthea.

-Oye- le dijo otra de las jóvenes que se encontraban ahí- ¿no eres la prometida de Mohammed Rajid?

-Sí, soy yo.

-¡Harun!, ¡no puede tomar lecciones con nosotras!, ¡va a delatarnos seguramente!, ¡no es bueno que esté aquí!

Esto hizo que las demás comenzaran a alborotarse, pero Harun las tranquilizó:
-Cálmense todas. Confío en que Anthea está aquí realmente porque quiere aprender, ¿no es así?

-Sí. Quiero saber más de la vida y el mundo, si me dejan.

Las chicas tuvieron que acceder a regañadientes, y le dejaron una silla a Anthea para que se sentara.

-Bueno, en la clase de hoy, hablaremos de la cultura occidental.

Anthea se asustó, y dijo:

-¡Todo lo que hay en el occidente es pecado!, ¡todo es haram!, ¡iremos directito al infierno si nos interesamos o adoptamos la forma de vida del occidente!

Harun y las demás chicas se echaron a reír.

-Abre tu mente, Anthea. No dejes que tu religión limite tus ideas. Cree en todo, y en nada a la vez.

-No comprendo qué significa eso.

-Algún día lo harás.

Anthea se enojó un poco ya que detestaba que le llevaran la contraria.

-En el occidente, las mujeres no usan el hiyab, ni el burka, ni se cubren completamente el cuerpo como aquí. Usan faldas, vestidos, blusas, bikinis.

-¿Qué es un bikini?- Preguntó Anthea muy curiosa.

-Un bikini es...

Harun sacó de su mochila una carpeta con imágenes dentro, y les mostró la foto de una chica en bikini.

-¡Por Allah!, ¿qué es eso?- se alteró Anthea.

-Es normal para las occidentales usar esto en las playas. Lo usan para broncearse, para estar más cómodas. Nuestra religión las critica ya que de esa forma "tientan" a los hombres. Pero lo que no se razona, es que todos los humanos, incluso musulmanes, no quedan absueltos de ser tentados. No existe tal cosa de: si las mujeres hacen esto, los hombres pecarán. No, no. Todo queda en la decisión y las virtudes del hombre, y por eso yo no le veo nada de malo a la cultura occidental.

Todas las chicas empezaron a aplaudir, excepto Anthea. Estaba renuente a aceptar que los occidentales podían vivir en "virtud", si prácticamente todo lo que hacían era pecado para los musulmanes.

Había escuchado hablar de las mujeres besándose públicamente con hombre, del sexo premarital, de que no existían castigos bien merecidos a los criminales más que encerrarlos, de los bares y discos donde se vendía el alcohol, de las mujeres que conversaban solas con hombres en las calles, en fin, todo el occidente era un mundo de haram.

Sí, ella pensaba que solamente Allah merecía juzgar a esas personas, pero eso no significaba que a ella le parecía correcto.

-Ahora hablemos de la sociedad- dijo Harun.

Entonces Anthea se levantó de su asiento y dijo:
-No puedo seguir así. No se me hace correcto dudar de nuestra religión. Espero que Allah los perdone.

Anthea salió de la casa, y antes de ponerse el burka para volver a su hogar, Harun la alcanzó.

-¡Anthea!, espera.

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