Capítulo Extra

3.5K 293 68
                                    

-¿Cómo podremos incrementar nuestras ventas con lo que está sucediendo?

-No le veo sentido a esto, deberíamos estar en casa. La gente nos mira extraño, sólo por ser musulmanes.

-No es nuestra culpa que unos dementes hayan derribado edificios y asesinado miles de personas.

-Pero es obvio que esto repercutirá en nuestras ganancias. La empresa quebrará.

-Sólo el jefe de la empresa decidirá nuestro destino - el hombre miró a la puerta, justo cuando entró su jefe.

Todos los presentes se pusieron de pie. Se veían nerviosos. Con los últimos ataques terroristas, el prestigio de la empresa caía a pique, y solamente por ser dirigida por musulmanes.

Sin embargo, el jefe de la empresa, Nasir, se veía muy tranquilo, a diferencia de los demás. No parecía estresarlo en absoluto el asunto, ni siquiera porque tenía en casa a su esposa, Fasila, a quien había conocido en la comunidad, y a su bebé, Adin, seis años menor que su sobrina Amina.

-Quiero que todos se tranquilicen.

-Nasir, ¿cómo puedes estar tan relajado con esta situación?

-Mi padre me enseñó la virtud de la paciencia, y esa misma es la que aplico en momentos como éste. Si bien hay un rechazo que va en aumento hacia nuestra religión, es debido a unos pocos que siembran el mal entre nuestros hermanos occidentales. Esos pocos son quiénes deberían sentirse angustiados, no ustedes. Nuestro trabajo continuará desde ahora hasta que pase la tormenta, le demostraremos a todos lo que somos capaces de hacer aún en contra de las circunstancias.

Uno de los socios de Nasir, se puso de pie y comenzó a aplaudir. No podía estar más de acuerdo con su jefe. Los demás compañeros lo siguieron y aplaudieron también.

-Ahora, tenemos trabajo que hacer.

~      ~      ~       ~       ~      ~       ~      ~       ~

El pequeño Mohammed corría finalmente por toda la casa.
Dul lo vigilaba para que no se tropezara con nada.

-¡Déjalo!- reprendió Fadila a su yerno- cayéndose y lastimandose va a aprender.

-No quiero que se lastime, es el problema.

-Ese es el síndrome del primer hijo. ¡Pero ya verás cuando Janiha tenga al segundo!, te importará un comino lo que haga la criatura, y ni qué decir del tercero. Siempre es así.

-Doña Fadila, a veces no sé qué contestarle...

Fadila rio, y subió a su habitación. En ella, Janiha se encontraba sentada en la cama, mirando una fotografía de su padre, Mohammed.

-¿Lo extrañas?- preguntó Fadila, sentándose junto a su hija.

-Mucho. Me hubiera encantado que conociera a su nieto. Se parece tanto a él. Me alegra que te hayas quedado a vivir con nosotros, madre.

-Yo creo que a tu marido no le parece buena la idea.

-¡Ay no!, no empieces con lo de el odio entre suegra-yerno. No tiene que ser así, si pones de tu parte, te llevarás bien con él.

-Sólo lo tolero porque te hace feliz...

-¡Ay madre!

Janiha abrazó a su mamá, y ésta sonrió.
Los siguientes meses, Fadila hizo el intento de llevarse bien con su yerno, tras siete años de haber vivido con ellos desde la muerte de su marido y el nacimiento de su nieto.

Fadila aprovechó esos últimos meses para lograr llevarse muy bien con Dul, hasta que una noche fría, precisamente en el aniversario de la muerte de Mohammed, la muerte alcanzó a Fadila como un suave viento que arranca las hojas de los árboles, y Fadila fue con igual ligereza, arrancada de la faz de la tierra, mientras dormía plácidamente, soñando con una vida de amor y felicidad que nunca vivió, pero que tendría con Mohammed en la eternidad.

~      ~      ~       ~       ~      ~      ~      ~       ~

Hada volvió a Marruecos, luego de decir adiós a Fadila, Anthea y al resto de la familia. Necesitaba tiempo a solas para pensar en la vida, para reflexionar sobre muchas cosas. La mayor tiempo se la pasaría fantaseando cosas que nunca fueron, como tener hijos varones, ser la primera y única esposa de Mohammed, y vivir a su lado una hermosa y larga vida de matrimonio, hasta morir de ancianos.

Más tarde, cuando Salma se mudó a Marruecos con su esposo y su bebé, Hada se ofreció a ayudarla con su proyecto de educación en los poblados más recónditos del país, y acabó dando clases en una pequeña aldea donde ni siquiera conocían la televisión.

Por supuesto, Hada nunca olvidaría lo mucho que amó a Mohammed.

~      ~      ~       ~       ~      ~      ~      ~       ~

Terry y Ashley tuvieron tres bellos hijos, y compraron un lindo departamento en Nueva York.

Terry se siguió comunicando con su sobrina, Angélica, quien continuó ayudando pacientes en el hospital de Washington, y recordando siempre a la heroica acción de su madre, y agradeciendo a Dios por haberle permitido la oportunidad de conocerla.

Abby y Jerry no aguantaron la presión de la notixia de la muerte de Wilhem, y se divorciaron unos meses después, aunque nunca dejaron de amar a su hijo, quien era la muestra más clara de amor y perseverancia que alguien podía conocer.

Y en lo que respecta a Anthea, ella cumplió su promesa de abrir su corazón a Harun.

Llantos De Arabia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora