30. El obsequio

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Un paquete llegó por la mañana a casa de la familia Rajid.
Una de las hijas de Mohammed lo recibió y se lo entregó a Anthea.

-Es para ti, de una tal Miranda.

-Ah, si. Gracias, querida.

Llevaba una nota encima, escrita a mano por su amiga:

"Abrir el día de tu cumpleaños. Lo lamento"

Anthea no entendió el mensaje. Su cumpleaños era en dos meses,y no iba a esperar todo ese tiempo para abrir el obsequio cuando la curiosidad la estaba consumiendo por dentro.

Pero pensó que tal vez Miranda se enojaría si no cumplía lo que la nota mandaba, así que guardó el paquete en su armario, y lo dejó ahí hasta el día de su cumpleaños.


-¡Habibi!, despierta linda- dijo Mohammed, sacudiendo un poco a su esposa.

-¿Qué pasa?

-¡Es tu cumpleaños!, te tengo una sorpresa. Adivina.

-No se me ocurre nada. ¿Qué podría ser?

-He organizado una fiesta para ti. En el local de la comunidad. Será una gran celebración marroquí, con bailarinas de la danza del vientre y comida hecha por cocineros de Fez. Te sentirás como en casa, incluso vendrá tu familia, llegarán en una hora.

Anthea ahora sí se sintió animada.

-¿De verdad?

-¡Sí!, les he pagado sus boletos de avión, y se quedarán con nosotros tres días. También es para que conozcan a Salma y a Nasir.

-Suena perfecto, Mohammed. Gracias por hacer esto.

-Lo hago por ti. Te amo.

Anthea se levantó de la cama cuando su esposo salió de la habitación, y fue hasta el armario, donde estaba el paquete de Miranda.

Lo abrió, y comenzó a sacar varias cosas. Había dos biberones, unos pañales y dos peluches. Al final, había un enorme sobre, con una nota sobre él.

"Querida Anthea.
Espero que puedas perdonarme.
Tus hijos deben ser tu mayor tesoro, y debes dar todo por ellos.
No quise que tiraras todo por la borda, ni que dejaras a tus hijos o a tu familia, y por eso te mentí. Espero que puedas perdonarme.
Miranda."

Anthea sacó del sobre un certificado con su nombre y varias firmas de la Embajada.

"Anthea Saadi, nos complace felicitarla por el alto puntaje obtenido en el exámen presentado el mes pasado. Ha obtenido satisfactoriamente la beca, por lo que ha sido citada en Washington la siguiente semana. Adjuntamos los boletos para usted y un acompañante. Durante la reunión se le proporcionará la información para su estancia de dos años y medio en un colegio americano, todo pagado.
Embajada marroquí, Washington, EU."

-¡No!, ¡no puede ser verdad!- lloró Anthea, partiendo en pedazos el sobre.

Miranda le había mentido. La oportunidad de su vida le había sido arrebatada sin razón aparente.

-¡Miranda, te odio! - gritó Anthea al aire.

La joven se quedó dormida luego de llorar y gritar, y no se despertó hasta que sus pequeños hermanos estuvieron encima de ella.

-¡Anthea, despierta!, ¡ya llegamos!

-Ya conocimos a nuestros sobrinos, Salma y Nasir. Son muy bonitos- dijo Nuh, acariciando el cabello de su hermana.

-Anthi, ¿qué tienes?- preguntó Danya, recostandose junto a ella.

-Nada... absolutamente nada.

Naya entró en la habitación para saludar a su hija.

-Ya conocí a mis nietos, se parecen mucho a ti. Tienen tus ojos, serán personas de bien, como tú; ya lo verás.

-Te he extrañado, madre.

-Deberías arreglarte para la fiesta. Te ves muy delgada, ¿has estado comiendo bien?

Anthea asintió, y su madre la ayudó a ponerse de pie.
Abrió el armario para ayudarla a elegir un atuendo hermoso para la celebración, y las joyas más preciosas que resaltaran su belleza juvenil.

-Hace dieciséis años, llegaste a alumbrar mi vida. Fuiste mi primera hija, mi primera princesa. Estoy tan orgullosa de ti.

Anthea abrazó a su madre, como si su vida dependiera de ello.

No recordaba otro momento en que pudiera haberla necesitado más.

-Prepárate, la fiesta está por empezar. Mohammed ha invitado a muchos de sus amigos empresarios con sus hijas, así que me gustaría conseguirle una esposa a Nuh.

-Eso es bueno- dijo Anthea, sonriente.

-¡Mamá!, ya lo hablamos. No pienso casarme todavía- replicó Nuh.

-Eres joven, y muy guapo. Necesitas una mujer en tu vida.

-¡Con mis hermanas es suficiente!- bromeó Nuh, mientras sus hermanas pequeñas saltaban sobre él.

Mohammed entró en la habitación a avisar que los invitados ya estaban llegando.

-Anthea, ¿lista para bajar?

-Sí.

-Prepárate, la fiesta está por comenzar.

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