34. Acoso

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La estancia en el Colegio de Saint Mary pudo haber sido más agradable, si no hubiera sido por las arpías de compañeras que Anthea tenía en su clase.

Ni siquiera Terry, con toda y su autoridad, podía protegerla. También tenía otras clases que dar y no actuar como ángel de la guarda de la joven.

Mientras tanto, Anthea logró encontrar el tiempo perfecto para jugar con sus hijos, y para estudiar. No era nada fácil, mucho menos con las otras dos esposas llenándose cada vez más de envidia, pero la gran ventaja de la muchacha era su buena organización, y de este modo pudo convencer a Mohammed de que después de todo no había sido una mala idea.

Un día que Hada estuvo a punto de explotar y reclamarle a su marido todo lo que la estaba haciendo pasar, Fadila la tranquilizó.

-Calma, Hada. Ya me he encargado de nuestra venganza, desde hace ya mucho tiempo.

-¿De verdad?, ¿qué hiciste?- preguntó Hada mucho más que sorprendida.

-No le digas esto a nadie, pero... en la fiesta de dieciséis años de Anthea, la escuché conversando con ese tipo, Harun.

-¡Por Allah!, ¿de qué hablaron?

-Hablaban de huir juntos esa misma noche, ¡tenían planes!,incluso iban a llevarse a Salma y Nasir.

-¿Y qué pasó?, se hubiera ido. Así nos habría dejado a Mohammedcito para nosotras. ¿Por qué no se fue?

-Eso mismo pensé yo- aceptó Fadila- pero luego me di cuenta de que se iría para ser feliz, y desataría una tormenta en nuestra casa con nuestro marido, y pensé que no sería justo. Ella no puede ser feliz, ¡no debe! Así que llamé a la policía avisándoles de un hombre extraño que merodeaba la comunidad, ¿y adivina qué? pensaron que podrá tratarse de un terrorista o de algún espía, así que lo han arrestado y lo dejarán quién sabe cuántos años en prisión. Y como no tiene conocidos aquí, no puede llamar a nadie que lo salve.

Hada estaba boquiabierta.

-Eso no es un tanto honesto. Después de todo, es inocente.

-Ya sé, pero no podía permitir que Anthea fuera feliz. Siento que el estudio no es todo lo que quiere en la vida.

-Quiere a Harun...

-Sí, y ahora será infeliz también, justo como nosotras.

-Ojo por ojo- dijo Hada riendo.

Fadila la abrazó, orgullosa de su gran hazaña.


Anthea tuvo por primera vez un cumpleaños en un colegio. Su clase le organizó una reunión con pastel y regalos. Yolanda se le acercó y le dijo, entregándole un paquete:

-Es para que te largues. Gente como tú no debería mezclarse con personas como yo.

Anthea abrió el "obsequio", y encontró un boleto de avión para Fez.

Yolanda y Ashley, se empezaron a reír, diciendo:

-Largo de aquí, regresa a tu país, musulmanita.

Anthea salió de la clase enojada, y se fue al baño a lavarse el rostro. Esas dos niñitas mimadas la estaban haciendo pasar el peor cumpleaños de su vida. Entonces se miró al espejo, y observó su reflejo. Diecisiete años ya. Ya no era la adolescente inocente de Fez, ya no era tampoco la rebelde que huía para ir a clases clandestinas. Sentía que su vida podía cambiar de una buena vez. Sin embargo, sentía que algo faltaba, y sabía muy bien lo que era.

No tenía noticias de Harun desde hacía tiempo, y eso la ponía muy nerviosa. Trataba de no pensar en él, pero la atacaba la curiosidad de saber lo que le había pasado. ¿Dónde podría estar?

Terry buscaba continuamente en el colegio la compañía de Anthea. Casi siempre le pedía ayuda para acomodar libros en la biblioteca o arreglar archivos en las oficinas. Todo era con tal de protegerla y ver por ella, para que las sonsas de Yolanda y Ashley no comenzaran a fastidiarla, lo que aparentemente se había convertido en su nueva distracción.

Para su desgracia, las amigas comenzaron a esparcir rumores sobre Anthea y Terry, diciendo que ella se le ofrecía a cambio de obtener buenas notas en clase.

Anthea supo que había empezado el rumor, y se armó de valor para enfrentarse a Ashley y su compinche.

-¿Qué cosas están diciendo de mí?- preguntó de brazos cruzados.

-Ay, mira quién es, Yoli. Es la musulmanita. En cualquier momento el edificio va a explotar. ¡Huyamos!

-Déjate de estupideces, Ashley. Sé que ustedes empezaron con los rumores. ¿Cuántos años tienen?, ¿cinco?- preguntó sarcásticamente, aguantando las ganas de abofetearlas.

-Cállate, Antheita. Vete a pasear a tu Marruecos, ¡seguro vas a pasarla bomba!

Yolanda se moría de la risa con los chistes tontos de su amiga, y Anthea tuvo que darle una patada en la rodilla a Ashley.

-¡Ouch!, ¿qué te pasa?, ¡qué violenta eres!

-Admite que fuiste tú la que comenzó con las habladurías. ¿Por qué?, ¿qué te hice yo?

-Anthea, lo admito. Fui yo. Y te odio a ti, odio a tu especie, a tu religión violenta.

-¡Mi religión no es violenta!, es muy hermosa, no tienes derecho a juzgarla.- a pesar de faltar a muchas leyes de ella, Anthea realmente amaba el Islam.

-Sí, claro. ¿Entonces por qué los tuyos mataron a mi padre el año pasado, en Buenos Aires, Argentina?- preguntó Ashley con la voz rasposa. Parecía a punto de llorar.

-¿El año pasado?, lo recuerdo... fue el ataque a la embajada de Israel...

-¡Sí!, y mi padre murió... ¡por culpa de los tuyos!

-¡Estás equivocada!, no somos como esas personas. ¡No tiene nada que ver una cosa con la otra!

-Llegué ese día a casa, y mi mamá estaba en el suelo. ¡En el maldito suelo!- Ashley ahora sí estaba llorando- intentó suicidarse, ¡trató de abandonarme en este mundo!, la odio a ella, te odio a ti, y a mi padre por ir a ese estúpido viaje.

-Ashely. Lamento lo que pasó, pero te repito, no tuve nada que ver con eso.

-¡Ay, cállate!

Ashley jaló el hiyab de Anthea y se lo quitó. Yolanda no dejaba de carcajearse.

-Ahora irás al infierno, estás desnuda y expuesta ante los hombres, ¡uh!, que miedo. Tiembla, musulmanita.

Antes de marcharse, Yolanda empujó a la joven, y ésta se tropezó hacia atrás, cayendo en el suelo. Se prometió no llorar, y no lo hizo, al menos hasta que estuvo en su casa. No podía hablar con nadie de eso. Si le contaba a Mohammed, él la sacaría del colegio; Terry ya no era una buena opción debido al daño que Yolanda y Ashley ya habían causado en su reputación, y Miranda estaba ausente todo el día trabajando, o en las noches en algún bar con su novio, Tom.

El primer año en el colegio fue el más difícil. Luego, la actitud despiadada de Ashley se aminoró, cuando su amiga Yolanda fue expulsada por hacer intentar sobornar a un maestro ( precisamente a Terry).

Para Anthea, el éxito estaba cada vez más cerca.

Los exámenes finales llegaban, y su primer año marcaría el fin de la primera etapa en el colegio.
El arduo trabajo habría valido la pena, y solo quedaría un curso más para graduarse y encontrar una universidad donde estudiar.

Todo mejoraba a buen ritmo.

Llantos De Arabia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora