14. Despedida

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Harun se encontraba en pleno desayuno cuando alguien tocó desesperadamente a su puerta.
Él abrió un poco temeroso de que fuera la justicia que venía a castigarlo, pero al abrir se encontró con una figura cubierta por un burka. Ese cuerpo delgado y esa estatura solo podían ser de una adolescente.

-¿Anthea?, ¿eres tú?

Anthea entró en la casa y cerró la puerta. Luego de eso se quitó el burka.
Tomó valor para decir lo que quería.

-Harun, voy a irme a América.

-Pero... ¿por qué?

-Mohammed va a extender su industria hasta allá, y nos llevará a mí y a las otras esposas por dos años.

-Pero Anthea... ¿qué hay de tu beca?, ¿qué hay de mí?

-Harun, no me malinterpretes. No quiero nada contigo. Eres mi maestro, y eso es todo. Me importa mucho más mi amistad con Latifa, y ya no quiero problemas en mi vida. No quiero verte más. Gracias por los materiales y por tu ayuda, pero de ahora en adelante yo buscaré mi propio camino.

Harun dejó caer una lágrima. A Anthea le dolía verlo así, pero se aguantó las ganas de abrazarlo y besarlo. Claramente había sido más que un maestro para ella, y ahora todo se tenía que acabar, para empezar una nueva etapa.

-Anthea, estoy enam--

-No lo digas.-lo interrumpió ella entrecerrando los ojos.

-Pero...

-No lo estás. Soy una mujer casada.

-¡Por Dios, eres una niña!, necesitas estar con gente que te trate como tal.

-¿Tú me tratarías como una?, lo dudo mucho.

-Yo no te voy a tratar como a una niña- dijo acercándose a ella- sino como una princesa.

-Patético. Las palabras no me conmueven fácilmente, Harun. No me conoces nada.

Harun bajó la cabeza.

-No te conozco, es cierto. Pero te quiero, Anthea.

-Es pecado Harun. Allah va a castigarte, ¡y a mí también! Ya perdí mucho tiempo, debo volver a casa antes de que noten que ya tardé.

-Anthea... voy a extrañarte mucho, lo sabes ¿no?

-Nunca más volverás a verme. Me lo juré a mí misma.

Dicho esto, Anthea se cubrió de nuevo con el burka y salió de la casa, con el corazón hecho añicos.

Harun se acurrucó en uno de los sofás y se hizo ovillo, mientras lloraba en silencio.

Latifa se enteró del viaje que su amiga iba a hacer, ya que era lo único de lo que se habló en La Medina por una semana entera.
Pidió permiso a sus padres para que le permitieran ver a su amiga, ya que aún estaban enojados con Anthea por lo sucedido con su hija.

Latifa llamó por teléfono a Anthea.

-Latifa, hola

-¿Por qué no me habías dicho que vas a viajar?, ¿por qué me lo has ocultado?

-Pero Latifa... yo te mandé una carta, ¿no la recibiste?

-Oh, ¿en serio? Mis padres debieron haberla desechado al ver que era de tu parte... lo lamento, creí que no te despedirías de mí.

-He estado ocupada, pienso ir a verte en uno de estos días. ¿Cómo te encuentras?

-Bien, al parecer la noticia de que los Rajid van a viajar ha opacado el chisme de la chica difamadora-dijo Latifa con tono burlón.

-Definitivamente ya te encuentras bien... Mira, voy pasado mañana a tu casa, ¿está bien?

-Claro, yo te espero.

Hada y Fadila estaban ansiosas por el viaje, y un poco temerosas por el nuevo mundo en el que vivirían.
Aunque fuera una comunidad musulmana, definitivamente no sería lo mismo que vivir en su hermoso Marruecos.
Tendrían que adaptarse y aprender a respetar y a ser respetadas.

Mohammed solo podía pensar que tal vez en América, estando lejos de la familia y amigos, Anthea le dedicaría un poco más de tiempo a él y terminaría enamorándose de él.
"Es cuestión de tiempo" pensaba Mohammed cada noche antes de dejar que el sueño lo abrazara.

Al siguiente día no quedaba nada más que comenzar a despedirse de los amigos de La Medina.
Mohammed organizó un almuerzo para sus colegas de Fez, y sus esposas cocinaron para la ocasión, pero claro que ellas no participaron en la comida, sino que se limitaron a quedarse en la sala común, tejiendo o conversando entre ellas, con algunos bocadillos en una mesita en el centro.

La velada finalizó con algunos cantos entre los amigos, para dar paso a las largas despedidas.
-Espero verte pronto.
-Que te vaya muy bien, Mohammed.
-Gracias, Ubal.
-Hasta luego, Mohammed.
-Serás extrañado, Lebá.
-Que Allah los proteja en su viaje.
-Muchas gracias, Ruf.

Cuando los amigos de Mohammed se marcharon, Fadila se acercó a él con lentitud.
-Esposo, pasa hoy la noche conmigo, ya que Hada tiene dolor de cabeza, y tampoco te toca con Anthea.

Mohammed se lo pensó.
-No. Si Hada no puede, entonces ninguna puede. Hoy me toca dormir con Hada, y si no es con ella, no es con nadie.

Fadila lo besó en la mejilla y se fue a dormir. Hada hizo lo mismo.

Anthea se acercó a él, y lo besó en el mismo lugar, solo que Mohammed la tomó de la mano.
-No me has dicho exactamente cómo te sientes respecto a este viaje.

-Me siento... bien.

-Anthea, sé sincera. Si este viaje te hace infeliz, te juro por Allah que lo cancelo. Solo quiero verte feliz.

-Mohammed, no deberías jurar en vano. No deberías buscar únicamente mi felicidad, sino la de tus otras esposas. No deberías hacer muchas cosas, y sin embargo las haces. No entiendo por qué me tratas tan bien. No lo merezco.

-Anthea, ¿por qué te casaste conmigo? Si no estabas lista para amarme, ¿por qué lo hiciste?

-Mohammed... no quería avergonzar a mi familia... eso es todo. Supongo que fui muy presionada para aceptar el casamiento, debido a tu apellido y fama.

-¿Y te hago infeliz?, no quiero retener a nadie, Anthea. Puedo divorciarme de ti. Puedo devolverte. Si eso te hace feliz, puedo hacerlo.

Anthea lo pensó dos veces. ¿Por qué Mohammed le ofrecía eso?, ¿era capaz de soltar lo que más amaba precisamente por amor?
Pero ser devuelta... eso significaría la desgracia para la familia Saadi... para las hermanas y hermanos de Anthea...

Anthea quería tanto su libertad... pero no podía sacrificar al resto de su familia solo por un capricho suyo; simplemente no podía.

-Mohammed, no tienes que hacer eso. Me iré contigo a América. Y no te preocupes, estoy segura de que aprenderé a quererte.

Mohammed la abrazó fuertemente, y Anthea solo se dejó, a pesar de que el contacto con él fuera un poco extraño aún.

-Descansa, que mañana será nuestro último día en Marruecos.- dijo Mohammed, besándola en la frente.

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