Cuando los mellizos cumplieron un año, se les organizó una pequeña reunión familiar en la casa.
Mohammed decoró la fachada con mariposas de plástico, azules y rosas, y Fadila cocinó dos pasteles para los invitados.Anthea se acercó a Mohammed discretamente, como había estado haciendo los últimos tres meses, para susurrarle:
-Ya están muy grandes nuestros hijos, ¿no?-Así es. Cada día crecen más.
-Mohammed, creo que ya es hora para mí de estudiar.
-Anthea, deja de acercarte a mí solamente para preguntar eso. Te dije que es hasta que los mellizos crezcan...
-No dijiste eso. Fue hasta que sean un poco mayores, y ya lo son. Ya tienen el año. Ya caminan, incluso.
-Anthea, cuando te dije eso- comenzó a decir Mohammed- me refería a que tienes que esperar que ellos puedan cuidar de sí mismos. Hasta que tengan doce o trece años.
-¡¿Qué?!, ¿estás loco? Es demasiado tiempo para esperar, quiero estudiar lo antes posible - reprochó Anthea.
-Anthea, ve a descansar. Te llamo cuando comience la celebración.
-Eres cruel, Mohammed. Confié en ti, y en que cumplirías tu palabra lo antes posible. Pero eres igual que antes, no has cambiado nada.
-Lo lamento, habibi. Es por el bien de los niños.
-Yo... ¡ni siquiera quería tenerlos!
Mohammed quedó horrorizado.
La joven se alejó, y salió por la puerta de la cocina, a la calle.-¿Y a esa qué le pasa?- preguntó Fadila a Hada.
-Tal vez se peleó con Mohammed, lo que es muy bueno- respondió ésta, y anbas comenzaron a carcajearse.
Anthea salió de la comunidad corriendo, necesitando estar sola, y al cruzar, un auto la golpeó con fuerza suficiente para lanzarla calle abajo, rodando hasta chocar con una pared de concreto.
Alguien la reincorporó y le dio de beber agua.
-Anthea, ¿te encuentras bien?- era la voz suave de Miranda.
-Mi...randa. ¿Qué haces aquí? -preguntó Anthea un poco mareada por el golpe. Sintió un repentino dolor en el brazo, y vio que un hilillo de sangre resbalaba por él.
-Es una pequeña herida, nada grave.
-¿Qué haces por aquí?- volvió a preguntar la muchacha.
-Iba de camino a tu casa, cuando una chica demente se atravesó enfrente y voló por los aires.
Anthea sonrió un poco, lo que también le causó dolor.
-Mohammed me invitó al cumpleaños de tus hijos. No pude hablar contigo en tu fiesta, ya que aparentemente estabas demasiado cegada por tu enojo como para dirigirme la palabra, y por eso he venido hoy. Eres mi amiga, y no quiero que dejes de serlo.
Anthea la abrazó, sin decir palabra.
Luego se escucharon unos pasos detrás de Miranda.-¿Qué pasa aquí?- era Mohammed, quien había salido tras Anthea minutos después de ella.
-Hubo un pequeño accidente, algunos rasguños nada más- dijo Miranda.
Mohammed ayudó a su esposa a ponerse de pie:
-Tengo que dejar de encontrarte en estas condiciones en las calles.
Anthea hizo una mueca.
-Volvamos a la casa, no puedes huir de mí cada vez que tengamos un pleito.
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Llantos De Arabia
Historical FictionAnthea Saadi es prometida a un hombre tres veces mayor que ella. Anthea no tiene voz para decir lo que piensa. No tiene apoyo para hacer lo que ama. No tiene motivación para luchar por su futuro. Hasta que conoce a Harun, un profesor clandes...