36. Cartas

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Harun llevaba poco más de un año en prisión, y aún le faltaban muchos más. La corte lo mandó llamar para intentar reducir su sentencia recolectando pruebas de que era inocente, y no un espía.

-Señor Abad, cualquier contacto que pueda proporcionarnos podrá ayudarlo a salir de aquí.

-No tengo ningún contacto. Toda mi familia está muerta.

Y esto no era verdad, pero Fadila lo había amenazado. Si se enteraba que Harun saliera de prisión, le contaría a Mohammed su viejo plan de huir con Anthea, lo que arruinaría la vida de ésta, y Harun la amaba demasiado como para lastimarla de ese modo, aún sin querer hacerlo.
El juez dio por sentado que Harun era culpable de espionaje, y lo condenó a trece años de prisión.
No podía pasar tanto tiempo sin comunicarse con Anthea. De alguna forma tenía que hacerle saber que no la había abandonado y que era lo más importante en su vida.

Encontró la forma de conseguir un lápiz y un pedazo de papel arrugado, ya que la prisión era en su mayoría un total cochinero.
Comenzó con unas palabras tiernas, pero siempre terminaba borrando todo y empezando de nuevo.
Pasó varias horas tratando de decir lo que sentía desde el fondo de su alma, para su adorable Anthea.
Y esa fue la parte difícil.

Se vio obligado a suplicarle a un reo que tenía visitas continuas que hiciera llegar esa carta al domicilio escrito en el sobre. A cambio, Harun le daría la mitad de su comida durante dos meses enteros, ya que eran porciones muy pequeñas y no muy deliciosas.

Harun tuvo que confiar que el contacto de aquel reo haría llegar la carta a su destino, y así lo hizo. La persona dejó el sobre en la embajada de Marruecos, con destinatario para Miranda.

Ella llegó temprano a abrir, y se sorprendió al hallar la carta.

"¿Quién es ese Harun?"

Comenzó a leer una de las notas que había.

"Hola, sé que no me conoce. Y yo tampoco la conozco. Pero en alguna ocasión Anthea me habló brevemente de usted en algún momento, y de su trabajo, también me contó sobre la ayuda que le brindó al haber huído, y que se volvió una persona importante para ella. Es por eso que le hago llegar este sobre. Necesito que me haga un favor, uno muy importante. Entréguele esta carta a Anthea sin que nadie se entere. Nadie debe saber que yo la mandé, en especial las esposas. Cualquier error hará que Fadila confiese una terrible verdad a Mohammed... algo que le explico en la otra carta a Anthea, y puedes preguntarle después. Por favor, entregaselo solamente a ella. Su felicidad está ahora en tus manos. Allah le bendiga."

Miranda subió al auto, agradeciendo que Anthea estuviera en el colegio, pues así sería más fácil entregarle la carta. Condujo hasta Saint Mary, se bajó y buscó a la joven hasta su clase, donde pidió permiso a la profesora para hablar con ella.

-Me dices qué marcaron de tarea- le dijo Anthea a Ashley. Ésta asintió.

Anthea salió del aula, y Miranda le entregó el sobre, diciendo:

-Es mejor que lo leas a solas. Es de... alguien a quien le importas.

Anthea lo tomó con cuidado, y reconoció la letra manuscrita y sutil de Harun. Casi se desmaya al verlo.

Fue al baño para estar a solas, y abrió la hoja escrita especialmente para ella. Tenía tanto miedo de lo que pudiera decirle... ¿Le diría que ya no la quería?, ¿que realmente la había engañado por diversión?

"Querida Anthea:
Imagino lo mucho que debes odiarme, y lo entiendo perfectamente. Pero quiero decirte que las cosas no sucedieron como tú las piensas. Fadila se enteró de lo que estábamos por hacer esa noche... Y me amenazó. Me metió a la prisión y me obligó a guardar silencio a cambio de tu honor, y creeme que pienso cumplirlo con tal de no herirte. No quiero que Mohammed te deje y te quite a tus hijos, sé que eso es lo peor que podría sucederte ahora que seguramente eres más feliz que nunca. Si aún me amas en trece años, juro que volveré por ti, y todo estará bien, todo podrá ser como nunca lo fue. No dejaré pasar la oportunidad para casarme contigo y llevarnos a tus Salma y Nasir con nosotros.
En fin, regresaré a ti, y cuando lo haga, sólo deberás tomar una decisión. Sí, o no. Es todo lo que necesitaré de ti. No importa dónde estés o con quién, voy a encontrarte y tenerte a mi lado. Eres lo único que me importa y no quiero que pienses lo contrario. Te amo con toda la fuerza de mi corazón y mi mente, te amo como tu esposo nunca lo hará. Te ayudaré a acabar los estudios, a terminar todo para que consigas un empleo. Viajaremos por el mundo, veremos de todo. Conservaremos nuestra religión, si gustas, pero podrás conocer otras y aprender nuevas culturas. Seremos felices, tú serás feliz. Pero entenderé si no me aceptas... Si Mohammed te hace feliz, adelante, no me opondré.
Lo que importa es ver esa sonrisa que tanto me gusta, en tu rostro.
Siempre tuyo, Harun Abad."

El corazón de Anthea latía con rapidez, y sentía que todo daba vueltas. No podía creer que aún se emocionaba por ese hombre. ¿Pero por qué ahora?

¿Por qué ahora que Mohammed la había dejado estudiar, y era muy feliz con sus hijos? 

Anthea deseaba en el fondo que Harun jamás reapareciera en su vida, pero por ahora, eso no lo podía saber.

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