16. Peligro.

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—Suéltame. —me pide Sophie zafándose de mi agarre.

Ha recogido todas sus cosas y está lista para irse, pero no puedo permitirlo. No ahora que Sasha está tan cerca de la realidad. Debo mantener mis mentiras, protegerlas como a mi propia vida.

—¡No! —le respondo. —Estás en peligro.

—Claro, ahora sí, pero el viernes cuando me dijiste que fuera buscando un piso no lo estaba. ¡Já! Eres el mayor mentiroso compulsivo que he conocido en la vida, eres un hombre asqueroso, sucio y calculador. ¡Vete con tu mujer!

Niego con la cabeza. No lo entiende. No me quiere escuchar.

—¡Sasha lo sabe! ¡Lo sabe todo! —grito y para de forcejear para mirarme con los ojos abiertos.

—¿Sabe que estamos vivos?

—Me temo que lo intuye. Esa mujer es muy astuta; no me cabe duda de que llegará al final de todo esto y no tendrá piedad. Así que si sales de aquí, olvídate de todo lo demás.

Travis nos mira asustado. Su madre se muerde el labio inferior y corre a abrazarlo. Le acaricia el pelo y besa sus mejillas.

—Mi amor, todo irá bien, ¿vale? —le dice al niño, que asiente. —Ve a tu cuarto y duerme, sé que estás cansado. Es tarde. Mañana buscaremos una solución.

El chico asiente y tras besar a su madre, corre a la cama. Ni siquiera me mira. Sophie vuelve a acercarse a mí, despacio y con ojos brillantes por las lágrimas que quieren salir de ellos.

—Cómo.

—¿Cómo, qué?

—Cómo sabe que estamos vivos.

—Pues...—

—Es tu mujer, ¿verdad? Lo ha contado porque está celosa. ¡Nos ha vendido!

Ojalá pudiera decirle que no hay una mujer, pero debe desenamorarse de mí y por tanto tengo que continuar con esta historia.

—No. Ella no ha dicho nada. —sentencio y humedezco mis labios con la lengua. —Fue mi culpa.

—¿Tú? —se acerca amenazadoramente. —¿¡Tú nos has vendido, cabrón!? —me pega, pero la agarro.

—¡No! ¡Estate quieta, maldita sea! ¡Para de ser agresiva!

Reduce sus nervios y respira hondo. Qué complicadas son estas personas.

—Más vale que tengas una buena explicación.

—Abigail me dijo que os habíais ido y no quería que os encontraran, así que fui a buscaros por toda la ciudad. Pero en vista de que era esa absurda noche de Halloween, era imposible reconocer siquiera un rostro. Pensé que podríais haber ido a vuestra casa, con tu marido, y tuve que buscar la dirección en los archivos del hospital. En mi unidad, todo eso lo lleva Sasha y no tuve tiempo de borrar el historial ya que me pilló el de seguridad.

—Y ella lo vio.

—Lo vio. —afirmo. —Así que ahora estará dándole vueltas a qué es lo que ocurre. Porque ya ha empezado a atar cabos.

—No podemos salir de esta casa.

—¡Por fin lo entiendes!

—Dios mío, esto es peor que nunca... —pone una mano en su pecho. —Tengo taquicardia.

Ruedo los ojos. Eso le pasa por tener sentimientos, yo nunca tengo taquicardias. Le traigo un vaso de agua y me siento junto a ella en el sofá. Parece que quiere decirme algo, pero se está conteniendo. Y casi lo prefiero, me va a explotar la cabeza de tanto pensar en las mentiras. Ahora no solo al universo, sino también a la inoportuna de Sophie, que apareció para volcarme la vida de mala manera.

Amanece nublado, como mi mente. Desayuno unos cereales y rápidamente salgo de casa. Y pensar que es martes, que queda toda una semana por delante y que mi lugar de trabajo ahora se ha convertido en mi propio infierno.

—Gabriel. —me dice la voz de Sasha cerca de mi nuca, y me giro serio. —Entra Adana a quirófano.

—Bien. —sigo mi camino mientras me pongo los guantes. Veamos que tal va con esta niña.

***

—¿Te apetece beber algo? —me pregunta Damien a las diez y cuarto de la noche. —Puedes traer a Abigail.

—Eh... no, la verdad es que hoy está mala. Ya sabes...

—Ah. Bien, bueno. Pues que se mejore. —concluye Damien palmeando mi hombro y alejándose.

Bufo y saco del bolsillo las llaves del coche. Camino hasta el garaje y la veo ahí, apoyada en mi auto y con los brazos cruzados.

—Qué quieres. —le digo.

—La verdad. —saca el certificado de defunción y me lo muestra. —¿Dónde está, Gabriel? Qué has hecho con ese niño.

—Muerto, Sasha. —le digo y abro el coche, pero se pone en la puerta. —Quítate.

—Esto es falso. —continúa manteniendo el certificado en alto, casi delante de mis narices. —Así que o me lo cuentas, o llamo a la jodida ACS y adiós a tu vida.

—Entra al coche. —le digo.

—No.

—Sasha, al coche. —le ordeno y me acerco mucho más a ella, amenazante. —No voy a contarte nada delante de las cámaras de seguridad, así que no lo pongas más difícil.

Rueda los ojos y da la vuelta hasta el asiento decopiloto, para subir. Entro y bloqueo las puertas. No deja de mirarme, estoy en un puto callejón sin salida y voy a tener que confesarle todo lo que he liado, porque ahora no vendrá Damien a interrumpir y librarme de ella. 

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora