8. Cumpleaños feliz.

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No me lo creía cuando esta mañana Noah me ha llamado diciendo que estaría de paso por Sephanie para dar una charla en no-sé-dónde. He quedado con él para tomar un café a eso de las once de la mañana; puesto que hoy es sábado.

Me afeito, me peino, me visto elegantemente y me aseguro de que Sophie y Travis duermen. No creo que deba despertarles sólo por ir a tomar un café. Igualmente he dejado mi número en la mesita de noche de Sophie para que me llame en caso de necesitar algo.

—¿Cómo estás? —me dice sonriente Noah cuando me ve aparecer—. Ya son casi tres años sin vernos, ¡eh!

—Totalmente. Bien, estoy bien. Y a ti, cómo te va.

—De maravilla. Estoy esperando mi primer hijo, ¿sabes?

—¿Ah, sí?

—Pues sí. Caroline está de tres meses ya, y a la espera de saber si será niña o niño.

—Eso es estupendo.

—¿Y tú? ¿Nada de hijos?

—Ni siquiera he encontrado una pareja.

—No será porque no eres guapetón —bromea y sonrío—. Bueno, no es tan difícil. Alguien con quien más o menos puedas convivir y ya está.

—Supongo.

—A veces pienso en lo frustrante que es nuestra situación, ¿eh? Quiero decir, no podemos sentir la frustración pero me lo imagino. Todo sería más fácil teniendo sentimientos.

—Que me lo digas tú, que estás reconocido como uno de los mejores cirujanos en la actualidad da que pensar.

—Sí, es así. Pero de vez en cuando lo pienso. Incluso me he planteado volver a operarme para recuperar los sentimientos. Es una locura, lo sé... —dice—. Y de hecho no voy a hacerlo porque aparte de que me es indiferente, Caroline es igual que yo y así está bien.

—Las posibilidades de que esa operación salga bien son casi nulas... Y además, es un delito. Revertir el estado de nuestro cerebro y corazón está perseguido por la ACS.

—Ya, lo sé —se ríe—. ¿Y tú qué? ¿Operando como siempre, no?

Charlamos durante un buen rato más y luego nos despedimos. Vuelvo a casa, todo está ordenado y limpio, pero no veo a nadie. Y qué extraño es pensar que ahora, cuando llego, alguien me espera.

—¿Sophie? —pregunto avanzando hacia el salón.

—¡Estoy aquí! —dice desde la cocina.

Me asomo y la veo con el delantal preparando algo. No se voltea a mirarme, así que sólo observo su pelo recogido en un moño deshecho y su delgado cuerpo inquieto.

—¿Qué... preparas? —le pregunto.

—Una tarta —se gira y me sonríe.

Tiene una mancha de chocolate en el pómulo derecho, así que me acerco y se la limpio con mi pulgar. Acto seguido noto que se pone nerviosa y me desvía la mirada. ¿Qué le ocurre?

—Tiene buena pinta —le digo.

—Gracias. Hoy es el cumpleaños de Travis.

—¿Ah, sí? No lo sabía.

—Como no he podido comprarle nada, busqué los elementos necesarios para prepararle el pastel y, aunque no tenga velas, al menos podré cantarle cumpleaños feliz a mi pequeño.

—Lo... tuviste joven, ¿cierto?

—Sí —sonríe y creo que muestra tristeza. No estoy seguro—. Con veintitrés años.

—¿Y cumple... diez?

—Claro.

—Así que tienes treinta y tres.

—Ajá.

—Yo treinta y dos.

—¡Bien! Casi me alcanzas —ríe.

—Bueno... Voy a comprar algo para comer y ahora subo de nuevo.

—Aquí estaremos.

Salgo, no muy seguro de qué hacer. ¿Debería comprar un regalo a Travis? Se supone que a los niños les gustan los juguetes... Pero, ¿qué quiere un niño con sentimientos? Bufo y me dirijo a una juguetería cercana. Observo todo lo que hay y al final me decanto por un balón. Se supone que debe hacerle... ¿Cómo se llama? Ah, sí, ilusión.

Compro algunas cosas en el supermercado y subo de nuevo. No he tardado más de una hora, en total. La tarta está terminada, en la nevera, y la cocina recogida.

—Ya he llegado —aviso.

—¡Gabriel! —corre Travis hacia mí—. ¿Sabes qué? ¡Hoy es mi cumple! Diez años tengo ya —sonríe inocentemente.

Supongo que debe ser tierno. Asiento y revuelvo su pelo antes de entrar a la cocina. De lejos, puedo escuchar al niño hablar con Sophie.

—Mami... —le dice—. Gabriel no me ha felicitado, y eso que le he dicho que hoy es mi cumpleaños.

—Cariño, mírame —responde Sophie—. Gabriel no es como nosotros, ten paciencia. Él es un hombre muy, muy bueno que nos está ayudando, así que no te enfades con él, ¿vale?

—Él es como... ¿Papá?

—Sí, mi amor. Él es igual que papá y que los abuelos. Él no siente nada aquí—la escucho decir.

—¿Y por qué no?

—Porque su operación salió muy bien.

—¿No tiene hijos?

—No, cielo, no tiene.

—¿Cuándo volvemos a casa?

Cierro la puerta para no seguir escuchando. No soy entrometido, ni siquiera me surge la curiosidad, pero oí que hablaban de mí y sólo me quedé atento. Preparo la comida con esmero, pensando en todo lo que Sophie le ha dicho a su hijo. Es cierto que en la teoría soy como su padre y como el resto de personas, pero... yo no me sentiría bien por el hecho de que alguien muriera. En realidad, una vez más, me da lo mismo.

Comemos juntos y no dejo de mirar a Sophie. El cariño con el que trata a Travis, eso que yo no puedo hacer y que a ella se le da tan bien. Cómo lo cuida, cómo le riñe si ha de hacerlo.

—Y ahora... tu sorpresa, ¡mi amor! —le dice a su hijo y se va a la cocina, para volver unos segundos más tarde con la tarta de chocolate—. ¡Tachán! —ríe—. Feliz cumpleaños, tesoro —la pone sobre la mesa y se acerca a besar a Travis, que se ríe y la abraza.

Yo sólo miro. Observo constantemente. Si pudiera sentir la envidia, de seguro la tendría ahora.

—Felicidades, Travis —le digo y él se sonroja—. Yo también tengo una cosa para ti.

Ahora son los dos quienes me miran boquiabiertos. No se lo esperaban. Pongo la bolsa que contiene el balón sobre la mesa y cuando lo abre, suelta una exclamación de lo que creo que es alegría. —¡Gracias, Gabriel! ¡Muchas gracias! —me abraza, y le correspondo frotando un poco su espalda y sonriendo, aunque en realidad no siento nada al hacerlo.

—Gracias —me susurra Sophie en cuanto él se ha ido a probar su nuevo balón—. Qué detallazo. No sé como agradecerte todo lo que haces por mí... Por nosotros.

En realidad lo he hecho por mí, creo. Ahora ya no lo tengo tan claro. Es evidente que no puedo hacer nada por los demás, pero tampoco soy capaz de desarrollar el egoísmo. Todo es raro, y nunca me había parado a pensarlo hasta el día de hoy.

Cuántas complicaciones.

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora