23. Al descubierto.

140 18 1
                                    

-CAPÍTULO NARRADO POR SOPHIE.-

Sigo esperando la llamada de Gabriel, pero no llega y empiezo a sudar de los nervios que tengo en el cuerpo. Travis no está ajeno a todo; es pequeño pero no tonto. Sabe que está ocurriendo algo y aunque por fin le ha entrado en cabeza que no nos tienen secuestrados, no deja de preguntar qué nos van a hacer.

Y no puedo responderle. No sé responderle.

—Mi amor, estaremos bien. —le digo acariciando su cabeza rubia.

—No quiero que papá nos encuentre. —susurra. —No le quiero.

—Yo tampoco. —suspiro. —Ninguna de las dos cosas.

Se me ocurre entonces una cosa: llamar a Abigail. Es la única persona que conozco del entorno de Gabriel que ya nos ha visto y ha convivido con nosotros un par de días. Él no me llama y siento que estamos en peligro ahora más que nunca.

Descuelga al tercer pitido.

—¿Quién es? —pregunta desganada.

—Abigail... soy Sophie.

—¿Qué Sophie?

—La... amiga de tu hermano.

—Oh, ya. Sí, ¿qué quieres?

—Necesito tu ayuda.

Le explico la situación omitiendo detalles como que podemos sentir o que nos persigue la ACS. Es decir, me invento la historia, pero está cerca y cede a pasar a recogernos.

La he convencido. Con mucho esfuerzo, pero la he convencido. Espero hasta que me avisa para bajar y aunque me lo juego todo, me arriesgo. Con Travis de la mano me acerco hasta donde se encuentra Abi y nos montamos en el coche con ella.

—¿A dónde os llevo?

—No lo sé. —digo intentando sonar calmada. —No podemos seguir ahí.

—Vale, eh... os llevaré a mi casa, qué remedio. Hay al menos cinco horas de camino.

—No nos importa. ¿Verdad, hijo?

—No. —dice Travis.

***

Aparca en una plaza de garaje amplia y al aire libre. Una bonita casa está delante de nosotros. Sin ser muy grande, da la sensación de que es elegante y acogedora. Despierto a Travis, que se ha dormido por el camino y le ayudo a salir del coche. Durante el camino he vuelto a usar mis dotes como actriz, disimulando que no puedo sentir y hablando fría y distante con Abigail.

Saco el móvil del bolsillo y veo una llamada de Gabriel, hace al menos cuatro horas. Dios mío, estaba tan concentrada en la conversación y en el rato que me dormí que olvidé que esperaba una llamada suya.

Y no puedo reprimir una enorme tristeza en mi interior. Este hombre me vuelve loca, a pesar de lo distante que es, nos trata de maravilla, con respeto y cuida de nosotros. Comparo con mi marido y de milagro no echo a llorar. Siento que la vida me está dando una segunda oportunidad, me ha permitido conocer a otro hombre que es bueno, educado y amable. Vale, puede que no me corresponda, pero al menos no me humilla, insulta y desaparece durante días y noches para irse a burdeles o bares y beber hasta perder la conciencia.

Gabriel es distinto, y de verdad que sería perfecto si al menos pudiera encontrar en su alma un ápice de lo que siento yo. Sus labios son deseo para mí, llevaba años sin sentir la lujuria y las ganas de estar con un hombre, él me provoca millones de sensaciones buenas.

Pensar que está así por mi culpa, me parte el corazón. Pero él sabrá estar bien, no tengo duda. Le debo la vida.

—¿Os apetece almorzar ya? —pregunta Abigail. —Mi madre llega en un rato corto, pero suelo comer a estas horas.

—¡Sí! —exclama Travis.

Nos sentamos los tres a la mesa y cuando llevamos apenas quince minutos con la comida, una delgada y esbelta mujer entra por la puerta. Sus ojos son iguales a los de Abi, el pelo es más como el de Gabriel. Obviamente, es su madre.

—Vaya... invitados.

—Esta es la novia de Gabriel, mamá.

La mujer posa sus ojos en mí sin sorpresa o interés. Esbozó una levísima sonrisa y se sentó a la mesa. Sirvió un poco de ensalada en su plato y comenzó a comer en silencio.

Recogimos todo mientras Travis veía la televisión en el sofá. La madre de ambos me agarró una muñeca y tiró de mí hasta llevarme al pasillo. Ahí me analizó de arriba abajo y se cruzó de brazos.

—¿Cuándo os casáis? —preguntó.

—Estamos decidiéndolo. Aún.

—¿Y él acepta un hijo tuyo de una anterior pareja?

—Lo hace. —digo agachando la cabeza.

—¿Por qué no me miras?

Cierto, no puedo permitirme sentir vergüenza o nerviosismo aquí, si me descubren, es cuando no tendré escapatoria.

—Por nada. —sonrío.

—¿Cómo os conocisteis?

—En el trabajo. Él operó a Travis.

Desvía su mirada a mi niño y luego a mí de nuevo.

—Bien. —dice. —Me encargaré de varias cosas para la boda. Agradéceme, no muchos padres se implican.

—Gracias. —digo.

—¿Los tuyos qué?

—¿Mis padres? Oh, no sé nada de ellos. Ya no.

—Ah. Vale, bueno. ¿Y Gabriel?

—No ha podido venir por trabajo.

Sin más, se va y me deja en medio del pasillo. Le hago una llamada a Gabriel, pero el teléfono está sin disponibilidad. Abigail pasa por delante de mí, rápida y hablando por su móvil. Está muy seria.

—Tenemos que irnos, ahora. —dice y tira de mi brazo hacia la puerta.

—¡Travis! —digo exaltada.

—Con mi madre está bien. Volveremos esta noche o de madrugada... Gabriel ha sufrido un accidente.

Palidezco. Empiezo a sudar y a ponerme nerviosa y aunque intento tomar aire, las lágrimas acaban cayendo por mis mejillas abajo. Abigail va tan concentrada en llegar al coche que no se inmuta, pero así mejor.

Me seco con las palmas de mi mano y cuando arranca, aún intento mantener una respiración constante. Pero sólo el hecho de pensar que no esté bien me mata... con razón no contestó al teléfono.

Debería haberle respondido cuando llamó. Quizás hubiera llegado a tiempo. Rompo en un fuerte llanto que hace que Abi casi se salga de la carretera. Frena en seco y estaciona a un lado. Me mira con el ceño fruncido.

—Lloras... —dice. —¡Lloras! ¿¡Por qué lloras!?

—Yo... yo... —sorbo mi nariz. —Lo siento.

—¿¡Lo sientes!? ¡Tienes sentimientos! Oh, por Dios. —da un golpe al volante. —¡Baja de mi coche!

—No, Abigail, por favor.

—He dicho que bajes.

—¡No! Déjame explicarte.

—No quiero escuchar nada.

—Me persigue la ACS. —concluyo y me mira, ahora más atenta. —Tu hermano está en problemas. Sólo ayúdalo. Sólo déjame verlo.

Sus ojos me atraviesan. Y siento que me ahogo en lágrimas, que no puedo respirar.

Estoy acabada.


Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora