49. Trampa.

139 12 1
                                    

Cuando nos separamos, aún tiene los ojos cerrados y muerde su labio. No sé cómo describiros lo que me ha pasado, ha sido como una oleada de sensaciones, una presión en el pecho y las indudables ganas de seguir.

Pero se ha retirado ella.

—Esto es como aprovecharme de ti. —dice y se aleja más. —Lo siento, me alegro de que hayas hecho esto, pero no me lo debías a mí.

—Claro que sí.

—No, Gabriel. No justifiques tus acto conmigo, quizás te lo debías a ti mismo. Pero no debiste hacerlo. Así se sufre.

La miro estático. No sé qué decirle, porque soy muy nuevo en esto. Pero su beso, el de verdad, me ha gustado y necesito más de ella. No me importa lo que diga, ni siquiera sé si podré llegar a sentir el amor; lo que tengo claro que es preciso alguien que me guíe en todo esto, y ella es la única capaz.

Se da la vuelta para irse, pero la agarro de un brazo.

—Por favor. —le pido. —Ayúdame, eres la única persona que puede hacerlo.

—No puedo, Gabriel.

—Sí puedes. —me acerco más a ella, y de nuevo esa sensación por dentro de mí.

—No me lo permite mi conciencia; yo estaba dispuesta a muchas cosas por ti. Traté de hacerlo lo mejor posible y lo que recibí fue una sentencia de muerte por tu parte. Y me duele admitir que empecé a quererte... para nada. Todo para nada.

Trago saliva con dificultad. Noto mi mandíbula temblorosa y los ojos me pican. Los cierro fuertemente en varias ocasiones, respirando calmado, pero lo único que logro es que caigan lágrimas. Todo esto es quizás demasiado para mí. Retrocedo hasta el sofá y me siento, con dolor en el pecho.

—Lo siento, Gabriel. Te dije que esto no era bueno. —se marcha encogiéndose de hombros. —Cuídate, por favor... y despídete de Caroline y Noah cuando puedas.

Se va.

Se ha marchado sin más. Me doblo sobre mí mismo, adolorido por fuera y por primera vez, también por dentro. ¿Qué acababa de pasar? ¿Ella me había rechazado? ¿Esto se siente con un rechazo?

Pues es una putada.

Caroline sale de la habitación haciéndome un gesto para indicarme que Noah está durmiendo. Se sienta a mi lado y desliza sus ojos por mi rostro. Retira las lágrimas con sus manos y agarra las mías.

—¿Qué sientes? Me da curiosidad. Eso de llorar... ni siquiera lo recuerdo ya.

—Siento como si me pellizcaran el alma.

—Qué te ha dicho.

—Que no va a ayudarme. —sorbo por la nariz, tratando de calmar esto. —Se ha ido.

—¿Y qué piensas hacer?

—No lo sé. No tengo la menor idea de qué hacer ahora. Me he destrozado la vida.

—No, Gabriel. Tú querías esto en el fondo, Noah sólo te ha ayudado. —suspira. —Mira... ve a por ella, acabará agradeciéndolo.

Tapo mi cara con las manos y bufo. Para colmo, dentro de dos días tengo que volver a trabajar, y será probablemente lo más difícil. ¡No sé disimular! No algo tan importante. Necesito a Sophie, definitivamente.

—¿Puedes llevarme? —pregunto.

—Ojalá, pero Irma no puede quedarse sola, y Noah ya sabes... haremos algo mejor.

Caroline se encierra en el baño, y cuando sale, su sonrisa es grande. Camina hasta la cuna de la niña y la saca, para comenzar a mecerla. Me tumbo en el sofá y cierro los ojos, tratando de pensar cómo hacer para que no se me note todo esto que estoy viviendo ahora.

***

Unas manos rozando mi cara me despiertan. Abro los ojos con pesar y ver ahí a Sophie me desequilibra tanto que casi caigo al suelo. Ella besa mi frente.

—Está bien, lo haré. Pero sólo porque él me lo ha dicho.

—¿Él...? —pregunto incorporándome.

Y no hace falta que diga nada más; ahí veo a Travis. Con su rubia cabellera y esos ojos de niño bueno mirándome. Se acerca y me abraza con cuidado.

—Yo te ayudaré. —susurra y sonrío.

—Pues gracias, campeón.

Cenamos todos juntos y el niño me va dando algunos consejos que resultan graciosos, cuanto menos. Por la mañana, dejo a Sophie mi coche y vamos a Croveville, donde pasaré los próximos dos días informándome bien acerca de cómo disimular y controlar los sentimientos.

Sophie me repite una y otra vez que es cuestión de mantener las formas, asumir que ellos son fríos y distantes. Pero para agilizar, resume recomendándome que actúe pensando en cómo era yo antes.

Va a ser difícil.

Travis se acuesta a eso de las once, después de cenar, y los dos quedamos a solas. Estoy un poco cohibido, me siento como si volviera a tener ocho o nueve años y me pareciera guapa una niña del colegio. ¿Dónde quedó mi parte dura y distante?

—¿Pensando en cómo engañar a Sasha para que no descubra que tienes sentimientos? —pregunta Sophie mientras dobla unas camisetas, sin mirarme.

—No, bueno. Pensando más bien en qué tengo que hacer para que me perdones.

—Yo te... he perdonado, de algún modo. Pero no puedo olvidarlo, no funciona así.

—¿Y cómo funciona? —le pregunto acercándome más a ella. —Porque no haría esto por cualquier cosa, sólo lo he hecho por ti. Por las veces que me he preguntado cómo sería corresponderte y que tú me enseñaras todo lo que necesito saber.

Me desvía la mirada.

—Gabriel...

—Ten claro que nadie te va a querer como yo. Que nadie te va a dedicar sus horas como yo, que nadie te abrirá su corazón así. —musito, haciendo referencia a la carta que ella me escribió. Esa era una de las partes.

Sus ojos se inundan despacio de lágrimas. Supongo que le he causado algún efecto parecido al que siento justo ahora.

—Eso es trampa. —dice y vuelve a besarme.

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora