15. Sospechas.

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Llego a casa agotado y vencido. Al final he decidido pasar de todo, que se vayan. Que se pierdan de mi vista y que vuelva mi vida tranquila, mi soledad y mi rutina. Esto es lo bueno de no tener sentimientos: que no les echo de menos. Ni puedo, ni quiero hacerlo. Así que mejor.

Me tumbo en el sofá, ni siquiera me apetece algo de cena. Resoplo y pienso que aunque es tarde, aún debo ducharme. Cojo algo para ponerme y me meto en el agua, dejando mi mente volar, pensando en que ojalá no les pillen, porque de lo contrario, la ACS se encargará de terminar con nuestras vidas; y ni yo quiero ir a la cárcel, ni ellos quieren morir.

A pesar de estar inmerso en mis pensamientos, puedo escuchar más allá del agua y de las paredes fuertes golpes. Cierro el grifo y presto más atención. Eso viene de... ¿el salón? Enrollo una toalla en mi cadera y salgo aún goteando. El contraste del vapor del baño con el frío del pasillo me eriza el vello, pero ignoro cualquier reacción exterior a mí y compruebo que ahí no hay nadie. Pero entonces los golpes se repiten y caigo en la cuenta de que suenan en la entrada, al otro lado de la puerta principal.

Dudo. No sé si abrir, no espero a nadie. ¿O sí? Podrían ser ellos, podrían estar de vuelta y yo aquí en medio del pasillo como un gilipollas.

Cuando abro, mis ojos no muestran ninguna sorpresa, porque no la siento. La indiferencia se apodera de mí como cada día, a pesar de que los claros ojos de Sophie repasan mi cuerpo con lo que diría que es deseo.

Pero no me importa.

—Qué. —es lo único que digo, serio.

—¿Qué de qué?

—Ah, no lo sé. Tendrás que decírmelo tú, que eres la que desapareces a pesar de las muchas veces que hemos tenido esta conversación.

—Oh, venga, Gabriel. ¡Es Halloween! A Travis le apetecía divertirse.

Dirijo mis ojos al chico, que viste una túnica negra y una careta de Darth Vader. También lleva una espada de luz agarrada con su fina mano.

Sin más, les dejo con la puerta abierta y me doy la vuelta para ir a mi habitación y dormir. Necesito que se acabe este día, no estoy de humor.

Escucho desde el cuarto donde duermo la puerta cerrarse y algunos ruidos en la cocina, luego pasos por el salón y el pasillo hasta entrar en la que originalmente era mi habitación. La puerta cierra de nuevo y me relajo. Pero no por mucho, ya que Sophie irrumpe donde yo estoy y se sienta al borde de la cama conmigo. La miro de reojo, pero vuelvo a cerrar los ojos esperando a que se vaya.

—Lo siento. —dice. —No pensé que fuéramos a tardar, pero Travis lo pasaba tan bien que no quise quitarle la diversión.

No le respondo.

»¿Qué tal tú? ¿Cómo fue hoy el trabajo?

No respondo.

Ella se remueve en su sitio y carraspea.

—¿Qué carajo quieres, Sophie? Vete ya. Mañana trabajo, no como tú, que no das un palo al agua y estás aquí de mantenida con tus mierdas sentimentales, cuando lo que importa es obtener un sueldo.

—Vaya, veo que estás ofensivo. —se pone en pie. —No te hagas el duro, Gabriel. Sé que no tienes sentimientos y que no puedes preocuparte por las cosas, pero tu integridad laboral te importa y está en mis manos jodértela. ¿Y si lo cuento todo? Yo quizás muera, pero tú ya no tendrías razones para vivir. Y menos, en prisión.

¿De qué va esta mujer? A mí no me va a vacilar, si es lo que se cree. Me incorporo y suelto una risa seca mientras niego con la cabeza.

—¿Sophie siendo egoísta? ¿No pensando en su Travis? Porque te recuerdo, que si tú mueres, él se va por delante contigo. Y a mí no me va a importar, precisamente. Deja de pensar que puedo tener algún interés en ti, no lo tengo, por mí como si te traga la tierra, eres tú la enamoradiza.

—¿Qué tiene que ver el amor en todo esto?

—El amor nada, el compromiso sí. Así que te aconsejo que vayas asumiendo una cosa: he encontrado a la mujer con la que me voy a casar y ya la he presentado en sociedad. —digo, siguiendo los consejos de Noah, aunque todo sea falso. —Así que ve buscando un piso. Aquí ya sobras.

Le guiño un ojo y apago la luz. Veo su silueta cerrar los puños y luego salir de la habitación, dando un portazo. A los pocos segundos, la escucho sollozar.

Ya empezamos.

***

El fin de semana pasa demasiado rápido. Ni nos hablamos ni nos miramos. Es como si ignorar al otro fuera algo correcto. La observo más de la cuenta, sólo para ver si poco a poco se desenamora de mí. No sé cuánto tiempo se lleva ese proceso, pero espero que vaya a buen ritmo. Nos jugamos mucho.

El lunes llego al trabajo justo de tiempo.

—¿Podemos hablar? —me dice Sasha con gesto serio.

Asiento y la sigo hasta su mesa de trabajo. Se sienta y me muestra la pantalla. En un principio no sé lo que me quiere decir, hasta que señala con el cursor el historial del paciente Travis.

Mierda, el historial.

Trago saliva y agradezco no poder sentir nervios.

—¿Y bien? —continúa.

—¿Qué es lo que pasa?

—Pues que tú fuiste el cirujano de este crío, tú fuiste su responsable y ahora has buscado su ficha. ¿Qué pretendes? ¿De qué va esto, Gabriel? —se cruza de brazos.

—No fui yo.

—Sí, y yo soy rubia natural. ¡Gabriel! O lo admites, o te juro que busco las cintas de las cámaras de seguridad.

—Sólo quería saber el teléfono de su casa. —miento. —Debía comunicarle algunas cosas al marido de Sophie y...

—No me mientas. —dice y se levanta para encararme, aunque le saco varios centímetros. —Llevas semanas actuando raro, y fue justo desde que ese chico estuvo aquí. Además... oh, Dios. —me mira y se lleva las manos al pecho. —¡Su ficha! ¡El documento de ejecución del niño!

—¿Q...qué? —digo frunciendo el ceño y detestando que Sasha sea tan inteligente.

—¡El certificado de defunción! Todo lo hiciste tú, a mí no llegó nada.

—Eso último sí te llego. —le digo, sabiendo que hablo del documento que falsifiqué.

—Gabriel, dime qué está pasando.

Sus ojos marrones me atraviesan, es como si pudiera leer mi pensamiento, como si pudiera adentrarse en lo más hondo de mí y hurgar hasta encontrar lo que busca. Sasha es así.

Pero en este justo instante, un enfermero llega y me pide ayuda, hay complicaciones en el quirófano y Damien necesita refuerzos. Salgo de allí sin dar un último vistazo a la chica, que sé perfectamente tiene algo en mente.

Y debo darme prisa, porque no descansará hastaaveriguarlo.    

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora