30. Trampas.

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Desayuno, me visto y decido dejar dormir por más tiempo a mi madre y mi hermana. El sofá no ha sido muy cómodo, pero bueno, me ha tocado. Mientras recojo las tazas observo que ya son las diez de la mañana pasadas. Tomo mi móvil y marco el número de Sophie, no solía levantarse tarde.

Y de nuevo, sin respuesta.

¿Qué carajo está pasando? Aprovechando el sueño de mi familia, tomo las llaves del coche de mi madre, con el que han venido a Sephanie, y pongo rumbo a casa de Leslie. Aparco y me bajo corriendo. Cuando llego a la puerta la golpeo con ganas, llamo al timbre y no obtengo respuesta. Trato de asomarme por las ventanas pero no consigo ver absolutamente nada.

De pronto, algo aparece en la ventana y casi me da un infarto del susto. Sólo es un gato, que me mira fijamente y luego se lame una pata. Suspiro y vuelvo sobre mis pasos. Es evidente que no están aquí, así que sólo me queda pasar por el hospital y averiguar de qué va esto. Pero decido no ir solo.

—¿Abi? —pregunto cuando descuelga.

—Qué... —dice con voz somnolienta.

—Te recojo abajo en diez minutos, llevo el coche de mamá.

—¿Pero qué...?

—Vístete. —digo y cuelgo.

Tarda algo más de lo previsto, pero no le digo nada. Se sienta en el asiento de copiloto con unas enormes gafas de sol y recuesta su cabeza en el asiento. Le cuento lo que pasa, todo, incluyendo a Leslie y lo extraño que resulta el hecho de que Sophie no esté. No sé si me escucha o sólo me oye, pero igualmente le explico todo.

Tuerce su cabeza en mi dirección y niega con la cabeza.

—La quieres proteger pero la mandas a casa de una desconocida.

—Deja de juzgarme, ¡no sé qué hacer! Es complicado.

Aparco en el hospital y agarro la mano de mi hermana, sabiendo que aquí la gente piensa que somos pareja, como les hice creer. Entra conmigo sin muchas ganas, casi la arrastro y he de ponerme serio para que tome las cosas con la importancia que tienen.

La chica de Admisión, en la recepción del hospital, me saluda y le pregunto por Leslie. Dice que hoy está en la cuarta planta. Asiento agradecido y vuelvo a tirar de Abigail en dirección a los ascensores. Cuando se abre, me dispongo a entrar pero Sasha aparece frente a mí y sonríe plenamente.

—Vaya... —dice mirando a Abigail de arriba abajo. —Veo que tu mujer te acompaña en tus últimos días de libertad... aprovecha, no llegará para la boda.

—Eres una arpía. —le digo retándola con la mirada.

—Soy una ciudadana ejemplar. No tengo nada en tu contra y lo sabes, Gabriel... siempre hemos llevado una relación estupenda pero las trampas no se permiten y yo me debo a mi país, a sus reglas.

La ignoro y tiro de mi hermana hacia el interior del ascensor. Me mira fijamente hasta que se cierran las puertas y la maldigo. La maldigo una y otra vez, es lo peor. Por su culpa estoy como estoy.

Salimos en la cuarta planta, en silencio. Sé que Abigail no dice nada y que me acompaña sólo porque le pagué. No descarto que vuelva a pasarme una factura hoy... es tan materialista.

—¿Y Leslie? —le pregunto a un enfermero que hay por allí.

—Eh... habitación cuatro dos, creo.

—Bien.

Me apresuro, pero al llegar no está. Miro a todas partes y la veo bajando las escaleras de emergencia. Voy tras ella y cuando la alcanzo, le corto el paso. Su piel morena se estira al sonreírme.

—¿Cómo estás, Gabriel?

—Dónde está ella. —susurro.

—Pues en mi casa. —dice.

—Mientes. No está, y no me responde. Ella siempre responde. —la agarro fuertemente de los hombros.

Abigail tira de mí, pero leo la indiferencia en los ojos de Leslie. La zarandeo, aguanta y la suelto porque de lo contrario, la empujaría escaleras abajo. Ahora entiendo que ella no era de fiar, que he entregado a Sophie y a Travis a la ACS.

Que les he traicionado.

Leslie mete su mano en el bolsillo y creo que sacará un arma, pero en vez de eso la deja ahí. Me cuesta unos segundos reaccionar pero cuando lo hago, ya tengo a dos hombres encima de mí, golpeándome y tratando de maniatarme. Lucho con mi cuerpo, les pateo, me libero de su agarre y vuelven a cargar contra mí todo su peso. Caigo al suelo y me llevo sobre mí a uno de ellos, pero el otro le ayuda y de nuevo más golpes, a mi cuerpo, a mi cara.

Abigail sale corriendo y Leslie observa la escena de cerca. Es mi tercera agresión en menos de una semana, no sé cuánto aguantaré. No puedo hacer algo más que esto.

Al abrir los ojos estoy en una sala gris, con una mesa en el centro y un hombre uniformado delante. Leo ACS en su placa, junto a su pecho. Me mira duramente y se sienta frente a mí. Tiende una copia del documento que me mandaron no hace mucho y me invita a leerla de nuevo.

—No se presentó. —dice.

No respondo. Una mujer, igualmente uniformada y con espaldas anchas tira de mi pelo haciendo que mi cuello y cabeza fueran hacia atrás. Veo el techo y me cuesta respirar, realmente duele esta postura.

—Responde a todo, Brown, o la condena será peor. —me susurra la mujer en mi oído. Enseguida vuelve a ponerme derecho.

Miro a los ojos de todos los presentes, parando en los del hombre que me encara, supongo que es el inspector.

—No. —es mi respuesta.

—¿Cuánto has retrasado tu captura? ¿Veinticuatro horas?

Agacho la cabeza en modo de rendición. Al final, esto ya está. No puedo hacer más, me he metido en la boca del lobo, me han engañado igual que he engañado yo y es el final. Aguardo una condena larga, un castigo duro. Solitario.

—En fin, Gabriel. Se le avisó... y no quiso declarar, no quiso poner un recurso a pesar de tener la oportunidad. El procedimiento suave era ese, pero optó usted por el duro y ahora debe acatarlo. En diez minutos nos reuniremos con un juez y comenzará el juicio. Se le ha asignado un abogado, debido a que el suyo se ha negado a colaborar.

Ya, mi abogado. Ese al que no veo desde casi nunca... lo compartía con mi madre pero ella le despidió por alguna razón que desconozco, hace mucho, mucho tiempo.

Asiento acatando lo que dice y la mujer de espalda ancha y me obliga a ponerme en pie. Aunque le saco una cabeza o más, me lleva bien sujeto, esposado y agarrado del cuello como si de un animal feroz se tratase.

Entramos a una enorme sala con bancas y una tarima donde lidera un atril. Permanezco sentado y vigilado unos minutos que me parecen horas hasta que entra el juez. O más bien dicho jueza, y para mi suerte o desgracia... la conozco.

Es la mujer de Damien. 

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora