51. Un <<hasta siempre>>.

139 13 3
                                    

-CAPÍTULO NARRADO POR SOPHIE-

Cuando entro a casa, Travis no está y casi se me sale el corazón por la boca. Le llamo, abro cada puerta y nada. Cojo las llaves y salgo pitando a la calle, con la angustia en mi pecho. ¿Dónde está mi pequeño? Grito su nombre como una poseída y mis pensamientos viajan directos a la maldita posibilidad de que se lo hayan llevado.

A lo lejos, le veo aparecer junto a Gabriel y siento que todo el aire contenido sale por mi boca. Corro hacia él y la abrazo con fuerza.

—¿Se puede saber qué hacías? ¿Dónde estabas, Travis? —le agarro de la mano con genio.

No puede ser que con diez años haga lo que quiera, y menos ahora que estamos en peligro. Gabriel me mira un poco culpable. ¡Y tan culpable que será! ¿Dónde le habrá encontrado?

Entramos a la casa y le castigo sin televisión hasta la noche. Comienza a hacer los deberes que le mando —porque yo soy su profesora particular también—, veo que se gira hacia mí como si quisiera hacerme una pregunta, pero un gran golpe se escucha en el salón.

Cristales.

Corro hacia fuera y encuentro a Gabriel sentado en el sofá. Las lágrimas le caen por las mejillas sin cesar y le cuesta respirar; ¿está teniendo un ataque de ansiedad? Corro a su lado aún pisando los restos de cristal del vaso que debía estar sujetando. Le sujeto la cara con mis manos y le hago mirarme; sus ojos están muy abiertos, como si hubiera visto algo extraño y... doloroso. A lo mejor ha tenido un pensamiento turbio; al estar empezando en este mundillo nunca se sabe. Se calma un poco con mi roce y espero unos minutos con él apoyado en mi pecho, mientras le acaricio.

Le zarandeo cuando noto que ha dejado de llorar y se pone en pie, con lágrimas silenciosas recorriendo su bonita cara.

—Noah está muy mal... —dice secándose las lágrimas. —Me voy a verle.

—Voy contigo.

—Quédate con Travis.

Suspiro, porque no puedo dejar sólo a mi hijo, pero tampoco le quiero dejar conducir en estas condiciones; podría tener un accidente. Así que entro al cuarto del pequeño y le agarro de la mano y le digo que por hoy, está libre de deberes. Nos vamos a ver a un amigo de Gabriel que está muy "malito". Él asiente y me sigue.

—Yo conduciré. —le arrebato las llaves de la mano y él sorbe su nariz mientras posa una mano en su pecho.

***

—No sé qué me pasa... —dice ya en el coche.

—Estás triste, es normal.

—¿Cómo se pasa esta sensación? Me oprime, Sophie. No puedo dejar de llorar aunque quiera. Él está mal otra vez...

—Puedes ayudarlo; lo hiciste. Quizás necesite que entres a quirófano de nuevo...

—Haría cualquier cosa por Noah. —sentencia. —Y ahora que lo pienso, ha sonado raro, pero me ha salido de dentro.

—Es normal. —repito.

Cuando llegamos al hospital, Caroline está sentada en la sala de espera. Nos cuenta que ha dejado a Irma en la guardería del lugar y aún pasarán algunas horas hasta que se sepa algo de su estado. Trato de entretener a Travis para que no se le contagie esta inmoralidad e indiferencia de las personas que están aquí, a las que les da todo igual.

Una hora y media más tarde, un doctor nos informa del fallecimiento de Noah. Mi corazón se congela, él no puede estar hablando de eso de un modo tan frío y distante. Quiero llorar, pero contengo las lágrimas para no montar escándalo y dejando a mi hijo al cuidado de Carol, llevo a Gabriel corriendo afuera. Él se resiste y grita; la gente le mira mal y cuando consigo que estemos a solas, palmeo con dulzura su cara.

—Desahógate, vamos.

El llantos no tardan en llegar; pero esta vez más fuerte y profundo que nunca. No deja de presionarse el pecho, como si eso le pudiera ayudar, y se agacha. Le abrazo y le susurro palabras de ánimo, él debe ser fuerte ahora.

Nos llevamos fuera del lugar al menos cuarenta y cinco minutos. Ya parece más calmado, pero en estas cosas el dolor se lleva por dentro. Para mí ha sido una importante pérdida, no quiero imaginar para Gabriel.

—Yo podía haber hecho más... —dice repentinamente.

—No, escúchame. —le sujeto las manos. —No podías, él no estaba bien y decidió dejar de tomar el medicamento. Se ha ido feliz.

—No me despedí. —se pone en pie. —¡No me despedí de mi único amigo! —patea un contenedor que hay no muy lejos.

Camino tras él y le agarro; está experimentando la agresividad y no es algo fácil de controlar. Se desahoga dando golpes, gritando y llorando. Cuando no puede más, me abraza y hunde su cara en mi cuello, agachándose un poco.

—Necesito verle. —dice y se encamina al hospital. —Tengo que despedirme.

Le sigo, y una vez dentro agradezco a Caroline la paciencia con Travis. Lo está llevando bien. Nos dicen que sólo una persona puede entrar a verle; pues se lo van a entregar a su mujer para que le dé sepultura, si no prefiere incinerarlo. Ella se lo piensa un poco, y decide que lo incinerarán. Gabriel asiente y le pide permiso para ser él quien lo vea una última vez.

Así, pasa al interior de una enorme sala, al final del pasillo. Le sigo, pendiente de que no haga alguna tontería y disimulo cuando los médicos miran. Él entra a una habitación y me asomo por la ventana, entreabierta. Lo que veo, me rompe el alma en pedazos: Gabriel está abrazando el cuerpo inerte de Noah y llora meciéndole, como si pudiera devolverle la vida.

—Te voy a echar de menos... —le susurra suficientemente alto para que yo pueda oírle. —No es un adiós, hermano. Es un hasta siempre, porque algún día volverás a tenerme a tu lado y entonces, no nos alejaremos nunca más. Gracias por todo, Noah. Te debo mi vida.

La escena es muy entristecedora; no quiero ni pensar lo mal que lo debe estar pasando... le han arrebatado una de las personas que más quería. Pero al menos sé que Noah, donde esté, le cuida. Él cumplió con lo que quería antes de morir y ver a su amigo con sentimientos, ha sido el último aliento de su corazón.

Después de todo, han estado juntos de principio a fin.

Me quedo con eso.

Heartless [COMPLETA - Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora