Las palabras de Roku seguían dando vuelta por la cabeza de Aang esos últimos días, tanto así que no podía asegurar si eran parte de un sueño extraño o parte de su confusa realidad. Tal vez él sabía que eran verdad, pero no quería admitirlo, tal vez hacerse a la idea de que no estaba solo le perturbaba más que la idea de que tenía que enfrentarse al señor del fuego por su cuenta. Tal vez... —¿Aang me estás escuchando? —Katara, su compañera de viaje y amiga, se puso enfrente del niño con los brazos extendidos, obligándolo a detenerse.
Se encontraban caminando por un bosque por alguna parte del reino tierra, donde las personas son escasas y la tranquilidad ronda el lugar. Después de pasar semanas siendo perseguidos por Zuko, el príncipe de la nación del fuego, algo de calma siempre es aceptado, en especial en ese grupo de tres amigos bastante peculiar.
—Lo siento Katara —respondió el pequeño, agitando su cabeza para volver a traer sus pies a la Tierra—. Estaba pensando en otra cosa.
—Me di cuenta, Aang —la chica suspiró, cruzando sus brazos rendida—. Te comentaba acerca de lo que harás cuando lleguemos a Omashu. ¿Estás seguro de que tu amigo podrá ayudarte a aprender tierra control?
Aang sonrió mirando a la chica mientras se estiraba. —¡Claro que sí! Bumi es un viejo amigo mío y estoy seguro que aceptará. Solo espera y vera...
De repente, cuatro chicos vestidos completamente de negro saltaron de entre las ramas de los árboles en su dirección, con todo cubierto a excepción de sus manos, las cuales estaban libres de armas. No hubo necesidad de tenerlas, puesto que parecía que sus habilidades eran otras; eran capaces de controlar los cuatro elementos. Uno cada uno. Al mismo tiempo, como si fuera una danza que toda la vida hubieran practicado. Un circuito que solo ellos conocen. Pero más allá de la coordinación impresionante que poseían, algo mucho más importante e impactante les llamó la atención: entre ellos había un maestro aire. Esos seres que ya estaban extintos. Esos que solamente se conocen por los libros e historias que han contado. Esos que fueron eliminados de la noche a la mañana. Ahí estaba frente a ellos la prueba viva de que aún había esperanza. De que Aang no estaba solo. —Eres tú...
Su atención estaba completamente en otro lado como para notar a qué se debían los movimientos que esos chicos realizaban, pero que rápidamente supo la razón de: lo estaban aprisionando en una mezcla sólida de lodo enfriado, lo suficientemente duro para que no pudieran moverse ni romperlo aún si tuvieran toda la fuerza del mundo. —¿"Eres tú" quién? —preguntó una voz femenina debajo de una de esas oscuras máscaras.
—Supongo que otro maestro aire —contestó Soka, el tercer miembro del equipo, el cual se había limitado a observar la situación con sorpresa—... Una pregunta, ¿dónde consiguieron esas máscaras? He buscado una parecida para pasar desapercibido pero no he encontra...
—¡Soka! —le gritó su hermana, mirándolo con cierta decepción—. Ahora no es el momento.
—Bueno, tu amigo no es el "último maestro aire", como hace creer —dijo uno de los chicos con máscara, apoyando ambos brazos en su delgado pero algo musculoso cuerpo.
La chica de antes se quedó mirando fijamente a Aang, buscando alguna conexión entre sus palabras y su figura, hasta que cayó en la relación, sonriendo debajo de la máscara. —Eres el Avatar.
—¿Cómo lo supiste? —preguntó nervioso Aang. No sabía quiénes eran esos chicos y qué buscaban. Tampoco se veían amigables. Simplemente, no debía confiar en ellos. Si son parte de la nación de fuego... Pensó, muriendo por dentro.
—Acabas de decir "otro" maestro aire. Suponemos que ya conocen al Avatar, quien tiene un gran parecido a ti... La respuesta se dio sola.
Por unos segundos nadie dijo nada, simplemente se observaban fijamente, los tres chicos a las máscaras y los cuatro a través de ellas. No fue hasta que, carraspeando un poco, Katara llamó de nuevo la atención de los chicos. —Es verdad, Aang es el Avatar y ahora mismo tenemos una misión que cumplir. Así que...
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El Secreto Avatar
Fanfic¿Qué estarías dispuesto a dar por amor? ¿Tú vida? ¿Tú cuerpo? ¿Matarías por él? Aang no estaba muy seguro de eso, pero Kate sí. Ella estaba dispuesta a dar todo lo que sea necesario para vengar la muerte de aquellos que alguna vez quiso, incluso si...