Misterios del Pantano

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No entendía cómo ni por qué sentía como si el pantano la llamara, como si una voz le incitara a bajar porque lo necesitaba y tenía que hacerlo. Y por más descabellado que suene, no era la única que sentía lo mismo. Aang también lo hacía, como si estuviera hipnotizado por esa voz, pero parecía que no era lo que los demás querían, por lo que terminaron por seguir su camino en busca de un maestro tierra que les enseñara.

Pero parecía que el pantano tenía otras intenciones, puesto que apenas intentaron irse un tornado los envolvió, mandándolos lejos y dispersándolos por todas partes. Aunque decir que todos terminaron separados sería una mentira, porque la única que terminó al otro lado del pantano (sin contar a Appa y a Momo) fue Kate, quién a su mala suerte quedó inconsciente y sola.

No se acordaba muy bien de lo que había pasado, pero sabía que se había golpeado la nuca con alguna piedra, o por lo menos eso delataba el fuerte dolor que sintió cuando intentó levantarse y la protuberancia que poseía ahí detrás

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No se acordaba muy bien de lo que había pasado, pero sabía que se había golpeado la nuca con alguna piedra, o por lo menos eso delataba el fuerte dolor que sintió cuando intentó levantarse y la protuberancia que poseía ahí detrás. —Sabía que algo así iba a pasar... —la chica se paró lenta y cuidadosamente, tratando de caminar aún con una gran punzada en la nuca, la cual se había expandido a su espalda, aunque la fuente de su dolor no era el mismo y ya sabía cual era la causa; no se había curado todavía y ya habían pasado dos semanas desde la última vez.

Rápidamente creó una improvisada casucha levantando dos piedras formando un triángulo en la orilla del río, para luego entrar y encerrarse en su interior. Se quitó rápidamente la parte de arriba y usando el agua del pantano comenzó a curarse usando sus poderes. Para su suerte no había nadie cerca capaz de interrumpir cuando estaba en "estado avatar" (si es que se podría llamar así) por lo que no tenía de qué preocuparse, pero aún cuando pensaba eso, tuvo que terminar antes y estrepitosamente. —Kate...

La voz de ese chico que la había devuelto a la vida para luego enterrarla otra vez junto a su muerte fue imposible de ignorar, y más cuando se escuchaba tan vívida y cercana. —¿Leo? —sus ojos comenzaron a humedecerse al mismo tiempo que se vestía para salir de ahí. Pero la sorpresa no fue la que esperaba. Al frente de ella no había nada.

—Kate —la voz sonó como un susurro en su oído, produciendo que ella se girara rápidamente para encararlo pero —como antes— tampoco estaba. Terminó por concluir que el golpe le estaba produciendo alucinaciones. Al fin y al cabo un golpe en la cabeza puede traer graves repercusiones en uno. Pero cuando ya había afrontado la idea de que no volvería a aparecer, delante suyo la silueta de su amado llamándola le produjo un escalofrío de esos que te advierten de que algo no va bien, pero por más que su cabeza dijera que no, su corazón y piernas ya se movían en su dirección.

Y tal como creía era todo una ilusión que terminó siendo un árbol de gran tamaño, pero no tanto como otros de la zona. Desilusionada, Kate siguió su camino en busca de los chicos sin rumbo definido, solo sabía que tenía que hacerlo antes que la noche cayera.

—¿Estrellita? —los pelos de la nuca de la chica se pararon con el corazón latiendo a gran velocidad. Ese sobrenombre por el que solían llamarla cuando era pequeña no lo había oído en años desde aquel día. Era una de las muchas cosas que sus padres se llevaron a la tumba.

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