Peleas y Secretos

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Kate tragó saliva, obligando a su cabello y ojos volver a la normalidad. Se arregló la ropa para evitar que el chico viera más de lo que debería de su cuerpo y decidió levantarse para acercarse a él, pero Aang no paraba de temblar, asustado.

—¿Creen que Aang ya se enteró? —preguntó Camille a sus hermanos, acercándose a paso lento a la carpa de su hermana.

—Ya se enteró —aseguró Alexander sonriendo con autosuficiencia.

De repente, del interior de la campaña de Kate salió el chico calvo corriendo y gritando con miedo, como si hubiera visto un espíritu. Max cruzó los brazos sobre su pecho con una pequeña sonrisa en sus carnosos labios, viendo a Aang alejarse en dirección contraria a ellos. —Claramente ya se enteró.

—Definitivamente ya se enteró —dijo Kate, saliendo de la tienda mientras se arreglaba la ropa. Unos pantalones largos de color café un poco ceñidos al cuerpo en la parte de las caderas y una camisa sin mangas alrededor del torso de un tono verde oscuro. Suspiró mientras miraba a sus hermanos—. Se suponía que debían mantenerlo alejado —los reprendió.

—Hey, tú nunca nos dijiste que hiciéramos eso —se excusó Alexander levantando ambas manos—. Además, no veo nada de malo.

Camille se acercó a su hermana, frunciendo el ceño. —De todos modos, deberías tratar de llevarte bien con él. Tú sabes lo que dijo Kyoshi...

Kate silbó, llamando la atención del pequeño que trataba de escapar entre los chicos de la rebelión. Cuando Aang la miró, le hizo señas para que se acercara. —¿Qué pasó? ¿Nos perdimos de algo? —preguntó Soka, mirando con curiosidad a la chica. Ellos habían tardado en llegar donde Kate, por lo que no fueron capaces de escuchar lo que segundos atrás había escapado de los labios de la menor de ojos grises. Kate la reprendió con la mirada.

—Nada, tranquilo —intentó arreglarlo Camille, invitándolos a alejarse del lugar al notar que su hermana tenía cosas que hablar con el otro Avatar—. Vamos, les enseñaremos dónde se quedarán.

Pasaron los segundos y el corazón de Kate comenzaba a latir al compás del de Aang aún sin saberlo. Suspiró nerviosa, indicando al chico —aún cuando seguía lejos— que la siguiera al interior de la carpa. Ella esperó a que se presentara, con el corazón en la garganta y los nervios en flor de punta. Estaba en presencia del otro avatar. ¿Qué debería decir? ¿Cómo debería actuar? Tantas preguntas y nadie era capaz de responderlas. La única que se había dignado a hablarle sobre eso se encontraba muerta hace siglos y solo la había visitado una vez en toda su vida, y no para entregarle buenas noticias. Aguantó la respiración, inquieta.

Aang entró lentamente con el rostro completamente rojo. Kate se relajó un poco. Era verdad, la vio desnuda, o parte de su espalda —para su suerte—. De repente, todas las preocupaciones se fueron del cuerpo de la chica y logró soltar el nudo que se formaba en su garganta. Miró al muchacho mientras le señalaba con la cabeza que tomara haciendo. Él obedeció con desconfianza. —Tal vez ahora mismo tienes mil dudas en la cabeza —susurró la chica sin apartar la vista de los ojos grises de Aang. El susodicho comenzó a temblar—. "¿Qué eres?" "¿Cómo es posible esto?" —dijo, contemplando las facciones del chico—. Todas esas preguntas que te haces, yo también me las hice tiempo atrás y creo tener las respuestas ahora. Así que, adelante —demandó Kate, acomodándose en el suelo—. Consulta, yo intentaré contestar.

Aang tragó saliva con dificultad. Se movió nervioso en su asiento buscando una forma para lograr que las palabras salieran de su boca. —¿Tú sabes...? —titubeó. Volvió a tragar saliva. La joven sonrió, tratando de relajar el ambiente. Claramente lo logró; él no esperaba verla mostrar afecto hacia ninguno de los tres llegados—. ¿Tú sabes por qué sucedió todo esto? ¿Sabes cómo es esto posible?

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