2.5 Predicciones (Pasado)

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Meses atrás

—No entiendo por qué insistían con tanto empeño en venir hasta aquí. No necesito que me lean la mano —dijo Kate bajando de Peggy de un solo salto. Se tapó con su capa mientras observaba fijamente la luna—. Esto es tan tonto e inútil.

—Vinimos porque nos dijeron que tenían que ver nuestro futuro —dijo Alex, tratando de esconder a Peggy entre los árboles no muy lejos de la ciudad para luego poner sobre su cabeza el gorro de su capa—. O mejor dicho, tu futuro.

Hace no mucho que pasó por la rebelión un chico que aseguró haberlos visto en uno de sus sueños, rodeados de destrucción y problemas y que, inevitablemente, sabía que eso sucedería. Con algo de preocupación los chicos buscaron, a espaldas de Kate, más información que les llevó a esa pequeña isla donde una bastante conocida vidente predecía el futuro y que en la mayoría de los casos se cumplían.

Kate no creía en esas cosas de ver el futuro, pero no le quedó de otra que ir para evitar preocupar más a sus hermanos. —Está bien —dijo mientras entraban a la ciudad—, pero no entiendo por qué tuvimos que viajar necesariamente a esta parte del mundo, completamente fuera de nuestra ruta, para venir a que nos predigan el futuro cuando, de seguro, había alguien más cerca igual de capacitado que esta señora.

—Tía Wu nunca se equivoca —comentó un ciudadano que pasaba curiosamente lo suficientemente cerca de ellos para escucharlos hablar. Se paró frente a ellos y, moviendo enérgicamente sus brazos, les interrumpió el paso—. Estoy seguro de que no se arrepentirá de haber tomado tan largo viaje, señorita. Como ella no hay nadie igual y estoy completamente seguro que no se equivocará. Nunca lo ha hecho.

Sin dejarlos hablar, el hombre los guió hacia la casa de señora, contando varias predicciones que la señora le había hecho durante lo largo de los años acerca de su vida y cómo todas se hicieron realidad. Y, aún cuando pensaba que eso ayudaría a que ellos se decidieran más por ella, Kate simplemente lo veía como una forma de mantener más viajeros interesados en venir a ese lugar. Algo meramente comercial.

Una vez en la entrada el hombre se despidió haciendo un ligero gesto con su sombrero de paja antes de seguir trabajando en, según los chicos, cuidar a su ganado y cultivos. Max y Camille se sonrieron animados por saber qué era lo que les deparaba el futuro, mientras que los otros dos miembros entraron sin mucha emoción para así ser recibidos por un fuerte olor producto a varios inciensos encendidos alrededor del cuarto y una sonriente niña de unos doce años dispuesta a darles la bienvenida. —Bienvenidos a la tienda de adivinación de la tía Wu. Mi nombre es Meng y soy su asistente —su sonrisa se amplió aún más, enseñando varios agujeros que deberían estar rellenos por dientes—. Tomen asiento mientras les traigo galletas de tofú y té.

—No pensé que la adivinadora necesite una "asistente" —dijo Kate, haciendo señas con sus manos mientras rodeaba los ojos—. En serio, sigo insistiendo que no debimos haber venido.

—Pero ya estamos aquí, así que no seas mala —la reprendió Camille, frunciendo el ceño.

La chica de antes volvió a aparecer, solamente que esta vez cargando una bandeja y acompañada de una señora de ya avanzada edad. Meng puso las galletas frente a ellos y salió igual de sigilosa que como entró. —Buenas noches, viajeros. Veo que han tenido un largo viaje hasta aquí. Y aunque suelo atender solamente durante el día, haré una excepción con ustedes —dijo sonriendo sin mostrar los dientes—. Entonces, ¿quién será el primero?

Camille se levantó de un salto acompañando a tía Wu a su sala especial, donde se suponía que leía la suerte. No tardó más de diez minutos en volver feliz, indicando a su hermano, Max, que ingresara. Y ahí siguieron entrando y saliendo, orgullosos y felices de sus brillantes y perfectos futuros. No todos eran tan lejanos como los hacían ver, pero aún así tenían un gran camino que recorrer. —Es tu turno, Kate —dijo Alexander, dándole un suave toque en el hombro, sacándola de su ensimismamiento. Ella asintió e ingresó a la sala sin mucha emoción.

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