Desconocido para su corazón

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Se miraron entre sí, tratando de procesar lo que la chica había dicho. —Disculpa, ¿qué dijiste? —preguntó Toph, frunciendo el ceño—. ¿Dices que te llamas... Meg?

—¿Y qué con esa cicatriz en el ojo? ¿Te uniste a los piratas cuando te fuiste? —Soka cruzó los brazos a medida que bajaba la voz—. Estuvimos esperándote, Kate. Confiamos en que estarías con tu rebelión.

La chica tragó saliva algo confundida. —No sé de qué hablan. ¿Rebelión? Lo más cerca a una rebelión que conozco es cuando uno que otro ciudadano se alza contra el señor del fuego. Acaban con él de inmediato —dijo, temblando ante el pensamiento de ese evento—. Nunca lo he contemplado, pero me han dicho que es horrible —hubo un silencio incómodo, a lo que ella respondió revolviéndose el pelo—. Y a su otra pregunta... Esta cicatriz me la hizo alguien hace mucho tiempo atrás —posicionó delicadamente sus dedos en su rostro, tocando a lo largo de la marca—. Es el recuerdo de que aún tengo deudas que pagar... O mejor dicho cobrar.

—¿A qué te refieres? —preguntó Katara, alejándose de ella unos pasos—. ¿Quién te hizo esa marca?

"Meg" observó el suelo unos segundos, tratando de devolver la compostura que por unos segundos había perdido al recordar a esa persona. Suspiró y con ojos mojados volvió su vista a los chicos. —El asesino de mis padres.

Aún estando en medio de la ciudad, el silencio era total (a excepción que una u otra persona cruzando con una carretilla vendiendo sus productos). No sabían qué decir ni opinar, puesto que pensaban que no sería suficiente para devolverle lo que perdió, y tampoco era cercanos de esa Kate. —Lo siento... —se atrevió a decir Katara, sosteniendo sus codos—. Debe ser duro.

Kate simplemente sonrió tristemente, tratando de quitarle importancia. —No te preocupes, estoy bien. Ya pasó —y como si de una tormenta se tratara, el rostro de la chica cambió en cuestión de segundos a una más oscura y amenazadora—. Pero les juro que cuando encuentre al asesino lo mataré con mis propias manos.

El silencio incómodo volvió a reinar, se miraron entre sí tratando de ver que decir, pero terminaron decidiendo no decir nada... O por lo menos tres de los cuatro chicos. —¿Y quién fue el que mató a tus padres? —preguntó Aang en voz baja, el único que parecía completamente fuera del recuadro que pintaban esos peculiares chicos—. Si es que no te molesta decirnos.

Kate dio un paso hacia ellos, sonriendo con superioridad. La misma sonrisa que solía mostrar antes de que desapareciera, simplemente que esta se veía algo más... retorcida. —Es fácil, no tienes que pensar mucho —miró a su alrededor, con un poco de miedo que alguien llegara a oírla, antes de acercar el rostro al del chico—. La supuesta "esperanza del mundo". El Avatar Aang.

La chica volteó a ver a la gente que pasaba cerca de ellos, en busca de un indicio de que le dijera que alguien la escuchó, pero parecía todo estar normal. —Espera, ¿qué dijiste? —preguntó Soka, con un poco de risa en su voz—. Es imposible que Aan... El Avatar haya hecho eso. Digo, está aquí para ayudar, no para matar.

Kate soltó un bufido, un tanto molesta. —Dile eso a los soldados de la nación del fuego que murieron cuando estaba en el polo norte. O la distinta cantidad de gente que se ha topado con él y que ya no está para contarlo —volvió a acercarse, simplemente que esta vez no se preocupó por bajar la voz—. Él es un asesino, no la salvación que todos esperan. Engaña a la gente tras su papel del "Máximo en la tierra", cuando en realidad no es nada más que una fachada.

—¿Quién te dijo todo esto? —preguntó extrañada Katara, mientras que notaba como Toph se agachaba para, según ella creía, sentir las vibraciones del suelo y verificar si decía la verdad o no—. ¿Estás segura que fue él?

El Secreto AvatarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora