Ryoma

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Caminé nuevamente por los vacíos y oscuros pasillos de mi cabeza, pero esta vez no habían imágenes opacas. Podía ver todo nítidamente, todo lo que había pasado en los últimos años. Todo lo que mi cabeza había bloqueado. Lo que Ryoma había ocultado de mí.

Comencé a avanzar, viendo rápidamente todas las cosas que habían pasado en los últimos días. Lo que pasó en el templo, lo que pasó con Zuko. Azula en el refugio debajo del palacio. La cicatriz en mi rostro. —Megara.

¿Me llamaste? —dijo una voz a mi espaldas. Me giré para encontrarla a ella observando con una triste sonrisa. Una dolorosa mirada capaz de hacerme sentir culpable—. Creo que ya era tiempo de que volvieras una última vez, para decir adiós.

—¿Última? —le pregunté, confundida—. Yo soy capaz hacer de hacer esto porque soy el Avatar, podría seguir haciéndolo si quiero. Puedo seguir en contacto contigo.

Ella negó, dando a entender que las cosas no eran así de simples. Comenzó a caminar por los pasillos, llevándome a un recuerdo en específico. —La razón por la que puedes borrar memorias, recuerdos, no es por tu poder. Sino Aang también sería capaz.

—¿Entonces la razón no está en mí? —completé. Mi mente no tardó en unir la información—. Era Ryoma.

Megara asintió, posicionándose frente a una imagen en especifico. —También es la razón por la cual puedes arrojar fuego de tu boca. La razón de tus cicatrices. La razón por la que sigues viva.

Le quise decir que eso ya lo sabía, pero me dejó con las palabras en la boca cuando entró en la imagen, invitándome a seguirla. Di un paso dentro y todo se iluminó para formar un hermoso prado a mi alrededor, el cual se iba llenando lentamente con los objetos de ese recuerdo; soldados de la nación del fuego corriendo de un lado a otro, atacando a gente de la rebelión mientras ellos contrarrestaban. Nadie reparaba en ella, pero si en Megara quien, mirándome por última vez, entraba en su papel. En lo que yo había hecho ese día.

Leo entró corriendo detrás de ella, mientras Megara gritaba a los invasores. —¡Largo de aquí! —un desgarrador sonido salió de su garganta mientras iba a atacar y después todo cobró sentido. Megara quería mostrarme esto, mostrarme que pasó aquél día.

Aquello que no recuerdo.

Algo en mi cuerpo se siente raro. Ve lo que está por pasar. Sabe lo que viene y no puedo evitar mirar a otro lado al ver a Leo gritar mi nombre, corriendo en mi dirección. Puedo escuchar el desgarrador grito que surge de mi garganta al ver a Leo desplomado a mis espaldas. A las espaldas de Megara. Me giro a verla, sintiendo unas mariposas en mi estómago. Estaba rodeada de soldados de la nación del fuego, quienes olvidaron que inmediato a los otros miembros de la rebelión para centrarse en mí, la mayor recompensa que pedía el señor del fuego. —Esto ya lo sabía... Ahora entra en estado Avatar. Aquí me convierto en un monstruo —comenté, pero lo que ocurrió a continuación me tomó por sorpresa.

A la par de Megara apareció el mismo chico de cabellos blancos y ojos rojos que ha estado apareciendo en mi vida los últimos meses. —Riuji —solté, retrocediendo con miedo. Lo veo sonreír en mi dirección mientras susurra cosas en el oído a Megara, la cual no deja de mirar el frío e inerte cuerpo de Leo, mientras las lágrimas corren por sus mejillas silenciosamente. Uno de los soldados le dice el diálogo que recuerdo en mi cabeza, y ella lo único que se limita a hacer es levantarse con Riuji a su espaldas. Los veo uniendo las manos y un resplandeciente brillo la recorre desde el primer toque de ellos. Megara llenándose de fuerza, ríe con desprecio y, de un instante a otro, comienza a brillar.

—Déjamelo a mí —las palabras que en ese entonces pensaba que eran de una mujer, incluso que aseguraba eran de Megara, resultaron siempre siendo de Riuji, y ahí es cuando caí en la cuenta. Mis constantes peleas mentales con una voz que pensaba mía no eran locura. Era él. Las veces que olvidaba que hacía, era porque él me dominaba en los momentos precisos, cuando estaba en estado Avatar. Cuando estaba más vulnerable.

El Secreto AvatarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora