Luchando por libertad

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—Acabamos de mandar a Joo Dee a decirle al Avatar que no estaba permitido pegar afiches por la ciudad —comentó Long Feng, entrando al salón donde se encontraba Kate. Las ropas de la chica fueron diseñadas nuevamente a pedido de ella, manteniendo el estilo de siempre: un vestido no tan corto de algodón en tonos azules y calzas cortas debajo de la falda, con unas botas cafés. La única diferencia era el diseño del vestido: tenía bolsillos y era algo mas ceñido de la parte de arriba, la cual consistía en dos tiras de tela cruzadas sobre su pecho firmemente sujetas. Sus antiguas ropas habían desaparecido con las otras pertenencias que ella tenía en Appa y lo que usó en la semana misteriosamente ya no estaba en su casa, por lo que Long Feng se ofreció a hacerle lo que ella deseara. La consentía mucho—. Eso atenta contra las leyes de nuestra ciudad.

—Y quieres que yo acabe con eso... —Kate miraba fijamente el paisaje a través de la ventana, notando que estaba más soleado que el día anterior. Los últimos días la chica se había dedicado a perderlos mirando desde las ventanas del palacio real, observando en busca de algo que no era capaz de divisar ni que ella sabía que era. Simplemente suspiraba inconscientemente cada vez aparecía un pájaro, como si su mente le jugara una mala pasada.

—Claro está —el hombre se acercó a ella, tomándola por el hombro para obligarla a darse vuelta. Sus fríos ojos penetrando los de él. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero trató de no hacerlo notar. Toció y continuó hablando—. Entregarás al bisonte sin que te vean y volverás hasta aquí. Sin desviaciones.

—¿Y si escapo con ellos?

El hombre sonrió con malicia. —Le declararemos la guerra a Omashu y no tendremos piedad contra ellos—dijo tranquilamente antes de alejarse de su lado, encaminándose hacia la entrada—. Y no estás en posición de negociar.

Apenas cerró la puerta, Kate volvió su vista a la ventana, fijando sus ojos en algo lejano volando por la ciudad. Por unos minutos pensó que su cabeza le jugaba una mala pasada. Extrañaba a Aang y ahora parecía verlo arrojar papeles desde su planeador, pero no era tan descabellado como creía. Su corazón apretó antes de obligarse a apartar la mirada y cumplir su nueva misión.

Tomó su capa y su cantimplora, la cual descansaba sobre la mesa de la sala, antes de irse con Long Feng a lo que el mundo conocía como Lago Laogai, pero que secretamente era una base de los Dai Li. El plan era entregar a Appa a su dueño y no volver a verlo nunca más, hasta que pudiera escapar de ahí; pero eso podría tomar semanas, incluso meses.

Lo mejor era no pensar tanto en ello.

—¿Era necesario vendarme los ojos? —comentó Kate apenas le quitaron  el pedazo de tela de su rostro

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—¿Era necesario vendarme los ojos? —comentó Kate apenas le quitaron el pedazo de tela de su rostro. Pestañeó, tratando de acostumbrarse al repentino cambio de luz—. Se supone que no volveré a verlos, ¿por qué habría necesidad de esconderme?

—Nunca se sabe si realmente no lo contarás a nadie —dijo desconfiado y algo grosero uno de los Dai Li, mirando con cierto desprecio pero al mismo tiempo excitación, como si verla ahí le divirtiera. Kate tenía un mal presentimiento sobre todo eso.

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