Abandona cualquier esperanza

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—Toma asiento... —Long Feng había guiado a Kate hacia un despacho con grandes sillones acolchados, algo lejos de lo que ella conocía como el cuarto del rey, donde realmente quería llegar. Sabía que los chicos vendrían en cualquier momento en busca del este último, por lo que ahorrarles trabajo no sería mala idea—. ¿Y, de qué querías hablar? —el ministro chasqueó los dedos y de la oscuridad dos chicas vestidas iguales y con grandes sonrisas se acercaron a servir el té —. ¿Es sobre Omashu? Pensé que habíamos solucionado todo la última vez...

—No, no —se apresuró a decir, viendo cómo las dos mujeres se marchaban—. Es un tema completamente ajeno...

—No quiero ser grosero —dijo, interrumpiéndola—, pero no tengo mucho tiempo para asuntos así...

—Es sobre el bisonte del Avatar Aang —soltó la chica, tomando una posición altanera. Estaba apunto de hacer algo muy importante y verse débil era lo que menos quería—. Sé que lo tienes.

Long Feng tomó un sorbo de su té antes de sonreír. —¿Un bisonte? No sé de qu hablas.

Kate se levantó golpeando fuertemente la mesa y por más repentino que fue el cambio, el señor no cambió su expresión. —Sé lo suficiente como para saber que tú controlas la comercialización ilegal de la ciudad. Y no vengas a negarlo... —la chica se alejó y comenzó a marchar de un lado a otro—. Y ahí está el punto de mi visita.

—Quieres hacer un cambio... —dijo acariciándose la barbilla.

—Un trato —le corrigió ella, acercándose a él—. Yo por el bisonte.

Él bufó, como si la idea le pareciera absurda. —¿Tú? ¿Qué importancia y beneficios me tendrá tenerte conmigo?

—Tú sabes muy bien qué beneficios —Kate bajó la voz a medida que se volvía a sentar en su asiento—. Soy un gran aliado, tanto económico como militar. Además... Soy el Avatar y tengo una rebelión a mi espalda. ¿Qué más quieres?

El hombre volvió a tomar un sorbo de su té, impacientando a la chica. —No sabía que eras el Avatar... Hasta hace unas semanas. Fue una gran sorpresa ver el anuncio de tu búsqueda entre los mensajes interrumpidos dirigidos al rey. No pensaba volver a verte... de tal forma.

Kate rodeó los ojos, apretando los dedos contra la mesa con tal fuerza que comenzaron a tornarse blancos. —¿Y? ¿Qué dices?

Long Feng se quedó pensando un tiempo para luego mirarla con cierta codicia. —Está bien, pero hay algo que quiero agregarle al trato.

—¿Es realmente necesario que vaya a esta fiesta? —Kate se encontraba camino al palacio real dentro de un hermoso carruaje tirado por un par de hermosos lobos tigres, donde una gran celebración se haría en honor al oso mascota del rey—

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—¿Es realmente necesario que vaya a esta fiesta? —Kate se encontraba camino al palacio real dentro de un hermoso carruaje tirado por un par de hermosos lobos tigres, donde una gran celebración se haría en honor al oso mascota del rey—. Es una estupidez.

Habían pasado ya casi una semana desde que aceptó el trato, yendo día tras día al palacio y de vuelta a su casa, con intenciones de encontrar al Rey en uno de los pasillo o, si tenía suerte, intentar entrar "ilegalmente" a su cuarto para hablar un poco de él de las intenciones que poseía la nación del fuego. Pero, en cada uno de sus intentos, era atrapada por Long Feng o por los Dai Li, frustrando a la muchacha cada vez más.

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