El viaje y el reencuentro

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La chica estuvo un día y medio sin detenerse a descansar. Sabía que tenía poco tiempo para llegar, ya que siempre acostumbraban a cambiar de lugar. Dudaba que siguieran ahí, pero iba a comprobarlo ella misma, o eso intentaba. Durante ese trayecto no pudo evitar pensar en las cosas que habían sucedido antes de su partida, ni el hecho de que no tenía ninguna pertenencia aparte de lo que llevaba encima. Suspiró, tratando de olvidarse por un momento de esos pensamientos. No quería volver con ellos teniendo esas ataduras.

Kate no tardó en divisar el lugar donde los rebeldes habían acordado reunirse a varios kilómetros de ella, detrás de una gran montaña. Y hubiera llegado si tan solo no hubiera sido atacada por un grupo de chicos con máscaras llamativas vestidos de negro. No puede ser... 

La chica no buscó defenderse en lo más mínimo, solo puso algo de resistencia cuando intentaron llevársela, cosa que terminaron haciendo de todas formas. Algo en esa situación le parecía similar a una antes vivida, por lo que no tenía miedo de ir con ellos. En realidad, le llamaba la atención y tenía muchísima curiosidad, quería saber más. Este es un lado negativo tuyo, Kate... Siempre tan curiosa.

...Aunque de esta forma conociste a Leo y a Aang... Con una sonrisa la chica fue amarrada de manos con una soga para luego llevársela a través del bosque—lejos de las miradas de cualquier ser vivo de los alrededores— a lo que parecía era el interior de una cueva, la cual se extendía en un largo prado con grandes carpas en el centro. ¡Qué hermoso lugar! Aunque sería más precioso si ella no estuviera atada y pudiera divertiste a su manera, pero en estos momentos no lo veía factible.

La chica llamó la atención de varios chicos alrededor: algunos la reconocieron y se vieron notablemente emocionados, otros ni en pinturas la habían visto; pero todos sabían lo que le esperaba: los líderes la iban a juzgar y dictar una orden.

Kate no dijo nada cuando cuando entró a la carpa principal, donde sus tres hermanos se encontraban revisando un mapa extendido sobre la mesa delante de ellos. —Señores, les trajimos a una chica —uno de los atacantes la empujó suavemente, obligándola a caminar hacia delante—. Estaba cerca del límite de la ciudad de manera sospechosa...

—Primero que nada —dijo Kate, acomodándose el cabello —, esto no es una ciudad, es un campamento, una rebelión —dijo con orgullo la chica, atrayendo las antes perdidas miradas de sus hermanos, a los cuales se les iluminaron los ojos al verla—. Segundo, no estaba caminado sospechosamente, solo buscaba dónde estaban. Lo cual felicito, es un buen lugar, oculto de todo. Y tres... —dijo al mismo tiempo que se soltaba las muñecas y sonreía ampliamente —, quería ver a mis hermanos.

—¡Kate! —la primera en abrazarla fue Camille, la cual de un salto se subió arriba de su hermana, desestabilizándola un poco —. ¡Te echamos bastante de menos!

Alexander se acercó a ella y le alborotó el cabello. —Tanto tiempo sin verte, ¿Que tal van las cosas?

—¿Aang no vino contigo? —saltó Max, mirando alrededor con curiosidad—. Pensé que ese chico no te sacaría la vista de encima—levantó una ceja—. Y que tú no separarías una vista de él... ¿Lo mataste?

—¡Claro que no! —dijo, sintiendo sus mejillas arder.

Alexander frunció el ceño. —¿Entonces qué haces aquí?

Kate rió tristemente mientras se alejaba de ellos un poco. Desvió la mirada al piso mientras rascaba su codo.—Es complicado...

—Kate, Kyoshi te lo dijo —soltó Camille, preocupada—. Tienes que matarlo para seguir tener sus poderes.

—Pero no era necesario. También se los dije —respondió ella, algo molesta. Aún recordaba perfectamente la pelea que tuvo con Aang y su pecho seguía doliendo.

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