Corrí a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí. Rápidamente saqué mi vestido, y todo accesorio que pudiera identificarme como alguien de la "realeza". a excepción del anillo. Era peligroso si lo dejaba y me exponía a ser vista sin él. -Pero no planeo volver... -oí golpes en la puerta, después de escuchar varias veces mi nombre. Apuré el paso y me cambié la ropa por algo más ligero y que me diera la libertad necesaria para moverme a mi propio gusto. Miré hacia la puerta, nerviosa-. ¡Ya voy!
Busqué entre mis cosas la capa que había usado el día anterior y, abrochándola con fuerza a mi cuello, me dirigí hacia la ventana. -¡Señorita Kate! Vamos a entrar -dijo un hombre del otro lado de la puerta. Ahogué un grito mientras recordaba que no había tomado mis cuchillas, las cuales se encontraban del otro lado de la habitación. Miré hacia la puerta antes de correr en su dirección. Sudor comenzó a correr por mi espalda. Si me encontraban escapando lo tomarían como una traición a la nación, como si estuviera escapando del matrimonio. Quién sabe qué me harían.
-¡Espere un minuto! -dije, pero la puerta se abrió segundos después de que logré tomar mis cuchillos. Hice contacto visual con el guardia por unos escasos segundos antes de que lograra salir corriendo hacia la ventana y -sin tomar las medidas necesarias- saltar a través de ella. Para mi suerte, logré afirmarme a tiempo de una cornisa de una pequeña estructura frente a mi ventana, la cual daba al patio del palacio. Sin mirar atrás, subí el tejado, puesto que sería más difícil que me atrapan si iba en altura, y corrí sin dirección fija.
En cuestión de segundos fui rodeada por soldados que, con intenciones de bajarme del techo, comenzaron a atacarme usando fuego control. -¡Ni se les ocurra hacerle daño! -me giré rápidamente a ver a Zuko, quien no despegaba los ojos de mí, con una mezcla de comprensión y pasión. Le sostuve la mirada-. Ella es mi prometida, si quieren conservar sus trabajos, tendrán que hacerla volver sin el menor rasguño.
Antes de darles más tiempo para pensar en una respuesta para su príncipe, salí corriendo en dirección contraria, hacia la muralla que limitaba las pertenencias del señor del fuego y el resto de la nación. La distancia se hacía cada vez más corta y en pocos segundos me quedaría sin superficie donde pisar. Aguanté la respiración, preparándome para lo inevitable y -con una fuerza sobrehumana- salté al borde de caerme. Por unos segundos sentí que volaba, como si algo empujara mis piernas hacia arriba. Como si el viento estuviera a mi favor y me ayudara a cruzar esa larga distancia como si fuera nada. Llegué perfectamente al centro de la muralla, logrando impulsarme con la fuerza que tenía y así salir de los aposentos del señor del fuego sin ningún problema, a excepción de ser observada por varias personas, las cuales no dudaron en gritar "¡un ladrón!" apenas me vieron. Solté el aire que tenía dentro y seguí corriendo en una dirección que había recorrido miles de veces cuando era más pequeña.
Mi antigua casa no estaba muy lejos del palacio real, pero aún así estaba algo apartada del resto de la ciudad. Para llegar a ella, tenías que recorrer un camino a las afueras del palacio, girar a la derecha para cruzar un gran bosque de bambú, cruzar por un pequeño puente de piedra y luego seguir un largo camino marcado con rocas. El lugar estaba algo lejos, sí, pero era hermoso. Pero sospechaba que no todo iba a ser igual a como recordaba.
Apenas divisé la casa noté que algo le faltaba. Vida, pensé inmediatamente. La luz del sol aún seguía en lo alto del cielo, pero por alguna razón, la imagen de la casa se veía opaca, tenebrosa. Tragué saliva. Ahí de seguro había más de un secreto, más de un recuerdo que de seguro no quiero recordar. Mis preguntas serán respondidas pero, ¿a qué costo? ¿Valdrá la pena realmente?
Solté un suspiro antes de encaminarme rápidamente a la gran casona de piedra y madera, con miedo de ser atrapada por algún soldado. Recordaba vagamente que tenía varias habitaciones, pero ahora dudaba ese hecho y su por qué. ¿Para qué tendría tantos cuartos una familia de tan solo tres personas? Rasqué mi mentón. Sea cual sea la razón, pareciera ser que esa tal Kate tenía la respuesta.
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El Secreto Avatar
Fanfiction¿Qué estarías dispuesto a dar por amor? ¿Tú vida? ¿Tú cuerpo? ¿Matarías por él? Aang no estaba muy seguro de eso, pero Kate sí. Ella estaba dispuesta a dar todo lo que sea necesario para vengar la muerte de aquellos que alguna vez quiso, incluso si...