Ahora o nunca

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Aang y Kate habían pasado la mayor parte de su tiempo entrenando junto a Toph su elemento natural: Tierra control. Y aún cuando se esforzaban a diario, el exigente ejercicio que este tenía los dejaba completamente agotados al finalizar el día. Y por más que los músculos de Kate pedían un descanso, ella trataba de evitar todos su problemas concentrando todas sus fuerzas en mover enormes rocas y en sentir vibraciones debajo de la tierra. Había hecho eso para escapar de lo que Aang trataba de decirle constantemente durante sus breves descansos. No quería ser rechazada por él, y tampoco quería escuchar sus comentarios sobre lo que le había dicho Azula en medio del campo de batalla. Se sentía como una gallina, pero no sabía cómo afrontar la situación, por lo que se limitó a alejarse completamente de ellos por un tiempo.

—¿No creen que a Kate le pasa algo? —preguntó Katara, mirándola golpear una roca una y otra vez con su mano derecha. Se estremeció—. Pareciera que no quiere venir con nosotros aún cuando le hace mal a su salud. Me preocupa el hecho de que no haya comido bien.

—Suenas como su madre, Katara —dijo Soka, dejando lo último de su equipaje a bordo de Appa, preparando las últimas cosas para emprender el viaje—. Tal vez se sienta algo incómoda por el hecho de que se le declaró a Aang y este no ha respondido a sus sentimientos, aún cuando ha pasado más de una semana.

El pequeño, que estaba escuchando la conversación, casi se termina ahogando con el agua que estaba tomando. Sus mejillas enrojecieron de golpe. —¡¿Escucharon la conversación?!

—Prácticamente gritaban, por lo que no nos esforzamos en hacerlo —y como si estuviera afirmando lo que dijo su hermano, Katara asintió.

—Dios mío. ¿Qué voy a hacer? —dijo, dejando de lado el vaso de agua que tenía en sus manos.

—Mmm... No lo sé —dijo Toph, fingiendo estar pensando con detenimiento—. ¿Qué tal... Decirle cómo te sientes?

Él la miró antes de arrogarse al suelo, cerrando los ojos con fuerza. —¿Cómo le voy a decir cómo me siento si ni yo mismo lo sé? Esto es muy confuso...

—Es fácil. ¿Te gusta o no te gusta? —preguntó la menor, mirando a la nada mientras extendía ampliamente sus brazos.

—Me gusta pero... 

—¿Te gustaría verla con alguien más?—continuó, ignorando lo que él decía.

—Claro que no, pero...

—¡Nada de peros, Aang! Ella no va a estar ahí, esperándote por siempre.

Soka y Katara asintieron, guardando los utensilios de comida que por ahí rondaban. —Ella es muy bonita y con un pasado muy turbio. Además de tener un gran poder. ¿Qué es más atractivo que eso? —dijo Soka, echando todo lo que había recolectado en una bolsa—. Hey amigo, si no quieres salir con ella, yo voy.

—No estás ayudando, Soka... —lo reprendió Aang, molesto.

—Ahí está. Si tanto te disgusta la idea de verla con alguien más, ¿por qué dudas tanto?

Aang suspiró, tapando sus ojos de la luz del sol. No quiso responder, y eso comenzó a impacientar a los miembros del equipo. Sin aguantar más, Toph bufó y se alejó de ellos. —Si tú no te animas a decirle, yo lo haré, pero no prometo hacerlo de la misma forma que tú lo harías.

De golpe, el muchacho se levantó para ver a la chica marchar, pero no tuvo intención de detenerla. Sintió sus mejillas arder rápidamente a medida que Kate dejaba de golpear la roca y estuvo atento a lo que ellas hablaban, aún cuando no podía escuchar.

De repente, Toph le pegó una cachetada a la chica y ambas volvieron donde los demás, sin decir ni una sola palabra más. —Hola... —soltó la joven, quien acariciaba su mejilla suavemente.

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