En mi mente aún rondaba el rostro de la chica de antes, claro, luminoso y feliz. —¿Quién era esa chica y por qué me conocía? —me pregunté en voz baja, caminando por la ciudad en rumbo a la escuela. Aang ya se había ido y, por ende, lo perdí de vista. ¿Por qué lo seguía? Obviamente volvería a la cueva tarde o temprano. No tiene sentido ir persiguiéndolo, él no escapará como otras—. ¿Cuando te hiciste tan amiga de él, Meg? —me pregunté entre susurros., observando mi reflejo en un charco—. ¿Y cuando comencé a ser tan débil y compasiva? —de repente, en el reflejo del agua la imagen de Aang y Yue aparecieron a mi par, sorprendiéndome. Los observé fijamente, tratando de buscar una conexión entre los tres, pero me era imposible. Fruncí el ceño al ver lo diferente que somos—. ¿Por qué todo el mundo nos conecta...?
De repente, los ojos de los tres comenzaron a brillar, observándome desde un lugar mucho más interno y espiritual. Como si esas miradas azules e iluminadas pudieran penetrar mi alma y llevarme a un lugar mucho más lejos. Por un momento se me había olvidado respirar y, si no fuera por la carroza que logró que no siguiera viendo a esos dos, de seguro me hubiera vuelto loca. Seguí caminando, tratando de ignorar el hecho de que, posiblemente, sí esté loca.
—Señorita Megara, llega justo a tiempo —había corrido para llegar a la entrada de mi sala cuando escuché las campanas sonar. Hice una reverencia y, pasando a su lado, me senté en mi puesto, al lado de Aang. Ninguna palabra. Ningún comentario, pero aún así lo sentía algo tenso en su asiento.
—Kate, vinist... —comenzó a decir, antes de que la profesora lo interrumpiera.
—Niños, reciten el juramento la nación del fuego.
Todos se levantaron junto conmigo, girando sobre sí para mirar la imagen de Ozai. Incliné mi cabeza y comencé a decir el juramento al unísono de los demás. —Daré mi vida por mi pueblo. Lucharé con mis manos por el señor del fuego Ozai y todos sus antecesores. Con mi mente buscaré formas de...
—Vida... Ozai... —me desconcentré al escuchar la voz de Aang diciendo cualquier estupidez que se le pasara por la mente. Obviamente estaba claro el por qué no se lo sabía, pero aún así no pude evitar reírme un poco junto a los demás compañeros. Era divertido verlo tan desorientado acerca de algo, aún cuando estaba seguro de sí mismo hoy en la mañana—. Blablabla...
Y con un giro más, nos volvimos a sentar. Es increíble ver lo mecánico que nos vemos, sentándonos al mismo tiempo, como si alguien nos controlara. Como si fuéramos un gran mecanismo donde una pieza no calzaba y solo causaba problemas: Aang. —Si tanto les causa risa el juramento nacional, tendremos un examen sorpresa sobre la historia de la nación del fuego.
Genial, pensé mientras sacaba una hoja de un cuaderno, hundiendo la punta de mi pincel en tinta, adoro historia...
Apoyé la cabeza en mi mano, esperando que dijera la primera pregunta. —¿En qué año el señor del fuego Sozin peleó contra el ejército de los nómadas aire? —Aang alzó la mano lentamente, llamando la atención de los demás alumnos—. ¿Kuzon?
El chico se levantó lentamente, dispuesto a hablar. —Creo que está en un error, los nómadas aire nunca tuvieron un ejército. Además, Sozin los atacó por sorpresa.
Me atraganté con mi propia saliva al escucharlo, sorprendida de lo que había dicho y, por lo visto, igual que el resto de mis compañeros. —No veo cómo puedes saber más que nuestros libros de historia nacional... A menos que hayas estado ahí hace más de cien años.
Inmediatamente, Aang se puso muy nervioso y terminó por sentarse sin decir nada más acerca del tema. —Mejor estudio más...
¿No puedes ser más evidente? Me dije, rodeando los ojos antes de alzar la mano. —¿Megara? ¿Tienes algo que añadir a lo que dijo tu compañero?
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El Secreto Avatar
Fanfiction¿Qué estarías dispuesto a dar por amor? ¿Tú vida? ¿Tú cuerpo? ¿Matarías por él? Aang no estaba muy seguro de eso, pero Kate sí. Ella estaba dispuesta a dar todo lo que sea necesario para vengar la muerte de aquellos que alguna vez quiso, incluso si...