Abrí los ojos y me incorporé, tenía el cayado junto a la cama, apoyado sobre un extremo elevándose casi hasta el techo de la habitación iluminada de forma tenue con la poca luz que entraba por la ventana. Miré por ella y todo estaba normal, dentro de lo que cabe, estaba en el espacio y había una estrella bastante cerca por eso se veía perfectamente sin necesidad de encender la luz, y también por eso supuse que debería estar llegando a mi destino ya que llevaba mucho tiempo allí metido. Encendí la luz y cogí mi cayado, era muy liviano y estaba adornado con motivos orientales, lo transformé en una pequeña espada sencilla de doble hoja, después en un arma moderna de mi mundo, concretamente en una AK-47 y me sentí como Nathan Drake de Uncharted y cuya canción os proveo arriba para que escuchéis, y después para guardarlo y que ocupará poco lo hice un reloj analógico de color dorado y me lo ate a la muñeca. Fui al puente de mando y en la pantalla pude observar mi destino a lo lejos, flotando en el l espacio inmenso, elegante y orgulloso, un planeta enorme, con un satélite o luna de color amarillo de gran gama y otras dos mejores de colores rojo y naranja. Me acercaba con el sol a mi espalda, por lo que todo el planeta visible desde mi posición estaba iluminado y eran identificables unas enormes masas de nubes que cubrían más de la mitad de la superficie, además en la susodicha superficie no había variedad cromática y un monocromo manto blanco cubría toda la superficie. De pronto en la pantalla se activó la información adicional del planeta, algo que había intentado averiguar antes de partir y durante mi viaje pero que no me fue revelada hasta entonces, el planeta es una joya y después de leer la información tres veces seguía sin creer mi mala suerte.
Os doy un dato, vivía en España antes de ir a la capital del imperio, concretamente en el sur, una zona calurosa de veranos cálidos e inviernos suaves, de gente amable y en la que la vida era apacible. El planeta 479 si no me equivoco de numero, porque con tantos planetas como he visitado y todos con el suyo, me es imposible acertar siempre cuando rememoró visitas a los mundos; tenía una temperatura media de 10 grados centígrados, una población de 15 mil millones de personas y era famoso pues era nada más y nada menos que el hogar de la mayor comunidad de "animales" inteligentes cerca de la capital y también a dónde se enviaba a los seres como yo a aprender el arte de la transformación. Lo mejor de todo era que en vez de ir a la zona de temperatura buena, mi instrucción comenzaba en el polo sur geográfico, mi nave me indicaba que estaba en la parte de arriba del planeta, debido a que en el espacio no hay arriba ni abajo, mi nave estaba des alineada con el eje del planeta y además, para echar leña al fuego estaba obligado a dar parte de la vuelta al planeta ya que en mi zona de instrucción era de noche de forma que estaba en la zona de penumbra y por tanto detrás desde mi punto de vista. Los datos del mundo daban miedo, temperatura más baja alcanzada en todo el historial -107 grados centígrados, la más alta 40, y la duración del año era de 0,74 veces aproximadamente la del año imperial, pero lo mejor era que la inclinación del eje era sólo un grado superior al de la tierra pero estaba en relación con ella mucho más lejos de su sol y éste era menos potente por así decirlo. En resumen, el frío dominaba en aquel sitio y puede que para los habitantes no fuera un problema pero para mí sí, para prepararme puse la temperatura de la nave a -20 grados, y me preparé haciendo que mis ropas imperiales adaptables, se volvieran aislantes y me alejaran del mortal frío que empezó a invadir la nave. La nave trazó la trayectoria a seguir para la re-entrada en la atmósfera, aprobé la trayectoria dándole a la nave el visto bueno y el permiso para poner en marcha los motores y tomar la dirección precisa. Una vez en las capas altas de la atmósfera la nave tomó una forma mucho más aerodinámica para conservar el movimiento y llegar volando sin consumir combustible al polo sur, que estaba en invierno ya que la oscuridad se cernía sobre él pero des-afortunadamente dejaba ver que estaba completamente cubierto de nubes.
Aquello iba a ser divertido, había un espacio de cielo en calma entre las dos primeras capas de nubes que atravesé, pero después sólo había una furiosa tempestad con viento de casi 100 kilómetros por hora según el indicador y una temperatura exterior de -60 grados centígrados. La nave planeó hasta mi destino, aterrizó suavemente y me indicó con una señal que había llegado a mi destino, desde que empezara la tempestad yo dependía completamente de la automatización de la nave pues no veía nada y de navegación espacial y aérea en un planeta extraño no sabía absolutamente nada. Fui a la rampa de salida, y abrí la puerta, aquí comenzó la primera de mis malas experiencias, entro aire frío, pero no fresco, frío a menos sesenta grados, mi ropa de abrigo se adaptó, pero mi reloj traído de la tierra obsequio de mi padre que había aguantado de todo y que había modificado yo mismo en mi tiempo libre en el palacio de la medianoche para poder seguir usándolo con el horario de la tierra y que fuera mi recuerdo, no aguantó la bajada brusca de temperatura y se quebró, era digital y se apagó la pantalla.
-Mierda, joder. Mi reloj favorito y mi único recuerdo de la tierra.- hablaba sólo, maldiciendo el tiempo.
Salí al exterior, di cuatro pasos por una nieve de medio metro de altura, aunque al medir siete no me molestaba, y al no ver nada, me volví a la nave. Pero mi viejo amigo Murphy hizo de las suyas, la puerta exterior estaba cerrada, me habían enseñado cómo abrirla, pero requería poner la mano desnuda en un lector de huellas, y a menos sesenta, sacar la mano de los guantes y ponerla sobre metal es condenarla a la congelación.
-Esto no puede ser verdad-. Me dije perdiendo definitivamente las pocas las ganas de seguir en aquella ventisca en medio de ninguna parte. Decidí que debía de haber aterrizado en algún lugar civilizado, y que si había 15 mil millones de seres en el planeta, alguno debía estar cerca de mí, o haberse dado cuenta de que había llegado a su planeta el futuro emperador, pero si me dedicaba a esperar, podía morir congelado.
Hice un agujero en la nieve para ver si la nave había aterrizado sobre un material artificial, cómo asfalto o alguna pista metálico de aterrizaje, pero sólo encontré tierra dura por la congelación. Estaba bastante mal, pero por lo menos no podía empeorar, o eso pensaba yo, cuando bajé de la nave no me di cuenta de que la iluminación fuera estaba provocada por las luces exteriores de la nave, que se apagaron a los 3 minutos de estar yo fuera. Ahora sí que estoy en la mierda, pasaron 5 minutos, 10, 20, media hora y aún nada. Aguantaba el frío como podía, si me alejaba de mi nave durante la ventisca en la que la visibilidad era cero, ya que no me veía los pies y las manos sólo si estaban tocándome la cara, probablemente no volvería a dar con mi transporte. Había leído la historia de Scott y Amunsen, en su conquista del polo sur, las huellas se borran rápido y un viaje entre tiendas en un campamento de menos de de 20 metros había resultado mortal para un explorador aunque no recordaba quién fue y si fue en aquella época o posterior, pero lo importante era inolvidable, no moverse de mi nave.
Al cabo de 40 minutos según mi reloj dorado seguía allí casi a oscuras pues el reloj me proporcionaba la poca iluminación de la que disponía, ya que mi móvil me resultaba inmanejable por su pequeño tamaño al ser el único dispositivo que no había adaptado a los cambios de tamaño.
A la hora me decidí a tomar cartas en el asunto, pegado a la nave fui hasta la placa del escáner y me preparé para lo que pudiera pasar ya que debía poner la mano en ella y estaba a temperatura ambiente, me quité el guante derecho y rápidamente puse la mano, por suerte la placa estaba más caliente de lo que pensaba y aunque me resultaba fría al tacto, no se me quedó la mano pegada. La rampa se abrió y entre en la nave, cerré y fui hasta el puente, intenté ponerlo operativo para que me mostrara un mapa de la zona, pero no se encendía la maldita computadora central. Me pele con el termostato ya que intenté sin éxito poner en la nave una temperatura de al menos 20 grados positivos, pero se quedaron negativos y en esta negación me encontraba cuando escuché unos sonoros golpes en el fuselaje de la nave, que resonaban por toda la estructura y que debían estar siendo propiciados por algo o alguien con una fuerza enorme.
Me dirigí al piso inferior, abrí la rampa y me encontré con una estampa bastante difícil de asimilar. Tres, no uno, ni dos, sino tres seres uno más grande que los otros dos, cubiertos por un montón de ropa térmica entraron en la nave, se acercaron a mí e hicieron que se cerrara la rampa de acceso. Empezaron a quitarse las capuchas y las máscaras que llevaban bajo estas y cuando acabaron pude ver qué tipo de seres eran, ya sabía que tendrían forma de animales antropomorfos, pero aquello era sencillamente espectacular, un husky, un labrador y el más grande un oso panda, se destaparon el rostro y me dijeron en un perfecto castellano.
-Buenas noches y bienvenido al planeta Furry.-
Yo alucinaba, veía que aquello era sólo el principio, y si hubiera sabido de antemano la que me iban a liar aquellos tres elementos, hubiera abierto la puerta, echado a patadas a los dos pequeños, pedido amablemente que se fuera al enorme oso y hubiera puesto rumbo a la capital, aunque hubiera tenido que pelearme con el ordenador de abordo. El caso es que aquellas tres majestades del sur eran mi comité de bienvenida, mi grupo de instructores, mis examinadores, mis psicólogos y por último pero no menos importante mis supuestos admiradores y ya os explicaré esto último más tarde.
Me dijeron que tenía que ir con ellos al centro de aprendizaje, a según su juicio unos escasos 340 kilómetros, yo les dije que no me movía de allí hasta que saliera el sol y la ventisca amainara, argumenté que nos perderíamos y moriríamos congelados. Pero ellos habían llegado hasta la nave en 40 minutos según me dijeron, y me informaron de que estaba a punto de ganarme mi primer informe negativos, para que os orientéis, con tres informes negativos suspenden temporalmente tu estancia en las instalaciones de enseñanza y eso malo de por sí, pero si encima tenemos en cuenta que el "temporalmente" es en realidad un periodo de 1000 años sin posibilidad de rebaja, me lo tomé como una amenaza grave.
Un minuto después estaba en la ventisca con el bueno el feo y el malo alumbrando con sus linternas pequeñas pero potentes el camino si es que había alguno ya que yo sólo seguía sus pasos maldiciendo, pero la suerte empezó a cambiar, en tres minutos llegamos a una puerta metálica que se abrió y nos dio pasó a una estancia alargada en la que había un vehículo cuya naturaleza no conseguía averiguar por la falta de luz. La puerta se cerró y la estancia se iluminó, allí había un tren blanco, sin ruedas y sin ventanas, por su aspecto diríais seguro que no podría ni moverse y yo también, pero estaba ante uno de los medios de transporte más rápidos existentes dentro de un planeta. Aquello era un tren de levitación magnética, los imanes fueron iniciando su campo magnético, apagado hasta entonces porque consume mucha energía supuse aquel día, y una puerta de acceso se abrió y pudimos ingresar en él. La temperatura había variado primero dentro de lo que debía ser la estación y después en el tren porque primero la nieve que llevaba sobre mi ropa se derritió y después ellos se quitaron las capuchas y las máscaras y me instaron a copiarlos, yo me quite mi capucha ya que no tenía máscara y descubrí con placer que allí dentro hacía una temperatura soportable, tal vez de 10 grados pero en comparación con el exterior era el cielo. El tren era automático e inició la marcha tras entrar nosotros y cerrarse las puertas, quise saber quiénes eran, ya que ellos sí sabían quién era yo.
-¿Quiénes sois? A parte de psicólogos, examinadores y toda la marabunta.
-Todos hemos estudiado tu lengua como puedes escuchar y nos sabemos bien tu caso, yo me llamo Nalin, pero me suelen llamar Panda Eyes, vengo de un pueblo pequeño de un millón de habitantes en Trangfreset, cuando tengamos un mapa te lo enseño, he sido elegido varias veces el mejor escritor y cuenta cuentos de la provincia y adoro enseñar a los seres cosas que no saben, para ayudarles a formarse y ser más. Ser o no ser esa es la cuestión, ¿no?.- dijo el panda, después fue el turno del husky.
-Yo soy Cobalto nacido en la capital del imperio, es decir, de dónde vienes básicamente, soy músico, toco electrónica y doy festivales cuando hace buen tiempo, pero necesitaba un periodo de descanso para alejarme de tanta actividad y me vine con mi pareja ya que los dos estudiamos para enseñar a los, no te ofendas, animales que nos manda el imperio a ser personas.
-¿Me has llamado animal?- Estaba bastante sorprendido, pero no ofendido, porque ya sabía que odiaban a los humanos por las veces que se habían peleado entre ellos, y me esperaba algún insulto por parte de algún cachorro en aquel planeta de hielo.
-Sí, pero sin mala intención, para nosotros animal es todo aquel que es bárbaro y no comprende- le corté contrariado.
-¡Cómo vuelva a escuchar la palabra comprensión o alguna conjugación del verbo, me voy y pueden buscarle otro emperador a su imperio de mierda!
-Vale, relájate que nos queda mucho tiempo juntos y te puedo hacer la estancia muy larga.- por suerte intervino el labrador para echarme una mano.
-Antes de que sigáis peleando me presento, soy Lucke, nací en la cuidad de Zootopiansi, la capital de este planeta, estoy aquí como director de tu instrucción, espero que tú estancia no se larga, ya que los humanos sois con diferencia los seres que más rápido evolucionan y el imperio es buena muestra de ello, también quiero decirte que aunque odies el frío al final acabarás acostumbrándote a él. Si tienes algún problema mi despacho está en la planta superior del edificio al que vamos, el centro de formación del viaje de los dioses en tu caso, es tal vez contraproducente que te lo diga, pero no esperábamos que te enviarán aquí tan pronto, y no tenemos preparada una habitación personal por lo que tendrás que dormir con algún alumno.
-¿No hay humanos? Dime que sí por favor, aunque sea mentira.
-No, y no vamos a ponerte con ninguna de las pocas alumnas que hay por un tema de pulcritud y respeto. Te tocará un alumno o grupo de alumnos que tengan libre una cama, pues las habitaciones son de cuatro.
-Yo duermo en el tren, en este asiento si hace falta antes de meterme en una habitación con ningún bicho, os ahorro un problema y me ahorráis un mal trago.
-Las habitaciones están diseñadas para mantener el calor, el resto de las instalaciones baja la temperatura por ahorro energético, mantener el interior alrededor de 50 grados por encima del exterior requiere mucha energía aún con los aislantes, y el tren y el resto del edificio se quedan a -50 grados, si quieres dormir así, allá tu. Estamos llegando, además la privacidad es buena y somos muy amables como estás descubriendo.- el tren comenzó a frenar y acabamos parando, se abrieron las puertas y un montón de gente estaba esperándonos, salí y me di cuenta de porqué debía ser tam difícil mantener caliente aquel sitio. Estaba completamente hecho de cristal, el edificio era de puñetero cristal y fuera de veía el viento arrastrar furioso copos de nieve a gran velocidad formando remolinos sobre la cubierta para desaparecer después en dirección umm, no sé en qué dirección la verdad. El cristal estaba a una altura extraña, para mi gusto ya que estoy acostumbrado a los grandes espacios con techos súper altos o bajos de la tierra o a los del imperio, y no a los de altura media. Ya me había preparado psicológicamente para estar bien animales con ropa día sí y noche también, y la bienvenida fue corta, me aplaudieron al bajar del tren y se fueron cada uno por su lado excepto mis instructores, un lobo de pelaje negro y una especie de alce con una gran cornamenta.
-Hola, ¿qué tal el viaje?- dijo el alce al husky, supuse que sería un amigo suyo hasta que se dieron un beso que dejaba claro que eran mucho más que amigos. Después me lo presentó.
-Lulaka, o mejor, cachorro, este es mi novio Sven.-le di la mano, y el a mí la pezuña, que tenía extrañamente pintada de azul, no pude evitar hacer un chiste.
-Encantado, siento que su novio le ponga los cuernos con otro.
-¿Qué es poner los cuernos? ¿Y con quién, que yo quiero también?- no recuerdo ahora que cara puse cuando contestó eso, pero creo que fue de esas de las que merecen un buen cuadro. Lo siguiente que pasó fue que su pareja le explicó en qué consistía lo de poner los cuernos para que comprendiera lo que le había dicho, a continuación el alce rió con ganas para después aplaudir con las pezuñas produciendo un ruido algo seco y desagradable.
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La Verdadera Gran Historia del Universo.
Science FictionHumanos, este es el libro que sin saberlo estabais esperando. Prestadme atención, no os diré mi nombre ya que nombre no importa, lo que hago sí. Soy el encargado de enviar mensajes entre los planetas habitados del universo. Me dirijo en nombre de l...